Historias de Cádiz-Herzegovina (Capítulo 6)

La pasión según Cabaña

Cabaña y Griñán se abrazan en Cádiz 13 días después de la 'espantá' del primero en el congreso regional de marzo de 2010. Pero fue una tregua ficticia.

Cabaña y Griñán se abrazan en Cádiz 13 días después de la 'espantá' del primero en el congreso regional de marzo de 2010. Pero fue una tregua ficticia. / Julio González

Está claro que a la Organización Mundial de la Salud se le van las mejores. Está muy bien eso de ir lanzando alertas cada dos por tres sobre los virus y los bichitos que van proliferando por los lugares más recónditos del planeta y que ponen en riesgo a la población mundial. Pero todo no puede ser siempre malo. Por eso este organismo debería preocuparse también por plantear advertencias de cosas que son buenas para la salud. Por ejemplo, la OMS podría exponer los beneficios que tiene criticar de vez en cuando al jefe. Seguro que es un remedio que evita que se te reproduzca la úlcera o puede incluso que te dé más años de vida. Pero, eso sí, es indispensable dejar claro que esas críticas hay que plantearlas siempre en privado. Porque como se hagan delante de testigos la sensación primera será de un desahogo supino, pero después las consecuencias pueden terminar siendo muy perniciosas.

Si no que se lo pregunten a Francisco González Cabaña, sin duda uno de los dirigentes que más poder ha atesorado en la provincia de Cádiz en las últimas décadas y que hace ahora 14 años propinó a uno de sus jefes en el PSOE un sopapo histórico que sonó en media España pero que con los años terminaría volviéndose en su contra.

Aquella bofetada sin manos la recibió José Antonio Griñán en el peor momento y en el peor sitio posibles porque se produjo en un congreso regional que el PSOE andaluz celebraba en Sevilla y que fue convocado para que quien ya era presidente de la Junta subiera a los cielos del partido coronándose también como secretario general en Andalucía.

Estamos en marzo de 2010. A esas alturas Cabaña está ya consagrado como líder absoluto del PSOE en la provincia de Cádiz. Suma en la secretaría general del partido más de nueve años, desde diciembre del año 2000, y se ha convertido en todo un talismán. Porque con él al frente, el Partido Socialista sumaba por victorias todas las elecciones celebradas en ese periodo de tiempo en la provincia, un total de ocho: dos municipales (2003 y 2007), dos generales (2004 y 2008), dos andaluzas (en esos mismos años) y dos europeas (2004 y 2009).

Y ese cargo orgánico lo compaginaba con la Presidencia de la Diputación de Cádiz (desde mediados de 2003) y sobre todo con la Alcaldía de su pueblo, Benalup-Casas Viejas, que era su orgullo y su pasión por cuanto fue una pieza esencial para que este municipio lograra independizarse de Medina Sidonia. En ese 2010 Cabaña sumaba 19 años como alcalde oficial de Benalup y ocho más (entre 1983 y 1991) como alcalde pedáneo. Era por tanto una voz autorizada en el conjunto del PSOE andaluz, aunque jamás había ocupado un puesto de relevancia en la ejecutiva regional.

La paz que desde 2004 se había instaurado en el PSOE con Zapatero en la Moncloa y con Chaves en San Telmo empezó a resquebrajarse en 2009. Las repercusiones que empezaba a tener en toda España la crisis económica y, sobre todo, el estallido del caso de los EREs fraudulentos en Andalucía –aunque nadie se imaginaba entonces la magnitud que alcanzaría– obligaron al partido a mover una ficha que hasta entonces parecía intocable, la de Manuel Chaves. De esta manera, en abril de 2009, y tras 19 años en el cargo, Chaves renunciaba a la Presidencia de la Junta de Andalucía, cediendo el testigo a quien hasta ese momento era su vicepresidente, José Antonio Griñán. Chaves cambiaba Sevilla por Madrid, convirtiéndose en vicepresidente tercero del Gobierno de Zapatero y asumiendo el Ministerio de Política Territorial, además de mantener la presidencia federal del partido, un cargo al que llegó de la mano de Zapatero en el año 2000.

