Soy de la Mercé
'Ruido', el nuevo disco de José Mercé, es el reencuentro del cantaor con las composiciones y la producción de Isidro Muñoz, autor de algunos de sus éxitos
José Mercé. Producido por Isidro Muñoz. Emi.
Yo también pertenezco a esta iglesia de la Mercé, basílica que se encuentra en el barrio jerezano de Santiago. Profeso esta fe. Me gusta este cantaor. Me encanta cuando dice la malagueña del Mellizo, la soleá de Joaquín el de la Paula. Pero no me gusta menos cuando hace los cantes que le hace Isidro Muñoz, flamencos al 100% y con el aire de la calle. Por eso celebro esta vuelta a Sanlúcar, después de que su última entrega, hace cuatro años, la firmara Paco Ortega. Lo dice en su autobiográfica Luna de la Victoria: "Soy de la Mercé, barrio de Santiago/ que me vio nacer".
En su decimoséptima entrega discográfica (desde aquel naif e inaugural Bandera de Andalucía de 1977 con letras y producción de José Manuel Caballero Bonald, cuando el brillante escritor jerezano no se había convertido en un ultraconservador en materia jonda, reservándose, eso sí, la facultad de renovación lingüística para su propio ejercicio artístico, han pasado 16 discos), Mercé sigue la senda de las anteriores colaboraciones con Isidro Muñoz: letras nuevas para algunas melodías de siempre (aquí, por soleá y también por alegrías) o para nuevas músicas firmadas también por Muñoz, con inclusión de estribillos pegadizos y muchos guiños de ironía.
Amanecer es una canción a ritmo de bulería al golpe. Relajada, es el tono del nuevo disco de Mercé, del flamenco último, más relajado, menos ruidoso, más natural, desenfadado aunque no frívolo. Una celebración de las cosas sencillas, de los encuentros cotidianos con lo divino en nosotros: el amanecer, la persona largamente amada, la luna, Camarón vestido de azul ... La presencia de Diego del Morao y Dani de Morón contribuyen a este aspecto relajado, contemporáneo de Ruido. La densidad vocal se contrapone en Contigo a la melodía cantable, casi pop, y el arreglo arpegiado de la guitarra doblada por Diego del Morao. El cantaor se rompe, se entrega, y la guitarra pespuntea la emoción. Una sensación natural, directa, sencilla, un canto a esa cotidianeidad a la que casi nunca le damos el nombre de amor. La rutina como descubrimiento. El cantaor se entrega a esta emoción de todos los días, del dormir cada noche a la vera del mismo cuerpo, de la misma alma. La primera entrega puramente buleaera es la que nombra el disco, una canción con estribillo en donde, de nuevo, el cantaor hace esfuerzos por no encallar en la densidad de su dicción flamenca para el imposible de hacerse cantante ligero. Una lucha épica deliciosa que es la que alimenta la canción por bulerías desde que la fundara Vallejo en 1929 y que ha tenido en Bambino y Fernanda sus cumbres. Con todo, Mercé-Muñoz es valiente al salirse de los caminos trillados buscando estribillos en tonalidades poco transitadas para estos fines cancioneriles. Más convencional, también caracolero y peleante, La llave. Fe completa el tríptico por bulerías de esta obra, la pareja como tabla de salvación ante los naufragios vitales.
El clasicismo tocaor hace acto de presencia en este disco en las alegrías con Moraíto: peleando de nuevo, jerezeando, el cantaor amable y el estribillo masculino pero redondo, Pan y pico, el mejor del disco, un puro canto vital con melodías tradicionales. La rumba, con el piano caribeño de Jesús Cayuela y los estribillos masculinos cubanos. La soleá se presenta con la guitarra arcaizante de Juan Carlos Romero y un juego conceptual en las coplas. La melodía tradicional que aquí Mercé atribuye a su tía María Bala, según ha declarado. Genial, como siempre Mercé por este palo que hace como el que respira. La obra se cierra, como suele ser habitual en todos los discos de Mercé desde Aire, con una versión flamenca de un tema de un cantautor. Esta vez, motivado por el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, le ha tocado el turno a las Nanas de la cebolla en la versión de Serrat, que es la versión de Alberto Cortés. Estamos pues ante una obra maestra, el texto original, ante otra obra maestra, la melodía. Mercé, entregado, hace un trío con Pasión Vega y Carlos de Pepa.
El cantaor José Mercé (José Soto Soto, Jerez, 1955) es una estrella, el artista flamenco que más discos ha vendido, por encima del propio Camarón. Y un excelente intérprete tradicional, como ponen de manifiesto sus conciertos, incluso en estos tiempos de tanto éxito para el cantaor. Con Isidro Muñoz ha logrado no sólo la popularidad, sino ese difícil equilibrio entre tradición y flamenco ligero, que no frívolo, repito, que alcanza en este última entrega una de sus cimas.
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