Vinos de Jerez

Aromas de vino... una copa de oloroso

Bota de Oloroso Don Gonzalo, una de las joyas de Valdespino.

Bota de Oloroso Don Gonzalo, una de las joyas de Valdespino.

Quién no ha escarbado un día cualquiera en el armario, ha encontrado unos pantalones de campana o una camisa setentera, se ha puesto frente al espejo y ha salido a la calle a lucir su recién redefinido estilo de vestir.

Quién no se deleita posando suavemente la aguja del tocadiscos, mientras escucha el inicio rítmico de esa canción de Oasis, que nunca se resuelve, llamada Live Forever deseando comprar algo de tiempo y volver a por él.

Quién no abre esos libros vetustos que exhalan aromas de almendras amargas, aprendizajes y culturas que nos sumergen en recuerdos de vidas pasadas, para obligarlos a suceder de nuevo.

Si hasta la gente les pone filtros vintage a los retratos con sus móviles, se compran cámaras de fotos Polaroid y son tendencia los estrenos de películas en blanco y negro.

Las mismas cosas de siempre.

A mí me pasó esto mismo hace poco con una copa sincera de oloroso. Quizás me había olvidado o quizás hacía tiempo que no encontraba una copa como aquella del gran vino de Jerez, ese que ha estado desde el principio.

Atávico líquido cargado de aromas y sabores tan increíblemente diferentes que simboliza la belleza de la oxidación del tiempo.

Tan rico en aromas que puede inundar de alegría la atmósfera de una reunión cualquiera y llenar de sabores terrenales esas páginas sueltas de guías de vinos monótonos, simplemente con su autenticidad y arraigo a una tierra trimilenaria como la nuestra.

Así que por favor les pido a los elaboradores que dediquen sus primeros mostos y sus mejores vinos a ese tributo al tiempo que es el oloroso, que corran las musicales escalas y entre todos pongamos a este vino sin igual en lo más alto del podio báquico como así le corresponde.

Todavía estoy allí con esa copa de oloroso, esperando a coger el tren con ganas de ir a ninguna parte. Y luce el sol en mi corazón.

Nota. Le dedico este sencillo racimo de letras al maestro Pepe Blandino por compartir uno de esos vinos que te llenan, al imprescindible Eduardo Ojeda por escoger botas llenas de leyendas y al genio Ramiro Ibáñez por hablarme tantas veces del oloroso.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios