Cultura

Tempestad de pasiones musicales originada por los acordes de Manuel Carrasco

  • El Villamarta vibra durante dos noches con el nuevo espectáculo del onubense

Al enorme vendaval que envolvió las inmediaciones del Teatro Villamarta este fin de semana le salió un duro competidor, el huracán de pasiones que levantó Manuel Carrasco dentro del coliseo jerezano con sus canciones. Viento, lluvia y frío contra compases, guitarra y poesía. El onubense colgó el cartel de entradas agotadas sábado y domingo con su nuevo espectáculo, 'Confieso que he sentido', título homónimo que da nombre también a su sexto álbum de estudio que salió a la venta el pasado 2013.

Quince minutos más tarde de la hora señalada -que sirvió para que no quedara grupos de amigas sin retratarse en el patio de butacas-, las luces del Villamarta se apagaron para dar comienzo a las dos horas y cuarto que duró el recital. El atrezzo, sencillo pero efectivo, evocaba perfectamente un piso en plena mudanza, con marcos apilados en esquinas y varias lámparas de pie dispuestas por las tablas. Lo más destacable a nivel técnico, sin duda, es el enorme juego de luces que acompañó al onubense durante la cita, luces cegadoras, cenitales o elipsoidales que con el ritmo de la música daban más fuerza a la interpretación. Colgando del techo, pájaros de cristal reflejaban las luces por todo el escenario. Al fondo del escenario, una pantalla que ayudaba a formar visualmente la historia de algunas canciones.

Manuel Carrasco, acompañado de su guitarra, seis músicos y vítores que no cesarían en todo el concierto salió para interpretar dos piezas de su último trabajo, 'Entiendo' y 'Montañas de sal', antes de saludar a su público. "Jerez, aquí estamos una vez más. A pesar del gran vendaval de ahí fuera, vamos a quedarnos con el vendaval de aquí, bonito, de emociones. Os quiero mucho". 'Antes de ti, 'Sabrás' y 'Otoño octubre' siguieron su saludo ante una audiencia que no dejó una nota sin cantar, así como seguidoras a las que sorprendentemente les duró la garganta durante toda la velada -sobre todo aquella que gritaba "¡no se puede más!" después de cada actuación. Carrasco, jocoso, se disculpaba entre risas diciendo que tanto grito le desconcentraba.

Cuatro de las canciones más importantes de su carrera -así las presentó- siguieron el repertorio, 'Porque', una preciosa 'Mujer de las mil batallas', dedicada a todas las mujeres que han pasado o están atravesando por un cáncer; 'Que nadie', el conocido dueto con Malú y 'Nada es igual', a guitarra y violín. Llegado al ecuador del concierto, volvió a dirigirse al público para "presentar y compartir el escenario con un buen amigo de la tierra, que además es hoy su cumpleaños: Antonio Martínez Ares". Junto al maestro cantó una de las canciones su último trabajo, 'Menos mal' entre gritos de "¡viva Cádiz!" o "¡Carnaval!" y una interpretación a coro entre todo el público del 'Cumpleaños feliz'.

Antes de llegar a la sección más movida del espectáculo, el onubense interpretó 'Niña de la voz quebrada y la conocida 'Ámame otra vez', "para todas aquellas mujeres con días caídos". El cambio de luces, riffs de guitarra y la batería señalaban el comienzo de la parte más 'canalla' del concierto, con todo el teatro en pie. 'Prefiero seguir presente', la archiconocida 'Y ahora', 'El bar de los pesares' y 'Tan sólo tú' condujeron al onubense hasta el primero de los dos bises, porque aunque ya llevaba una hora y tres cuartos sobre las tablas, Carrasco aún tenía alguna sorpresilla en la recámara.

Con su chalequillo oscuro y su camisa gris, presumiendo de humildad y sencillez cada vez que era protagonista de piropos desgarradores (que era demasiado a menudo), interpretó la pieza más desgarradora del concierto, una balada de alta tesitura vocal y emotiva interpretación, '¿Qué nos está pasando?'. Embriagado aún por el mar de sensaciones, le dio las gracias al público porque "esta noche estoy cumpliendo mi sueño". Quedaban otros tres cortes que pusieron al público en pie -demostrando a aquella voz incansable que sí se podía más- , 'No dejes de soñar', primer single de su último disco; 'Yo te daré', conocido tema de su cuarto disco; y 'Aprieta', donde incluso interpretó un reprise a piano antes de despedirse de sus seguidores.

Pero ni el público quería que acabara la noche ni el onubense quería bajarse de las tablas del coliseo jerezano. Sin más compañía que su guitarra e iluminación cenital volvió a salir sin músicos para marcarse el fandango 'Los niños chicos cuando lloran', homenajeando a Manolo Caracol y Melchor de Marchena. En la misma tónica interpretó un pasodoble carnavalero incluido en su último disco, 'Soy afortunado', todo un homenaje al certamen gaditano que guió al público hasta la última canción (esta vez de verdad) de la noche, una composición improvisada con el título de su último disco y espectáculo en el que pedía a Jerez que le diera compás y su arte. Y así, entre palmas de bulerías y besos al aire el onubense recorría el paseíllo hasta su camerino diciendo adiós a las tablas del Teatro Villamarta mientras en la mente de los presentes tomaba sentido una de las frases que había cantado con anterioridad, "no puedo ni quiero ser aquello que no soy, prefiero seguir presente allá por donde voy". Y vaya si lo consigue.

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