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Obama regresa a Washington con el terrorismo como máxima prioridad

  • El presidente norteamericano se reúne hoy con los principales responsables de la seguridad del país · Los republicanos aprovechan el intento de atentado del día de Navidad para acorralar al mandatario

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, regresó a Washington con una tarea más en su ya apretada agenda: la renovada lucha contra el terrorismo tras el frustado atentado aéreo en Navidad, que no sólo trastocó sus vacaciones en Hawai, sino que le ha obligado a reelaborar su lista de prioridades políticas en un país sobre el que vuelve a planear la amenaza terrorista.

Obama mantendrá hoy una reunión de alto nivel con los máximos responsables de la seguridad del país, después de recibir el último día de 2009 un informe preliminar sobre los fallos que permitieron que el nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab tratara de hacer volar el avión en el que viajaba el 25 de diciembre.

Las listas de sospechosos de conexiones con grupos terroristas que mantiene Estados Unidos han sido profundamente revisadas, indicó ayer un portavoz de la Casa Blanca. "Ya hubo una revisión de todas las listas" de sospechosos, que en particular determinan si una persona es autorizada o no a subir a un avión con destino a Estados Unidos, explicó a los periodistas el portavoz, Bill Burton.

El diario The New York Times colocaba ayer en el primer puesto de la agenda de cinco prioridades de Obama la revisión de los protocolos antiterroristas y de la seguridad aérea, que ayer mismo comenzó con medidas más restrictivas en los aeropuertos.

Entre otros, a partir de ayer los viajeros con destino a Estados Unidos se enfrentan a un incremento de los controles aleatorios de su equipaje, un procedimiento que será obligatorio para los ciudadanos procedentes de 14 países sospechosos de terrorismo o de patrocinar el terrorismo -Cuba, Irán, Sudán y Siria-, quienes además serán cacheados exhaustivamente. La noticia se dio a conocer el domingo y coincidió con una alerta en el aeropuerto de Newark, Nueva Jersey, una de cuyas terminales estuvo paralizada varias horas después de que un individuo entrara sin pasar por los puntos de seguridad en una zona de pasajeros ya escaneados.

Entretanto, continúan las críticas contra la administración de Obama no ya sólo por los fallos en la seguridad -que el propio presidente ha calificado de "inaceptables"-, sino por sus planes de cerrar la cárcel de Guantánamo y la decisión de juzgar a Abdulmutallab por la vía civil y no la militar.

"Si hubiéramos tratado al atacante del día de Navidad como un terrorista, habría sido interrogado inmediatamente al estilo militar en vez de serle concedidos los derechos de un estadounidense, además de abogados", lamentó el senador republicano Jim DeMint en la cadena CNN el domingo, según recogía ayer el diario The Washington Post. "Probablemente hemos perdido una información muy valiosa", agregó DeMint, en coincidencia con el senador independiente Joseph Lieberman, quien también calificó como un "error muy grave" la decisión de enviar a Abdulmutallab a un tribunal federal y no a uno militar.

El frustrado atentado "fue un acto de guerra. Debería ser tratado como un prisionero de guerra, estar retenido en un calabozo militar, debería estar siendo interrogado en estos mismos momentos para sacarle información que nos ayudara a impedir el próximo ataque o detener a gente en Yemen", sostuvo en la cadena ABC.

La lucha contra el terrorismo no hace más que acumularse sobre el "plato ya lleno" de Obama, destaca el Times, que recuerda que el mandatario también tendrá que liderar las negociaciones para que las propuestas de ley sobre la reforma de la salud del Senado y el Congreso puedan converger en una sola iniciativa, el envío de más tropas a Afganistán o el cierre de Guantánamo.

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