El tren tranvía arranca al fin esta semana tras 16 años de obras y prácticamente dos décadas de trámites. Que la espera ha sido larga no hay quien lo dude. Pero algunos ciudadanos han tenido ya la oportunidad de subirse a bordo del tranvía para probar las ventajas y comodidades que promete este nuevo medio de transporte que aspira a revolucionar la movilidad en la Bahía de Cádiz. 

Ocurrió en noviembre de 2014, cuando el proyecto sumaba ya 6 años desde el comienzo de las obras en la calle Real y los ciudadanos -dada su demora- mostraban ya un creciente escepticismo ante el proyecto del tranvía. Y ante esa tesitura, qué mejor que mostrárselo a los vecinos de la Bahía.

Fue entonces cuando los isleños pudieron ver el tranvía por primera vez. Una de las unidades fabricadas por CAF Santana se trajo hasta San Fernando para realizar pruebas antes de continuar su proceso de homologación. Y la Junta aprovechó el momento para intentar ganarse a la ciudadanía y vencer esas crecientes reticencias hacia el proyecto. 

Durante los días en los que el tranvía estuvo en pruebas, a finales de 2014, se organizó un peculiar viaje que discurrió entre la parada de La Ardila, en San Fernando, y el entorno del Pinar de los Franceses, a las puertas de Chiclana. No pudo ir más allá porque el trazado por esta localidad estaba todavía en obras. Y por la vía del tren no tenía todavía autorización y ni siquiera estaban completadas las obras de Río Arillo.

Viaje a bordo del tranvía realizado en 2014, cuando se hicieron las primeras pruebas.

A la expedición se invitó a la prensa, a políticos de distintos partidos, representantes de distintas asociaciones y colectivos ciudadanos... Se trataba de enseñar el tranvía y de demostrar que funcionaba. Era el mensaje que se lanzó desde la Junta de Andalucía en ese viaje en el que algunos tuvieron la oportunidad de ser los primeros en subirse al tranvía. 

Curiosamente, ninguno de los dos alcaldes -ni el de San Fernando ni el de Chiclana, por entonces José Loaiza y Ernesto Marín, ambos del PP- quiso participar de esta puesta en escena. 

Lo cierto es que no fue la primera vez en la que se hizo algo parecido. Cuando el tranvía era todavía solo un proyecto y ni siquiera habían dado comienzo las obras, la Junta, con la colaboración de los dos Ayuntamientos, organizó ni más ni menos que un viaje a Estrasburgo con un único propósito: que los ciudadanos vieran el tranvía, que conocieran por sus propios ojos cómo este moderno medio de transporte, limpio y sostenible, se integraba sin problema alguno por el centro de una ciudad y convivía con sus comercios, con la gente que paseaba, los ciudadanos que se desplazaban en bici...

Lo que se quería era convencer, que los ciudadanos que participaban en la expedición -se invitó a la prensa y a distintos colectivos y asociaciones ciudadanas- se llevaran de vuelta a casa esa imagen de ciudad moderna transformada por el tranvía. 

Eso fue a finales de 2006 cuando, precisamente, el proyecto había dividido a La Isla entre partidarios y detractores de su trazado por la calle Real y, a las puertas de unas elecciones municipales que se vivieron como un referéndum del tranvía, se recogieron miles de firmas exigiendo una consulta popular. 

Luego -en 2010- hubo otro viaje a Bruselas organizado por el PSOE local, que aunque no estuvo motivado por el tranvía (era para conocer el funcionamiento de las instituciones europeas), sí permitió también a los participantes en la visita insistir en las bondades y ventajas de los tranvías en las ciudades.