Operación Teydea

Las últimas horas en los 101 años de María

  • Los indicios de la Guardia Civil apuntan a que la muerte de la anciana alemana fue planificada

María, días antes de fallecer, disfrutando de un botellín de Cruzcampo en la residencia Novo Sancti Petri

María, días antes de fallecer, disfrutando de un botellín de Cruzcampo en la residencia Novo Sancti Petri

¿Qué hace pensar a la Guardia civil que la muerte de María Babes, ocurrida hace un año y tres meses, el 19 de diciembre de 2017, no fue el lógico fallecimiento natural de una mujer que había superado los 100 años de edad? Sus últimas horas y una reserva en el hotel Varadero de La Habana.

María Babes era una de las miles de pensionistas alemanas que habían decidido envejecer en el sur. Su marido y ella escogieron Tenerife, en una urbanización que es una de esas colonias en las que sólo viven alemanes, sólo se come comida alemana y sólo se habla alemán. María, pese a llevar mucho tiempo en España, apenas hablaba castellano. Esos eran los lugares ideales para que Estrella y Markus, ambos de origen alemán y que, por tanto, manejaban el idioma, reclutaran a sus ancianos. El aislamiento era su aliado.

María Babes enviudó hace relativamente poco. Su marido murió en Tenerife en agosto de 2017. No tenía hijos y sus escasas amistades eran alemanas. La pareja indaga en el entorno de María y cuando considera que es el perfil adecuado inicia su aproximación para ofrecerse como cuidadores, pero en un lugar mejor, le dicen, en Cádiz. 

Pese a contar con 101 años a María la cabeza le rige razonablemente bien y cuesta convencerla, pero al final accede. Si una cosa le reconocen los investigadores a la pareja es "la labia. Tienen algo de ese encanto caribeño que son capaces de expresar en alemán, lo que ya es difícil".

Cuando María llega a Cádiz entra en crisis. Estrella y Markus deben temer que se les vaya antes de tiempo y la llevan a la clínica privada Novo Sancti Petri, cuya estancia no es barata. Consiguen sacarla adelante y María pasa de nuevo a estar bajo sus cuidados en el chalé que tienen en Camino Isla del Sotillo. En ese periodo es cuando hacen a otra de sus ancianas, Elisabeth, suplantar a María ante notario para quedarse con la herencia y con las posibilidad de manejar sus cuentas. 

María vuelve a caer enferma bajo los cuidados de la pareja y esta vez, que parece definitiva, su destino es un hospital público, el Clínico de Puerto Real. Vuelve a reponerse María, una resistente. Ahora su siguiente paso es la residencia de ancianos del Novo Sancti Petri. A los pocos días la recuperación de María es notable. Son los días previos a las Navidades y aparece ella en una fiesta tocando la pandereta descubriendo las bondades de la alegría andaluza. También puede recuperar una de sus aficiones más queridas, comer con una Cruzcampo bien fría y con alcohol.

Estrella y Markus están nerviosos. Sospechan que están siendo investigados y la resurrección de María la está volviendo muy locuaz. Deciden que tienen que sacarla de la residencia cuanto antes porque temen que todo el timo quede al descubierto. Estrella llama al centro de mayores el 19 de diciembre comunicando que se quieren llevar a María para cuidarla ellos. En la residencia se lo comentan a María y ella dice que no quiere irse. Al día siguiente, la pareja se presenta en recepción y pide hablar con María. Entre ellos hablan en alemán, la directora del centro no saben lo que dicen, pero María accede a irse con ellos. Cinco horas después estará muerta.

Antes, en una cámara de seguridad de una gasolinera BP, se puede ver por última vez con vida a María Babes. Va en el asiento delantero del coche de Markus y está leyendo una revista. Parece tranquila. Pocas horas después Estrella está en la funeraria de El Fontanal insistiendo, según las declaraciones del trabajador que estaba ese día de guardia, para que fuera incinerada lo antes posible. Se acreditó como una persona con una estrecha relación con María, pero, sin embargo, al decirle que si querría recoger las cenizas, ella dijo que no era necesario, lo que sorprendió en la funeraria. Lo cierto y lo que importaba era que el cuerpo ya no existía. Ni tampoco la autopsia.

En el registro que la Guardia Civil hace posteriormente de la vivienda de la pareja no hallan ningún vínculo afectivo de ellos con María. Ni una foto juntos siquiera. La mujer que se dedicaba a limpiar la casa es preguntada por los investigadores y afirma que había visto a Estrella especialmente feliz el mismo día que María se les había muerto, supuestamente, en el coche de una parada cardiorespiratoria.

Pero la mayor sospecha llega cuando Estrella y Markus son detenidos en enero del pasado año. Con ellos llevan los billetes de avión con fecha de salida del 12 de enero de 2018 desde Jerez a La Habana. También  estaba la reserva del hotel Melía Varadero cinco estrellas. Estarían allí cinco noches. ¿Cómo pensaban hacerse cargo de María? ¿Por qué, entonces, las prisas por sacarla de la residencia? Pero sólo son indicios. Nada puede contar ya el cuerpo de María, la mujer que a los cien años había descubierto la cerveza Cruzcampo. 

  

 

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