El GIL, La Línea, San Roque y tal y tal

Historias de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 48

Los tentáculos del polémico empresario y presidente del Atlético de Madrid llegaron hace 26 años al Campo de Gibraltar provenientes de Marbella. La irrupción fue todo un éxito, pero el experimento solamente duró dos años

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Juan Carlos Juárez y Jesús Gil y Gil, en un acto del GIL en La Línea en el año 1999.
Juan Carlos Juárez y Jesús Gil y Gil, en un acto del GIL en La Línea en el año 1999. / D.C.
Francisco Sánchez Zambrano

02 de noviembre 2025 - 05:59

Se llamaban The Pililos, eran un grupo musical español y, aunque se supone que compondrían más de una canción, saltaron a la fama por una en concreto que terminó siendo muy conocida, una especie de rap con un estribillo pegadizo y extraño a partes iguales: “Gil... y tal y tal; Gil... superstar”.

Estamos en 1991 y esa canción dedicada al empresario Jesús Gil y Gil, carismático y controvertido presidente del Atlético de Madrid, coincidió en el tiempo con un programa de televisión que se emitía las noches de los sábados del verano de ese año en Telecinco, que se llamaba Las noches de tal y tal, que presentaba el propio Gil, y que hoy, 34 años después, no habría durado en la parrilla televisiva ni un cuarto de hora. Y es que ver a ese orondo Jesús Gil con una copa en la mano, metido en un jacuzzi y rodeado por una decena de chicas despampanantes en bikini era una imagen que chocaba entonces, en el nacimiento de las televisiones privadas en España, y que hoy sonrojaría incluso al menos recatado.

En ese programa, en el que colaboraba incluso el propio Benny Hill, Jesús Gil lo mismo enseñaba su caballo Imperioso a la audiencia que se despachaba a gusto contra el más pintado, fuera del sector que fuera. Y todo eso podía hacerlo por su tremenda popularidad pero también porque se sentía fuerte después de que semanas antes de ese verano de 1991 se hubiera estrenado a lo grande como alcalde absolutísimo de Marbella.

Aquella irrupción en política la hizo como líder de un partido de nueva creación al que quiso poner de nombre su propio apellido: el GIL (Grupo Independiente Liberal). ¿Modestia? ¿Eso qué es? Y como la cosa le fue bien, cuatro años después, en 1995, amplió horizontes, presentando también candidaturas en otras localidades malagueñas como Casares, Manilva, Monda, Ojén, Benahavis y, sobre todo, Estepona, donde la Alcaldía recayó en uno de sus hijos, Jesús Gil Marín. Y como le siguió yendo bien, otros cuatro años después, en 1999, decidió continuar su expansión, extendiendo sus tentáculos a Ronda, Mijas, Fuengirola, Benalmádena... pero también a Ceuta y Melilla e incluso a la provincia de Cádiz.

Seguir la línea de la Costa del Sol buscando el impulso turístico de aquellos municipios con mayor potencial para captar inversores o que tuvieran un enclave estratégico. Esas pueden ser las claves que llevaran al GIL al Campo de Gibraltar. Hubo negociaciones también en Algeciras, pero no se logró cerrar una candidatura para las elecciones municipales de 1999, algo que sí ocurrió en La Línea y en San Roque. En ambos casos el partido buscó como alcaldables a dos empresarios, ambos con amplia formación académica y amigos de Jesús Gil Marín y, lo más curioso, sin vinculación alguna con esos municipios que pretendían dirigir.

En el caso de San Roque el elegido fue Carlos Santos, mientras que en La Línea la responsabilidad de ser el candidato a la Alcaldía recayó en Juan Carlos Juárez, quien hoy recuerda aún, 26 años después, el revuelo que se originó en esta localidad campogibraltareña cuando Jesús Gil y Gil irrumpió en campaña. “La gente le quería y es indiscutible que su presencia nos ayudó a ganar votos en La Línea”, recalca. Y en San Roque muchos mantienen aún en la memoria al presidente del Atlético de Madrid repartiendo billetes de mil pesetas entre la gente que había acudido a escucharle a un mitin en una de las plazas del pueblo.

Jesús Gil, con Carlos Santos en un mitin en San Roque antes de las elecciones municipales de 1999.
Jesús Gil, con Carlos Santos en un mitin en San Roque antes de las elecciones municipales de 1999. / A. Carrasco

Aquellos comicios locales dieron dos resultados dispares. La cara vino desde La Línea, donde la candidatura liderada por Juárez arrasó sin remisión, obteniendo 17 de las 25 actas de concejales en liza. La sociedad linense apostaba claramente por lo nuevo, cansada quizás de que ni el PSOE primero ni el PP después lograran sacar de su ostracismo a un municipio lastrado por la vecina Gibraltar y en el que la inseguridad estaba ya a la orden del día.

