Historia

Ochenta años del brutal bloqueo por el hambre de Leningrado

Ciudadanos de Leningrado recogiendo agua de pozos en Nevsky Prospect, entre las calles Gostiny Dvor y Ostrovsky.

Ciudadanos de Leningrado recogiendo agua de pozos en Nevsky Prospect, entre las calles Gostiny Dvor y Ostrovsky. / RIA Novosti Archive

El 8 de septiembre se cumplen ochenta años del brutal bloqueo por el hambre de Leningrado –hoy San Petersburgo como en la época de los zares- por parte del Ejército nacionalsocialista alemán.

Para la operación militar contra la Unión Soviética, los estrategas de Hitler elaboraron dos planes: el primero buscaba garantizar tanto a las Fuerzas Armadas como al pueblo alemán la provisión tanto de víveres como de materias primas.

El segundo plan tenía como objetivo la colonización de Europa oriental y de parte de la URSS, una vez eliminada físicamente parte de su población o abandonada alternativamente a su suerte en las regiones que no interesasen al poder ocupante.

El primer plan, llamado “del hambre”, está documentado en el protocolo de una conversación mantenida el 2 de mayo de 1941 según el cual “morirán millones de personas después de que hayamos extraído de allí todo lo que necesitamos”.

Los mecanismos para alcanzar ese fin recogen en unas “directrices de política económica” desarrolladas por el secretario de Estado del Ministerio para la Alimentación del Reich, Herbert Backe, y su colaborador Joachim Riecke (1).

En ellas se parte de la constatación de que, debido al crecimiento demográfico de la población soviética y su concentración en las grandes ciudades, un eventual superávit de alimentos no dependería ya de la producción sino de cuál fuera el consumo.

Con absoluta frialdad burocrática, los jerarcas nazis señalaban que sobre todo la población de las ciudades se enfrentaría con casi seguridad a una hambruna y explicaban que “decenas de millones de personas se volverán allí redundantes y morirán o tendrán que emigrar a Siberia”.

El plan en cuestión fue distribuido el 1 de junio de ese mismo año entre los diez mil “dirigentes agrícolas” nombrados por el Reich alemán, y a lo largo de ese mes, el departamento económico para Europa oriental dependiente de Hermann Göring dio las órdenes oportunas para llevarlo a cabo.

Aunque se calcula que, de haberse podido completar ese plan, habrían muerto cerca de treinta millones de seres humanos, la evolución de la guerra impidió su cabal ejecución.

Según el historiador Götz Aly, la política de exterminio por el hambre se dirigía tanto contra los prisioneros de guerra soviéticos como contra los habitantes de las grandes ciudades, en especial, judíos, minusválidos y enfermos mentales.

No se sabe a ciencia cierta cuántos fueron víctimas de aquella operación genocida, pero los cálculos oscilan entre cuatro y siete millones de personas.

El Ejército nazi no consiguió que se rindiera la población de Leningrado: el Gobierno soviético ordenó defender la ciudad y tras 872 días, el Ejército rojo logró romper finalmente el sitio de la ciudad.

En el proceso de Nüremberg se acusó a Hermann Göring de “saqueo y aniquilación de las industrias existentes en las regiones escasas en alimentos” y de “desvío” de estos últimos en beneficio exclusivo de la población alemana.

Pero no todos los jerarcas nazis participantes en aquel plan corrieron la suerte de Göring, que se suicidó tras ser condenado a muerte. Algunos incluso hicieron después carrera en la nueva Alemania democrática.

Uno de ellos fue el antes citado Hans-Joachim Riecke, estrecho colaborador del arquitecto del “plan del hambre”, que se convirtió en 1950 en directivo de la empresa agrícola de Hamburgo Alfred C. Toepfer.

Riecke publicó en 1953 un libro en el que aseguraba que tanto él como su jefe, Herbert Backe, habían hecho todo lo posible por asegurar que a la población alemana no les faltasen alimentos sin por ello perjudicar a terceros.

Su explicación era que, dado el elevado número de “trabajadores extranjeros y prisioneros de guerra a los que había alimentar en el antiguo territorio del Reich”, resultaba lógico utilizar los recursos existentes en los lugares de procedencia de todos ellos. Mayor cinismo, imposible.

(1)“Hans-Joachim Riecke, NS-Staatssekretär. Vom Hungerplaner zum Welternährer nach 1945.Edit. Wissenshaftlicher Verlag. Berlín

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