AuNQUE a ninguno de los dos se le ha recibido en las altas estancias municipales, aunque a ninguno de los dos se le ha concedido el Premio Ciudad de Jerez por sus méritos artísticos, aunque ninguno de los dos haya pedido dinero alguno por exponer en una sala jerezana, aunque los dos muestran su trabajo en importantes galerías de fuera de Jerez, aunque los dos están presentes en importantes foros artísticos, aunque los dos han tenido muestras individuales importantes en la ciudad con récords absolutos de visitas – visitas de ciudadanos anónimos, amantes del arte y público en general que no de dirigentes políticos ni altas autoridades municipales - , aunque los dos son artistas que trabajan diariamente en Jerez y, además, colaboran en todo cuanto se les necesita para apoyar el arte y la cultura de la ciudad, aunque los dos sean, en definitiva, pintores muy importantes y que están llevando lo que se hace en Jerez a lo mejor del arte nacional e internacional, como lo están haciendo otros de igual importancia – Nacho Estudillo, Javier Palacios, Cristina Mejías, Antonio Lara, por citar sólo algunos -… a pesar de todo, la obra de los dos está conquistando, en silencio, espacios que llenarían de honor, esplendor, lustre y satisfacción cualquier institución que se precie, sobre todo a la que rige los máximos destinos ciudadanos. Juan Ángel Gonzáles de la Calle y Eduardo Millán están presentando su obra en importantísimos espacios europeos, allí donde el arte no es un accidente ni los artistas, actuantes a los que se les considera según la dirección del viento o las inclinaciones de los que dirigen.

Juan Ángel González de la Calle es un artista de aquí con la máxima proyección hacia el arte de todos los sitios. En su larga trayectoria ya lo ha demostrado todo. Su pintura es considerada y posee un lenguaje, a contracorriente, que la define y la hace personal. Lleva mucho tiempo estando en primera fila de los estamentos de valía de la pintura nacional y artista que ha expuesto en las principales Ferias. En estos días, en la ciudad alemana de Leipzig, en la galería Moonart, se puede contemplar una exposición individual de su trabajo. Los encuadres distópicos de esa sociedad por él creada, susceptible de acoger una multiplicidad de géneros actuantes, donde lo real, lo imaginado, lo presentido, lo mediato, lo inmediato, lo presente y lo ausente… buscan yuxtaponerse en una ambientación de posibles imposibles. Juan Ángel vuelve a situarse en la rampa de salida de una pintura siempre nueva, creada con los mejores aditamentos de un arte sabio y convincente.

Por su parte, Eduardo Millán, tras exponer en la Sala Pescadería, ha sido seleccionado por el curator holandés-español, Gabriel Rolt, para exponer en una importante sala rehabilitada de Amsterdam. En un espacio totalmente intervenido y rescatado para integrarse en el tejido cultural de la capital holandesa, se ha rodeado de una importante nómina de artistas que van desde Goya hasta los hermanos Jake y Dinos Chapman, pasando por Giuseppe Buzzotta, Lisette Ros, Adam Broommerg, Daniëlle van Ark, Javier Ruiz Pérez o Joseph Abraham Doneus. Artistas de todas las consideraciones estéticas y estilos que han abiertos las expectativas de un arte siempre en estado de gracia.

Cartel Exposición Juan Ángel

Asimismo, Eduardo Millán, está presente en el proyecto de la Lyme Academy de Connecticut, por el cual un grupo de artistas, invitados por Jordan Sokol y Amaya Gurpide, formulan un especialísimo encuentro expositivo con pintores figurativos de todo el mundo, entre ellos Ann Gale, Paul Fenniak o Hollis Dunlap, principales activos de ese arte realista donde el ejercicio privilegiado de la mirada es capaz de transportarnos a un mundo de mágicas esencias inventadas por la preclara conciencia de unos artistas absolutamente privilegiados.Por eso, a pesar de los que no ven ni si siquiera aquello que tan claro tienen delante, artistas de Jerez están llevando lo máximo de la creación a unos espacios que no necesitan nada más que la clarividencia de los que sí saben lo que hay.