El resultado de San Roque no fue malo, ni mucho menos, pero al GIL le faltaron apenas 60 votos para poder superar a un PSOE que llevaba ya 20 años en la Alcaldía y que reeditaba otra vez ese puesto de máxima responsabilidad municipal en la persona de José Vázquez.

Con una Alcaldía en un municipio de tanta relevancia como La Línea, con el liderazgo de la oposición en uno de los municipios vecinos y con dos representantes en la Diputación provincial el GIL empezaba su andadura política en la provincia de Cádiz. Todo pintaba bien, muy bien... pero todo salió mal, muy mal.

Los seis concejales ‘gilistas’ de San Roque y los 17 de La Línea terminaron en el PP

Muy pronto empezó a torcerse la cosa, y fue en San Roque. Pocas semanas después de conformarse la Corporación Municipal, y tras constatar que no iba a ser alcalde, Carlos Santos renunciaba a su acta de concejal aduciendo motivos profesionales. La bandera del GIL pasaba a quien había sido su número dos, un Fernando Palma que había pasado toda su vida en Suiza, que había recalado en San Roque apenas dos años antes por cuestiones familiares y a quien incluso le costaba manejarse con el idioma español.

Las desavenencias entre Jesús Gil y Gil y su hijo Jesús Gil Marín y el hecho de que éste no pudiera amarrar en ese 1999 la Alcaldía de Estepona y tuviera que regresar a Madrid, dejaron huérfanos a los líderes locales del GIL, también en la provincia de Cádiz. Tanto fue así que en otoño de ese mismo año los seis ediles gilistas de San Roque abandonaban el partido y se integraban en el Grupo Mixto. Desde ahí pudieron urdir la moción de censura contra el PSOE que el 15 de mayo de 2000 aupaba a la Alcaldía a Fernando Palma con el respaldo de los tres concejales del PP que venían colaborando con el gobierno de Vázquez y el de los tres de la formación localista USR. A la dirección provincial del Partido Popular no le gustó esta maniobra e incluso anunció un expediente sancionador a sus tres ediles que finalmente se quedó en nada, entre otras cosas porque a finales de ese mismo año 2000 los seis concejales ex del GIL, con el propio alcalde a la cabeza, acababan afiliándose a un PP que llevaba cuatro años gobernando en España y que estaba estrenando su primera mayoría absoluta.

El efecto contagio de este trasvase llegó posteriormente a La Línea. Y aunque tuvieron inicialmente un acercamiento al PSOE que saltó pronto por los aires, Juárez y los suyos iniciaron luego negociaciones con el PP. Para esquivar el pacto anti-GIL que las demás formaciones políticas habían implementado, las dos partes (Juárez y el PP) se inventaron unas siglas puente que permitieran el pase de estos 17 concejales al Partido Popular burlando el pacto anti- transfuguismo. Nacía ahí un Partido Liberal Progresista Independiente que duró nada, lo justo para que este trasvase al PP se cerrara en septiembre de 2021. Ello originó recelos entre los militantes más veteranos del Partido Popular y una indignación absoluta en las otras fuerzas políticas. “Soy cornudo y apaleado”, dijo un Jesús Gil padre que llamaba “traidor” a Juárez. Desde el PSOE, Manuel Chaves calificaba a los ex gilistas de La Línea de “ultraderechistas y antidemócrátas”, y Francisco González Cabaña, el líder de los socialistas gaditanos, decía que sentía “vergüenza ajena” al ver la operación cerrada por el PP.

Desde la otra acera, Juárez, que se mantendría en la Alcaldía hasta 2009 siempre con mayorías absolutas, decía que estando en el PP podía lograr más cosas para su municipio. y la presidenta provincial de este partido, María José García-Pelayo, se mostraba satisfecha: “Hemos acabado con el GIL”.

Ciertamente terminaba ahí la incursión gaditana de un GIL que ya estaba en caída libre y que se despeñaría definitivamente con la inhabilitación de Jesús Gil y Gil como alcalde de Marbella, su relevo en 2002 por Julián Muñoz, la muerte en 2004 del ex presidente del Atlético de Madrid por un infarto cerebral, la disolución del Ayuntamiento marbellí en 2006 y una Operación Malaya que mandó a la cárcel a muchos de sus líderes. El GIL, aquel invento del populismo reaccionario que transformó Marbella y otras localidades de la Costa del Sol con unos procedimientos nada convencionales, ya no se presentaría a las elecciones municipales de 2007.

Mientras estuvo en pleno apogeo el GIL adoptó como himno para sus actos políticos la mítica The final countdown, la canción más emblemática del grupo de rock sueco Europe. Paradojas del destino, la letra empieza con un “Nos estamos yendo juntos/pero aún así es una despedida...”. Era la cuenta regresiva final de un GIL que ya no volverá. Como tampoco volvieron The Pililos.

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