Cultura

Cazadores con grabadora

  • El primer gran estreno del año, La sombra del cazador, recupera la peripecia vivida por un grupo de periodistas al buscar al criminal de guerra Karadzic

El año cinematográfico se inicia con una nueva película protagonizada por Richard Gere, que lleva una racha de hiperactividad profesional cuando se aproxima a los 60 años. La sombra del cazador es su tercer trabajo estrenado entre nosotros en los últimos meses, tras La gran estafa y El caso Wells. Parece que el sex symbol de los 70 y 80 pretende demostrar con estos títulos que más allá de su acartonada imagen puede hacer papeles complejos. Aunque uno cree que eso depende del director que le toque en suerte. Lasse Hallstrom le sacó insospechados matices en La gran estafa y Andrew Lau no estuvo a la altura en El caso Wells. En todo caso, lo que está claro es que el astro necesita ayuda externa para relucir como actor.

A partir de este primer viernes de 2008 comprobaremos como lo ha tratado Richard Shepard, cineasta británico que se dio a conocer con la extraña comedia negra Matador. La sombra del cazador incide en esa misma línea, aunque entra en el tema tan explotado en el cine del Nuevo Orden Mundial de los corresponsales de guerra, si bien puede que en este film no estén tan mitificados como suelen. El film está basado en una estrambótica aventura que le ocurrió a Scott Anderson en los restos de la antigua Yugoslavia. Anderson cubrió el conflicto de los Balcanes para la televisión estadounidense, y en el verano de 2000 volvió allí para reunirse con antiguos compañeros en las labores reporteriles. Tras una noche de camaradería y alcohol tomaron una chocante decisión. Ir en busca de Radovan Karadzic, el tristemente célebre criminal de guerra, que a fecha de hoy sigue desaparecido a pesar de estar reclamado por la justicia internacional. Anderson y sus compinches iniciaron así una peripecia llena de incidentes, moviéndose por el peligroso tablero de ajedrez de los Balcanes.

El periodista contó su aventura en forma de artículo en la revista Esquire ese mismo otoño. A raíz de ahí, el productor Mark Johnson contactó con los audaces reporteros y salió el proyecto de una película. Era una historia de muchos matices, pues les ocurrió de todo. Hubo humor, intriga, espionaje, y la crudeza de una postguerra. Por eso se decidió confiar el proyecto a Richard Shepard que manejo negrura y comedia en Matador, su película con Pierce Brosnan sobre un asesino a sueldo retirado.

El director, que también se encargó del guión, viajo a Bosnia e hizo la misma ruta que los periodistas, documentándose sobre el terreno. Así perfiló su historia, procurando no desviarse mucho del relato original. Aunque si decidió reducir el grupo de cinco reporteros a tres. A Richard Gere se le unió como coprotagonista a Terrence Howard, uno de los actores negros de mayor proyección en la actualidad. Lo que si se hizo es cambiar los nombres de los personajes, a pesar de que la fuente es inequívoca. Así, Scott Anderson pasa a ser Simon Hunt (Gere), un corresponsal televisivo en la guerra de los Balcanes que en 1995, cuando está entrando en directo, tiene una crisis pública ante la audiencia ante el horror que está viviendo. A pesar del gran momento para los programas de zapping, los ejecutivos de la cadena no lo perdonan y lo destierran, mientras promocionan a su cámara (Howard). Durante cinco años no se sabe nada de Hunt hasta que reaparece en Sarajevo, donde contacta con su antiguo cámara que se halla allí para cubrir el quinto aniversario del fin del conflicto. Asegura que sabe donde se esconde un importante criminal de guerra bosnio, El Zorro. Le convence para buscarlo y ambos, junto con otro compañero, empiezan un viaje donde empiezan a levantar sospechas por todas partes y terminan implicando a mucha gente. Entre ellos, miembros de las fuerzas de seguridad de la zona que piensan que son de la CIA.

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