Mejora el control de incendios, pero crecen las dificultades para abordarlos
Aunque el número de siniestros anuales ha disminuido un 35 % desde 2004, los incendios son cada vez más destructivos y complejos de extinguir
En las dos últimas décadas, el fuego ha dejado de ser un fenómeno natural controlable para convertirse en una de las mayores amenazas ambientales y sociales del territorio español. Así lo advierte WWF en su informe Incendios fuera de control, un análisis riguroso que repasa 20 años de evolución del riesgo, evalúa los errores del sistema actual y lanza un plan de acción con medidas urgentes.
Aunque el número de siniestros anuales ha disminuido un 35 % desde 2004, los incendios son cada vez más destructivos, explosivos e inextinguibles. El cambio climático, la acumulación de biomasa y la transformación del paisaje rural han generado un cóctel perfecto para que el fuego avance sin control. En 2022, se alcanzó un récord: los grandes incendios forestales (GIF) representaron el 0,58 % del total, pero arrasaron decenas de miles de hectáreas.
La prevención, gran asignatura pendiente
El informe señala que el modelo actual, centrado en la extinción, está agotado. España cuenta con uno de los sistemas de extinción más potentes del mundo, pero no basta: la clave está en evitar que los incendios alcancen dimensiones inabordables. Para ello, WWF propone cambiar de paradigma: pasar de combatir llamas a gestionar el territorio.
En declaraciones a EFE, Lourdes Hernández, especialista del programa de Bosques de WWF, afirma que "vamos hacia incendios casi inapagables. Los dispositivos de extinción están al borde del colapso y, si no se abordan las causas estructurales, podría revertirse la tendencia positiva de reducción de superficie quemada que hemos visto hasta ahora". En este sentido, WWF subraya la necesidad de cambiar el enfoque, priorizando la prevención, la ordenación del territorio, el manejo forestal y el impulso de paisajes más resilientes al fuego.
"Se prioriza apagar los fuegos, pero no se evita que se generen o que se propaguen fácilmente", ha destacado Hernández, quien avanza que los incendios extremos son el claro síntoma de una crisis ecológica, climática y territorial y su evolución dependerá de cómo abordar de forma colectiva el uso del territorio, la planificación rural y la emergencia climática.
Uno de los mayores problemas es la acumulación de vegetación sin uso, fruto del abandono de la actividad agroforestal. Cada año se generan 45 millones de m³ de biomasa, pero solo se aprovechan 15. La falta de gestión provoca paisajes homogéneos, jóvenes y monoespecíficos, muy vulnerables al fuego. Además, el 77 % de los montes carece de planes de ordenación.
Incendios imposibles de apagar
Los llamados incendios de sexta generación —aquellos que alteran la atmósfera y generan tormentas de fuego— ya no son una excepción. Desde 2017, se han detectado en España varios siniestros de este tipo, que liberan una energía tal que ningún operativo terrestre ni aéreo puede controlar.
El informe advierte que el sistema está en el límite: el 68 % de los incendios se sofocan en fase de conato, pero no hay margen para mejorar más, y la simultaneidad de GIF podría colapsar la capacidad de respuesta.
Propuestas clave para revertir la tendencia
WWF reclama medidas estructurales, coordinadas y valientes. Entre las más destacadas, WWF propone aprobar un Real Decreto estatal que obligue a las comunidades autónomas a elaborar planes anuales de prevención basados en análisis territoriales y en la identificación de Zonas de Alto Riesgo (ZARI), impulsar una política de gestión del territorio que favorezca paisajes más diversos, menos inflamables y sostenibles económicamente, reorientar las ayudas agrarias para fomentar la ganadería extensiva y el aprovechamiento forestal responsable, y promover una cultura de autoprotección en las zonas de interfaz urbano-forestal, asumiendo que la prevención empieza en cada hogar.
También te puede interesar
Lo último