AURORA SIMO, los gestos de la forma
ARTISTAS DE JEREZ
No es Aurora Simo destinataria de la plácemes y reconocimientos por parte de los que se creen - sin serlo - gestores y valedores de lo artístico. Ni falta que le hace. Tampoco es - por algunos enterados pero equivocados - considerada como artista representante auténtica de la pintura de la ciudad. Ni falta que le hace. Dicen - también los interesados y totalmente vacíos de argumentos - que Aurora es una aficionada y, por tanto, no forma parte de la profesión. Como si ser profesional fuero sólo tener un estudio, dedicarse a lo artístico y decir que ejerce de artista verdadero. Pues, ni falta que le hace. Porque Aurora Simo es artista consciente, de las que convence, de las que realizan una obra sobrada de registros para ser considerada como pintora con mayúsculas, con sabios esquemas que trascienden más allá de lo que suponen y dictan filosofías baratas sobre la profesión artística. Aurora Simo es una pintora ilusionada, entusiasta, tan apasionada como solvente. Es una artista que ama la pintura y todo lo que la creación conlleva. Es una artista que sabe mirar, que sabe oír y que sabe argumentar pictóricamente todo lo bueno que descubre tras una mirada convencida. Además, es una artista que tiene una fuerza creativa desmedida, que utiliza los elementos pictóricos con una sabia trascendencia y que posee una natural predisposición para manejar los argumentos materiales que sustentan la pintura de verdad. Es más, yo diría que Aurora podía estar, de sobra, en los mejores distritos donde se establece la dinámica expositiva con más desarrollos mediáticos.
Pero, conociendo un poco a Aurora; sabemos que a ella le basta con pintar esa pintura sabia y determinante que le vale para sus nobles intenciones artísticas que no son otras que sentirse feliz haciendo lo que hace. Por eso, vuelvo a repetir que no le falta razón en lo que hace.
Aurora Simo pinta lo que quiere, como quiere y cuando quiere. Es artista artista y sabe desarrollar muy bien cualquier idea que necesite transmitirse con pasión y contundencia. Es pintora de silencios, de momentos íntimos, de creación pura. Es pintora de espíritu, de las que pinta por convicción y porque sabe estructurar la realidad del arte que capta su mirada. En la pintura de Aurora no hay dialécticas desmesuradas, no hay trasfondos teóricos ni disquisiciones sobre verdades o mentiras. En su obra se plasma lo real, lo que está junto a su caballete, lo que contempla en los paisajes que admira; en su pintura aparece ese viejo butacón que ella convierte en eterna obra de arte; encontramos las arboledas de verdes cambiantes o los otoñales atardeceres donde el tiempo magnifica su discurso de vida. No hay nada más. Claro que, ni nada menos.
Y todo lo que Aurora Simo pinta lo hace con el máximo sentido plástico, con la forma imponiendo su absoluta potestad, dando sentido a la expresión, a la mancha sustentante, a ese primitivo origen que levanta la pintura y la hace visible desde un sabio proceso compositivo. La realidad que Aurora traslada a los soportes es un nueva dimensión interpretativa de lo que la vista alcanza. Lo real que ella transmite no pierde absolutamente nada de su espacio representativo; todo lo contrario, abre nuevas perspectivas que potencian la ilustración de lo que el ojo ve. Su figuración está por encima de la pura concreción. Sus objetos, sus sillones, sus leves naturaleza muertas, sus inquietantes paisajes denuncian su propio sentido realista desde unas poderosas marcas cromáticas que asumen un entusiasta compromiso expresionista. La pintura de Aurora Simo es protagonista de un expresionismo figurativo que potencia el propio hecho pictórico.
La artista, con muy poco, consigue lo máximo. Una breve pincelada de Aurora suscribe un poderoso paisaje; un esbozo de naturaleza, con muy pocos elementos, desarrollan casi toda la historia natural. En su obra encontramos lecciones de mínimos que alcanzan lo máximo. Su pincelada es sabia, lúcida, consciente; se hace extrema con leves marcas cromáticas; sabe conseguir, además, que con claras ausencias dibujísticas, los espacios queden perfectamente conformados en acertadas estancias expresivas. La figuración de Aurora es gestual, determinante; su realismo está totalmente matizado hasta descomponerse y atreverse a planteamientos que rozan lo abstracto. Su pintura se diluye en una fina frontera entro lo que ilustra lo concreto y lo que adivina la expresión de la forma.
Toda su obra está construida sobre gestos pasionales, sobre rigurosos esquemas plásticos, sobre manchas que son arquitecturas muy bien sustentadas para que la forma dicte su más pasional argumento.
Además, la obra de Aurora Simo ha llegado a un espacio representativo donde se reconoce, con suma precisión, el puro lenguaje plástico de la artista. Ya se puede decir que la pintura de Aurora Simo tiene marca de calidad, marchamo que identifica su origen. Cada vez más los paisajes de Aurora son más Aurora Simo. Y esto, en un momento de infinitas medianías, es tanto como decir que la artista ha llegado a esa madurez creativa que marca las distancias.
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