Innoble, un eficaz remedio sanluqueño para la vida
Este encuentro de vinos y gentes es un modelo a seguir. Es original, ruidoso y vivo.
González Byass Jerez, Beronia, Blecua y la cava ecológica Vilarnau, reconocidos con medallas Gran Oro en Cinve 2025

Ya saben que cuando llega la primavera, suben poco a poco las temperaturas y florecen las viñas. Y a mí, estos días me cogió un resfriado toda una semana. A muchos, ¿verdad?. En la edición anterior de Innoble, dos años atrás, lo que me había cogido era una bella y fina jumera previa con mis colegas, así que no sé qué me pasa con el festival de Armando Guerra y Rayco Fernández, que nunca estoy en plenas facultades. Pero va. Otra vez estaba en Sanlúcar, mi alegría, uno de mis refugios.
Así que andando por la calle y pensando en remedios para la vida, estuve en las Caballerizas de Montpensier, un poco de incógnito, sí. Cada uno a lo suyo y de paso le mando un saludo efusivo a los copistas. ¡Hola!. Está muy bien menear la copa sin parar, pero en esto del vino, hay que leer, queridos y queridas. ¿Para qué decir más? Vivan la vida.
Dicho queda y suprimible todo, sin duda, hoy me ahorro el clásico relato del mundillo enoperiodístico, lleno de bodegas estupendas, gente más o menos famosa y más o menos agraciada escribiendo, mesas repletas de copas con vinos increíbles y me marco un magnífico soliloquio casero.
Los remedios de la vida es una obra del poeta italiano Petrarca, que recomiendo, porque pensando en mi resfriado primaveral y en qué podía contarles, encontré en ese libro mucho de lo que había visto en Innoble. Este señor que escribió sobre muchos aspectos de la vida residió entre Aviñón, donde se elaboran los mágicos Chateauneuf du Pape, y Florencia, muy cerca de la Toscana y sus Chianti. Que nada tiene que ver, pero como esto va de vinos, pues lo mismo les apetece saberlo.

Y entre muchos apuntes que dictaba para la vida, el primero que leí me hablaba sobreponer limite a la vida y cuándo el transcurso de la vida es más o menos plena. Allí en Sanlúcar, en Innoble, había gente de todas las edades, y tengo la sensación de que todas felices por igual. Quizás al día siguiente ya veremos, que yo, que soy medio joven, los días siguientes los paso regular. Pero bueno, me encantó que el público fuera heterogéneo como pasa con el vino, los jóvenes aficionados que tanta falta hacen y los veteranos a los que les gusta tropezar mil veces con las mismas copas. Las de Artadi, Frontonio, Pepe Mendoza y Susana Esteban.
Pero sigue Petrarca con un montón de consejos, que no me enrollo, pero cuando habla de la salud refiere que nada peor que un alma enferma en un cuerpo sano y es que en esto de la sanidad del alma, tengan claro que los encuentros felices no pueden renunciar al vino, claro que sí, moderado y con alcohol, que el rollo este woke no sé si tiene los días contados, pero vivir la vida así, es ciertamente lamentable. Queremos una vida feliz. Con vinos de Raventós, Pierre Mignon y de Alta Alella.
Y desde aquel rincón tan exquisito, como suena Second, devoro las páginas de este libro que me hablan de la memoria para recordar las cosas que nos dan deleite, como los vinos de Zuccardi, Meridiano Perdido, Osborne y Ossian, pero el inciso de hoy es para un vino tranquilo estrenado allí, de Palomino, que se llamará Viña Garat, criado en el mágico pago de Maína, que nos descubrió a todos Ramiro Ibáñez, donde Sanlúcar se viste de Jerez, y donde la Bodega de Ricardo Serdio ha encontrado una viña que genera un vino delicioso. Bueno, a mí me encantó, y como sé que me entienden, les sugiero que lo busquen. Se lo susurro, luego me cuentan.
La próxima vez hay que invitar a esta cita al mismísimo Donald Trump. ¿Saben ustedes que tiene una bodega?. Porque seguro que se cuela conmigo en el rincón de la cata a ciegas que había allí, donde uno, que se atreve con todo, apuntó a ciegas como manzanilla lo que era un increíble Viña Corrales, pero si, como nace en Balbaína me tendrán que perdonar porque ese pago da los finos más delicados del Marco, que a un inexperto bebedor, como yo, me confunden y me hacen feliz a la par.

Pienso en alto, y me meto en algún charco, no hay problema. Este encuentro de vinos y gentes es un modelo a seguir. Es original, ruidoso y vivo. Se sienten las cosas, se festeja la vida con vino que es como se debe hacer. Me aburre mucho de lo que se hace por aquí porque se repite. Y eso que, a mí, que iba con gorra y gafas de sol, no veas, me faltaban los dos que hacen nuestras penas leves, pero eso se arreglará, seguro.
Por cierto, el otro vino que se cataba a ciegas lo acerté, un Palo Cortado sanluqueño, ahora bien, ni idea de a qué bodega pertenecía, aunque lo normal es que fuera de Bodegas Barbadillo, que para eso curra allí Armando, al que otro día me crucé con corbata y estaba hasta elegante el tío.
Bien por Innoble, muy bien. Me curaste el resfriado y hasta vi a unos tortolitos besándose entre botas. A la próxima me cuelo a darlo todo. Ya se verá.
Hoy no escribí muy bien, lo sé. Y, aun así, no podía dejar de hacerlo. Nos vemos pronto. Besos.
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