Ese cambio en la cúpula de la Junta de Andalucía no fue criticado por el PSOE de Cádiz aunque tampoco fue recibido con jolgorio. Pero como Chaves se mantenía en la secretaría general del PSOE-A, pues Cabaña y los suyos no encontraban elementos para la alarma.

Griñán estuvo a un paso de aprobar una gestora en Cádiz, pero sabía que no tenía aún la mayoría

Así fue al menos durante unos meses, porque nadie intuía a finales de ese 2009 que esa bicefalia, con Griñán al frente de la Junta y con Chaves dirigiendo el partido en Andalucía, empezaba a tener las horas contadas.

Fue el propio Griñán quien empezó a partir ese melón, dejando caer que esa bicefalia no era buena para el partido y que en el horizonte se vislumbraban unas elecciones autonómicas en las que un PP crecido veía opciones de arrebatarle por primera vez al PSOE la Junta de Andalucía. Vamos, que Griñán quería convertirse también en el secretario general del partido en Andalucía, y empezó a mover los hilos.

"Lo soltó en un almuerzo en Sevilla donde estábamos los ocho secretarios provinciales de Andalucía. Ahí Griñán dijo que había que acabar con la bicefalia. A la mayoría le pareció bien salvo a tres que le dijimos que no era necesario. Fuimos José Antonio Viera (secretario provincial de Sevilla), el de Almería (Diego Asensio) y yo. Pero como Griñán ya había amarrado previamente los apoyos necesarios, pues el relevo siguió su camino". Desde su Benalup natal Francisco González Cabaña recuerda hoy aquel proceso orgánico que concluiría en marzo de 2010 con el congreso regional celebrado en Sevilla en el que Griñán fue elegido secretario general (el viernes 12 de marzo) y en el que un día después Cabaña renunció a ocupar un puesto de relevancia en esa ejecutiva pese a que cuatro horas antes había dado el sí a su integración y pese a que el propio Griñán había confirmado ante los medios de comunicación la presencia del líder de los socialistas gaditanos en su primer equipo de dirección.

La convocatoria de ese congreso regional extraordinario dejaba al PSOE de Cádiz huérfano, primero porque Chaves lógicamente no iba a seguir en la ejecutiva pero también porque su mano derecha, Luis Pizarro, también renunciaba. Eso obligaba a buscar a algún dirigente de peso que cubriera esa cuota de Cádiz que quedaba vacante. "Antes del congreso me reuní con Rafael Velasco (secretario de Organización del PSOE-A desde julio de 2008) para buscar ese nombre. Y para mi sorpresa me lo planteó a mí, ofreciéndome que llevara Organización porque él iba a ser el nuevo vicesecretario general, relevando a Luis Pizarro". Cabaña sigue rememorando aquel proceso previo al Congreso y recuerda que Griñán dio el visto bueno a su nombramiento. "Eso sí, me exigía que tenía que dejar la Presidencia de la Diputación y la secretaría provincial del partido, que estaba claro que quería que pasara a Bibiana Aído. Yo no entendía que tuviera que dimitir de ambos cargos, porque no lo obligaban los estatutos, pero acepté porque seguiría conservando la Alcaldía de Benalup, algo que para mí era sagrado".

Pero cuando se va acercando la fecha del congreso todo empieza a cambiar. Primero, porque Griñán prefería para Organización –es decir, ser el número tres del partido– a Susana Díaz. Ello obligaba a alterar la propuesta a Cabaña, para quien Rafael Velasco pasaba a reservar la secretaría de Política Institucional, es decir, el cuarto puesto del escalafón. "No me gustó ese movimiento de última hora pero acepté el nuevo puesto aunque, eso sí, dejando claro que no dimitiría de ninguno de mis cargos".

Y llega el congreso y en la madrugada anterior a que se apruebe la nueva ejecutiva Cabaña acepta el área de Política Institucional... pero todo estallaría en cuestión de pocas horas. "Cuando Griñán da a los periodistas los nombres de su ejecutiva me quedo de piedra, primero porque la secretaría de Política Institucional ha quedado descafeinada y ha pasado al octavo puesto del organigrama, y, sobre todo, cuando el propio Griñán explica que yo voy a dimitir de todos mis cargos, incluida la Alcaldía".

