Cultura

Hortus Conclusus

EL norte de la península italiana es bien conocido por ser una zona de lagos, algunos de ellos están entre los más grandes de Europa: el Lago de Garda, el Lago Maggiore, el Lago de Como; son lugares espectaculares de una belleza sobrecogedora, cada uno a su manera. El Lago Maggiore, enmarcado por la cadena alpina del Monte Rosa, está salpicado de pequeñas islas que son paraísos terrestres en miniatura, como las islas Borromeas. En una de ellas se encuentra una de las joyas menos conocidas del barroco lombardo, un lugar mágico plagado de referencias mitológicas y fantásticas. Fue edificado por una de las familias nobles más importantes del norte de Italia que ha contado entre sus miembros con santos y grandes príncipes y cuyo lema, 'Humilitas', no puede estar más lejos de la realidad. En este pequeño rincón del mundo todo está hecho a lo grande, desde la concepción del proyecto, una isla con forma de barco, hasta la enormidad de su salón de recepciones. En su momento de esplendor fue bien conocido y hasta el mismo Napoleón no desperdició la oportunidad de visitarlo y pasar unos días en él.

Menos conocido resulta el Lago d'Orta, este lago rezuma melancolía, pero también paz. Aquí todo parece haber sido proyectado por la mano invisible de un arquitecto, que sabiamente colocó las pendientes de las colinas en suave descenso hacia la superficie del agua en el modo más armónico posible, y remató su obra con la creación de la isla de San Giulio. La cual se deja mecer por las mansas aguas. También en este caso la mano del hombre ha dejado notables creaciones como el Sacro Monte, el único de la zona dedicado exclusivamente a la figura de San Francisco de Asís. Cuenta con 20 capillas que fueron edificadas entre finales de los siglos XVI y XVIII. Desde este lugar un suave descenso nos conduce hasta el sugestivo pueblo de Orta San Giulio. El paseo merece la pena, pues se pueden admirar estupendas villas de época liberty, para desembocar junto a la parroquia de Santa Maria Assunta, desde la que parte la calle que lleva a la plaza principal del pueblo, en la que se alza el broletto, el palacio del gobierno de la ciudad, estructurado en dos niveles, con el más bajo abierto en todo el perímetro con un porticado y el más alto cerrado.

El símbolo de la ciudad, de donde le viene el nombre es el Hortus Conclusus, el jardín recintado que aparece citado por primera vez en el Cantar de los Cantares, y que se asocia entre otras cosas a la virginidad de María; pero también al paraíso terrenal, y es que cuando uno se asoma desde aquí a las aguas del lago tiene la impresión de haber llegado verdaderamente al paraíso. Al norte del lago se encuentra Omegna, otro sugestivo pueblo, que tiene el honor de haber visto nacer a Gianni Rodari, un genial escritor de libros para niños. Una de sus historias, 'Érase dos veces el barón Lamberto', tiene lugar justo en la isla de San Giulio, y en ella nos habla de cómo este riquísimo noble contrata a seis personas que repitan su nombre las veinticuatro horas del día en el interior de su mansión y que sufre un extraño caso de rejuvenecimiento. Parece mentira, pero aquí en el Lago d'Orta, podría ser verdad.

Ramón González de la Peña Gil, licenciado en Historia del Arte

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