Con lleno a rebosar, Manuel Moneo ‘Barullo’ regresó a los escenarios dentro del ciclo ‘Primavera es flamenca’ de la Peña Flamenca Buena Gente. Como se esperaba, fue una noche especial, ya no sólo para los integrantes de la familia Moneo, sino para el resto de personas que abarrotaron la entidad de la Nave del Aceite, que pudieron vivir in situ una velada histórica y cargada de emoción, en la que no faltó de nada. Hubo momentos de alegría, de duende, pero a la vez hubo lágrimas y mucha nostalgia que no dejaron a nadie indiferente. Barullo se entregó en cuerpo y alma, sacó la pena que invade sus adentros y obsequió al público con un recital completo, pleno de sensibilidad y agonía.
Guiado como nunca por la guitarra de Diego del Morao, extraordinario durante toda la noche, Barullo destacó por seguiriyas, todo un ejemplo de cómo se tiene que cantar, de cómo expresar la pena cantando; aunque también por soleá, sobrio y elegante. Hizo también malagueñas y martinetes.
Como buena familia, el cantaor estuvo arropado por los suyos, que encima de las tablas no sólo contribuyeron en el compás y el soniquete cuando hizo falta, sino que también añadieron otra nota sonora a la velada. Una tanda de martinetes y de fandangos propició la participación de Chico Pacote, Juane Moneo y Aoño Carpio. La cita concluyó por bulerías y con la sala entregada a Barullo, que por momentos, principalmente en la seguiriya, no pudo contener las lágrimas. Su pena contagió a parte del público.
La peña agradeció el esfuerzo del cantaor que se marchó en medio de una gran ovación. El recuerdo a su padre y su hijo Manuel quedaron patentes de principio a fin en una noche inolvidable.
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