Desconcertado Cabaña se va a reflexionar junto a su inseparable Federico Pérez Peralta, intenta contactar sin éxito con Velasco o con Susana para exigirles explicaciones y a primera hora de la mañana reúne a los delegados de Cádiz para explicarles lo sucedido y para anunciarles que no entraría en la ejecutiva. Recibe críticas pero son minoritarias. Faltaba sólo el remate: comunicárselo a Griñán.

"Estaban todos en una sala en el hotel en el que se celebraba el congreso, incluidos Zapatero, Pepiño Blanco y Rubalcaba. Ahí le dije a Griñán que no contara conmigo, que rompiera la papeleta. Y entró en erupción. Reaccionó muy indignado y menos mal que Rubalcaba me salvó, sacándome de esa sala y del congreso y trayéndome a la provincia de Cádiz para ver unas inundaciones que había habido el día anterior por Conil". Griñán, Velasco y Susana tuvieron que exprimirse el cerebro para cambiar a última hora la ejecutiva, aunque al final optarían por dejar esa vacante reservada a Cádiz, un puesto que algunas semanas después ocuparía María Colón.

La tregua firmada 13 días después fue ficticia: los 'griñanistas' iniciaron ahí el cerco a Cabaña

Cabaña había dejado en ridículo nada menos que al secretario general de su partido y presidente de la Junta. Y todos los medios de comunicación regionales se hicieron eco de aquella espantada.

Pero como sucede con cualquier terremoto que se precie, también en el PSOE andaluz tendría que haber réplicas y Cabaña cayó en la cuenta de que la opción de que Griñán se tomara la justicia por su cuenta y montara una gestora en el PSOE de Cádiz era real. Y optó por tomar la iniciativa.

En primer lugar, empezó a reiterar en público y en privado que igual se había equivocado en las formas, aunque mantenía que no en el fondo, porque su Alcaldía era para él innegociable. Y por supuesto cerró filas con el liderazgo del nuevo secretario general del PSOE-A. "Aquí en Cádiz somos todos más griñanistas que Griñán", llegó a decir en una de sus tan características frases ingeniosas.

Pero faltaba demostrar cierto ejercicio de fuerza. De ahí que el miércoles posterior al congreso reuniera en Cádiz a su ejecutiva provincial y a los secretarios generales de todas las agrupaciones locales y ahí de nuevo dio sus explicaciones y hasta planteó unas disculpas matizadas. Y el partido le arropó con una mayoría aplastante, que era el objetivo que buscaba. Y cuando dos semanas después Griñán hizo su aparición por Cádiz no puso hacer otra cosa que olvidarse de la gestora, darle un abrazo a Cabaña y firmar la pipa de la paz.

Pero fue un armisticio del todo ficticio porque lo que empezó ahí realmente fue el inicio de la cacería de los griñanistas contra Cabaña. Y comenzaron los plantes, las críticas y las dobles listas en cualquier congreso provincial, en cualquier reunión interna, en la confección de las listas a las Cortes Generales o al Parlamento andaluz... Y llegaron unas presiones tremendas para que el secretario general del partido en Cádiz fuera apartado de todos sus cargos... Y lo terminarían logrando, claro, porque el aparato del partido al final puede con todo. Pero les costó, vaya si les costó.

A sus 66 años de edad Francisco González Cabaña está hoy jubilado y alejado de la política activa y hasta de su partido, porque en el año 2020 dejó de ser militante por sus desavenencias con Susana Díaz y con Irene García. Eso sí, mantiene su chispa, su rebeldía, su independencia y su pasión de siempre. Está orgulloso de su trayectoria pero hay una cosa que aún le escuece y es que el partido, es decir, Griñán, lograra en noviembre de 2011 que tuviera que abandonar la Alcaldía, "sobre todo porque en el peor momento para el PSOE los benalupenses nos habían otorgado ese año otra mayoría absoluta", puntualiza. "Fue la venganza de Griñán contra mí", sentencia. Es lo que puede pasar cuando dejas en evidencia a tu jefe.

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