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Diario de las Artes
La pintura ha pasado por muchos derroteros desde que las vanguardias históricas hicieron su aparición en las primeras décadas de la anterior centuria y unos pocos años antes, los impresionantes zamarrearan la conciencia artística venida desde siglos atrás. Un inusitado cambio de conceptos técnicos, plásticos y estéticos rompieron con las estructuras del arte en general y de la pintura en particular.
Desde ellos, ya, nada sería igual. Un poco más tarde, en el año 1917, un gurú del arte llamado Marcel Duchamp, mediante un urinario convertido y titulado ‘Fuente’, pondría más el dedo en la llaga y abriría las compuertas de la verdadera Modernidad artística, el arte contemporáneo con todas sus consecuencias.
En España se participó con pasión en los efluvios de aquellos años renovadores pero se tuvo la desgracia de tener una guerra cainita y sus desastrosas consecuencias. Tuvieron que pasar muchos años desde la terminación de la contienda para que las aguas volviera a sus cauces y se asumieran los postulados artísticos que, en otros países, eran absolutamente normales.
La pintura se abrió a los planteamientos reduccionistas de la abstracción; aparecieron grupos importantes, EL PASO, principalmente, que aportó novedosas formulaciones a los argumentos tradicionales de la pintura. El informalismo marcaría nuevas rutas con la materia plástica como importante centro de interés de una pintura valiente y contundente. La figuración abrió sus puertas y puso las bases de un realismo nuevo donde la fidelidad a los modelos era lo de menos. El camino estaba trazado y, con el discurrir del tiempo, los jóvenes con infinitas inquietudes se apoderarían de una escena artística a la que dieron solvencia creativa, dinamismo y sabia conciencia plástica.
Si todos esos planteamientos, los metemos en un alambique y dejamos que actúe, podríamos tener más o menos, la exposición que se presenta en la Sala Pescadería y que ha constituido unos de los hitos expositivos más importantes de estas Fiestas de la Vendimia. La muestra se surte de obras provenientes de colecciones particulares junto con piezas de algunos de los artistas presentes para conformar un entramado expositivo donde están presente, en líneas generales y de manera sucinta pero clara, las líneas constituyentes de esa pintura que ha tenido lugar en la España desde los años cincuenta de la anterior centuria hasta los planteamientos pictóricos que se cuecen actualmente en los tallares de los artistas más significativos de Jerez y de su área de influencia. Podemos considerarla, por tanto, una muestra con una fuerte carga didáctica pues en ella se pueden apreciar muchas de las tendencias que han hecho fortuna a lo largo de estos años.
En la exposición se da cita la pintura figurativa en todas su amplias circunstancias representativas, desde aquellas que ilustran los relatos de lo concreto, los organigramas estrictos de la visión científica de lo real, pasando por todo tipo de manifestaciones que, mediata o inmediatamente, suscriben los parámetros que la mirada descubre. Junto a los esquemas extensos y sin condicionantes del realismo, la exposición nos acerca, también, a aquellos postulados donde lo real va perdiendo sus contornos buscando medios más pictoricistas, dando potencia a las posiciones formales y al color; desarrollando una abstracción de muy amplio espectro, marcada por rutas informalistas que, desde lo meramente plástico y matérico, inunda de sensaciones la emoción que desprenden las formas y los colores.
La muestra ha constituido el pistoletazo de salida para este emblemático espacio jerezano en un nuevo curso expositivo. En ella la pintura contemporánea, en su más estricta dimensión, se hace presente. GRAN FORMATO, así se titula la exposición, es una muestra grande por formatos, algunos de más de tres metros; grande por la magnitud de los artistas presentes, algunos verdaderos hitos de la pintura que ha tenido lugar en España a partir de los años cincuenta de la anterior centuria; es grande porque aglutina artistas de ayer, de hoy y de siempre; es grande porque aúna el gran relato de la pintura contemporánea española y, además, porque puede servir muy bien para conocer de primera mano esa pintura grande que no tiene tiempo ni edad y que permanece siempre viva.
