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Visita del Jefe de Estado a la provincia

De la solemnidad a la anécdota

  • El Rey Felipe VI recibió el cariño de los isleños a las puertas del Museo Naval, antes de acudir a la entrega de despachos, donde acabado el acto hubo dos peticiones de mano.

No suele ser habitual encontrar en una entrega de despachos a tantas autoridades, aunque la estampa no resultaba nueva pues hace dos años, con la primera visita de Don Felipe como Rey, acudieron a la cita numerosos representantes. Ayer muchos ya recibieron al monarca a su llegada a la nueva sede del Museo Naval.

Como se conoció más tarde, Felipe VI tuvo tiempo para reunirse con el presidente del comité de empresa de Navantia San Fernando, Jesús Peralta. Según informaba la agencia Efe, el Jefe de Estado trasladó al representante sindical "los esfuerzos diplomáticos que está llevando a cabo la Casa Real para lograr contratos que redunden en carga de trabajo para la factoría naval de San Fernando". Peralta explicó a este medio que la reunión se había producido tras la petición de audiencia que desde el comité isleño se había cursado a la Casa Real. El miércoles recibían la respuesta de que sería atendido en la antigua Capitanía General, donde el encuentro se prolongó en torno a media hora. El comité le planteó la necesidad de que se concrete el contrato de las corbetas con Arabia Saudí, y mostró la importancia vital que tiene la intervención de la Casa Real en este tipo de acuerdos. "La reunión ha sido muy positiva", reconocía Peralta.

Al término de esta cita, Felipe VI tomó camino hacia la Escuela de Suboficiales, aunque antes saludó en la distancia a los isleños que aguardaban a la entrada del edificio de la calle Real. "Pues sí que es alto", decía una señora. "Pero está más delgado", apuntaba otra mujer desde el otro lado del cierro de una ventana. "Ya que estaba aquí quería verlo en persona", comentaba un chico a una amiga mientras el coche se marchaba.

Si bien es conocida la disciplina militar por contemplar y dirigir hasta el más mínimo detalle, en la entrega de despachos de los nuevos sargentos hubo espacio para la improvisación y la algarabía. Como en el momento en el que se nombraba a los siguientes suboficiales que iban a recibir su real despacho: entonces podía saberse en qué sección estaban sentados sus familiares.

La sorpresa llegó cuando los ya nombrados sargentos volvieron a la plaza de armas tras el desfile final y empezaron a formar un pasillo, sables en alto. Las divagaciones acabaron en el momento que alguien gritó: "¡Le está pidiendo la mano!". Así era, al final de aquel pasillo se encontraba José Manuel Lois Costa, rodilla al suelo, pidiéndole matrimonio a su novia y madre de sus hijos, Marta Garrido, que apenas podía articular palabra de la emoción. En otro punto de la plaza la escena se repetía con diferentes protagonistas, Álvaro Quesermeiro y Lorena Olvera. Ninguno podrá olvidar esta fecha.

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