El 12 de junio del año 2003, Arturo Pérez-Reverte dictó su discurso de ingreso en la Real Academia Española. Versó sobre 'El habla de un bravo del siglo XVII' y en sus líneas, siempre tan amenas, también estuvo Jerez,

"Muchas del centenar largo de variantes que en germanía del XVII debe de tener la palabra ladrón según las diversas especialidades (de puta habrá más de ochenta) se dan en la ciudad, en este cuartel y en esta plaza: bailes, caleteros, cicarazates, comadrejas, apóstoles, picadores (que perviven hoy en la palabra piqueros, o carteristas), lechuzas, cachucheros, alcatiferos, golleros, sanos de Castilla, farabustes, ciquiribailes, buzos, cherinoles, doctores del araño, murcios, filateros, águilas de flores llanas. Incluida, entre muchas otras, una que todavía se usa: juanero. Ladrón especializado en aliviar de peso, hoy euros como antaño maravedises, los juanes, o juanillos: los cepillos de las iglesias. Con el fieltro hasta los ojos,/con el vino hasta la boca/y el tabaco hasta el galillo,/ pardo albañal de la cholla,/ columpiando la estatura/ y meciendo la persona,/ Zampayo entró, el de Jerez,/ en casa Maripilonga".

Pérez-Reverte lo toma de Calderón de la Barca, Las jácaras (entremés), de donde, aparte de lo de Jerez, se extraen otras curiosidades. Por ejemplo ese 'murcio' derivado etimológicamente de 'murciélago' (de cuya 'nocturnidad' vendría la connotación de 'ladrón') y que con deformación injusta para nuestros compatriotas de Murcia daría el dicho: "Ni gitanos ni murcianos (en vez de 'murcios") ni gentes de mal vivir".

Y también, en relación con otro de los apelativos, debemos recordar algo que hace tiempo mencionamos respecto a nuestros vecinos sanluqueños en palabras de Cervantes en el Quijote (1.ª parte, cap. II): "Pensó el huésped que el haberle llamado castellano había sido por haberle parecido de los sanos de Castilla, aunque él era andaluz, y de los de la playa de Sanlúcar, no menos ladrón que Caco".