Dos piezas de Manuel Mampaso, pintor coruñés, nacido en 1924, que puede ser considerado como uno de los primeros pintores abstractos de España; dos obras de poderosa conformación plástica, con las típicas pinceladas gestuales del pintor gallego, llenas de colores sienas y rojos, formulan una contundente lección de arte informalista.
La abstracción tiene su presencia, asimismo, en una magnífica pieza del gran Manolo Salinas, el pintor sevillano que, para este que suscribe, es el gran pintor español abstracto de todos los tiempos. Además, la obra no concreta se completa con el también pintor coruñés, José Eduardo Martínez, ‘Chelín’ que nos muestra una abstracción más esencial y con unas líneas organizativas de más fina estructura. La pintura donde lo concreto ha perdido toda su esencia se completa con la obra de otro importante pintor, Antón Llamazares, que nos sitúa en sus conocidas superficies lacadas que sirven de base para una fórmula de simples connotaciones minimalistas.
La línea inestable entre la figuración y la abstracción se completa con un magnífico grabado de Antonio Saura y un bellísimo y espectacular cuadro de Cristóbal Gabarrón en el que se postulan imágenes veladas de impactante artisticidad. Otro pintor gallego, Jorge Castillo, nos ofrece una inquietante pintura donde se atisba un velado animalario, sutilmente distribuido, que abre verdaderas expectativas referenciales.
La muestra se completa con artistas actuales, todos de una gran capacidad creativa. Los granadinos Belén Mazuecos, Ricardo García y Pedro Cuadra, verdaderos maestros del dibujo y grandes manipuladores de la imagen pintada. La primera, con ‘El ciprés de la sultana’ nos conduce por una espectacular pieza a carboncillo que nos hace participar de las máximas excelencias de un dibujo elegante, diferenciador y lleno de entusiasmos creativos. Ricardo García presenta una obra de posiciones eclécticas. En primer lugar aglutina la fotografía y la pintura; yuxtapone lo abstracto a lo concreto; juega con la imagen y posibilita un feliz encuentro con una obra llena del máximo sentido artístico. Por su parte, Pedro Cuadra, nos sitúa en esa especialísima dimensión pictórica surgida desde la apropiación de imágenes que son intervenidas y elevadas a un nuevo estamento; un nuevo pop ejecutado con los máximos aditamentos del que es un pintor de absoluta trascendencia.
El pintor sanluqueño, Paco Pérez Valencia, presenta una gran tela, inédita hasta esta exposición, donde la poderosa manifestación plástica se ve magnificada por una imagen poderosísima que abre todas las perspectivas de un realismo llevado a sus más contundentes posiciones. José Carlos Naranjo, es un pintor nacido en Villamartín, que ha dejado de convertirse en seguro artista emergente para ser la verdadera realidad de esa gran pintura joven que existe en España. Su obra nos hace participar de una realidad mediata llena de entusiasmos creativos sólo sujetos a la máxima potestad del arte por el arte.
Juan Ángel González de la Calle nos ofrece su solvencia creativa y su gran sentido pictórico con una pieza en la que la referencia de los ‘Fusilamientos del 3 de mayo’, de Goya, dejan su posición para asumir un nuevo postulado distópico, lleno de energía y poder creativo. José Manuel Reyes, con su ‘Tiovivo’, hace gala de su máximo sentido pictórico, de su claro posicionamiento hacia una figuración que no ofrece dudas, que plantea la visión festiva de una realidad sin resquicios.
Nacho Estudillo, uno de los pintores jerezanos de máxima confianza y, además, poseedor de un lúcido concepto artístico, nos ofrece ese realismo encubierto, de estructuras separadas, que encierra la visión velada de una realidad sutilmente interpretada. Por último, Eduardo Millán, establece diferencias. Su obra, Balcón de noche, nos vuelve a convencer sin reveses con esa máxima dimensión del realismo veraz, casi científico, que abre todas las perspectivas de una pintura grande, suprema, fortalecida por el conocimiento de quien extrae a lo real su verdadera posición.
Una magnífica exposición que está sabiendo a poco por la escasa duración. El gran arte contemporáneo se ha hecho presente para poder comprobar los amplios esquemas de una pintura que sigue viva y muestra sus máximos desarrollos y desenlaces plásticos y estéticos.
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