Mortero bastardo

Koolhaas y yo (2)

 Llegaron al centro de Rotterdam al atardecer. No tenían un plan previsto para el alojamiento. Recorrieron las calles donde sabían de edificios interesantes, recientemente construidos entonces, como el Nuevo Teatro Luxor o los cines Pathé; fueron a buscar también el café De Unie, que fue construido en 1925 por el famoso arquitecto J.J.P. Oud, uno de los arquitectos del movimiento moderno en Holanda, denominado allí Der Stjll. Para organizar la búsqueda de un lugar decente donde dormir entraron en un pequeño local de comida vegetariana donde merendaron té y croissants y pidieron una guía de teléfonos. La propietaria del establecimiento, enterada de la situación, les recomendó un lugar cercano, un pequeño hotel de los que ahora se califican como “con encanto”, que además tenía precios razonables. Llamó por ellos y dejó realizada la reserva. Una vez resuelta su única preocupación inminente no les quedó otra que relajarse y, como quiera que aquel lugar de gente tan simpática contaba con una mezzanina donde también servían cenas, subieron directamente a por ella. Allí les atendió la guapa Giovanna, una holandesa que Rubens hubiera pintado gustosamente de haber tenido la oportunidad de conocerla. Cena vegana, cerveza rubia, camarera idem.

Al día siguiente madrugaron y se presentaron en el Kunsthal de Roterdam antes incluso de que estuviera abierto. Hay edificios que marcan una época en la arquitectura, al menos en el contexto europeo. El Kunsthal de Rotterdam fue uno de ellos. Se trata de una galería para exposiciones temporales que se complementa con otros espacios que enriquecen su función primaria. Junto con el museo Boijmans van Beuningen y el Netherlands Architect Institute forman un triángulo cultural en el parque de los museos de la ciudad. Ubicado próximo al puente Erasmus, tiene frente a una avenida de intenso tránsito y goza de la calma que le proporciona el parque que existe tras el edificio. 

El Kunsthall es un edificio de planta rectangular próxima al cuadrado, cortado en dos partes por un sistema de rampas perpendicular a su fachada principal. Estas rampas son un recorrido continuo desde el plano de acceso hasta la cubierta conduciendo al visitante a los diversos espacios de que consta. En una planta inferior a la de acceso se relaciona con el parque de los Museos. En ese nivel se ubican una cafetería y una de las tres salas de exposiciones de que consta. Tanto en esta sala como en la cafetería, los soportes están construidos como si de árboles del parque contiguo se trataran. Desde este nivel se asciende por las rampas hasta el de acceso que se relaciona mediante una gran plataforma elevada con el Maasboulevard. Desde este nivel se va ascendiendo conectando con cada una de las otras dos salas de exposiciones y con los demás espacios que completan el equipamiento: sala de actos, oficinas, etc. Los espacios de servicio se concentran en una falsa torre que emerge del edificio y que se convierte en una especie de reclamo publicitario hacia la avenida de intenso tráfico. Sobre ella se rotuló el nombre del edificio y se sitúan los carteles que anuncian las diversas exposiciones temporales que se exhiben. El Kunsthal es otro de esos proyectos de Koolhaas que sorprenden por su aparente espontaneidad. Los materiales se utilizan de muchas maneras diferentes, introduciendo siempre la sorpresa y la novedad. Sus espacios son fluidos y se generan unos recorridos muy interesantes en el edificio.

Terminada la visita marcharon de nuevo en dirección a Amsterdam aunque pararon antes en Utrecht, donde visitarían el edificio del Educatorium de la Universidad, construido también por Koolhaas, que por entonces llevaba también unos años funcionando.

Voortzetten…

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios