Triunfo de Ponce en Santander y Leandro lo pierde por la espada
El valenciano da otra lección de torería. La corrida de Valdefresno resulta buena con toros de nota. El Cid pasea un trofeo, pero no aprovecha un gran toro
Entretenido festejo el que tuvo lugar ayer en la plaza de Santander, donde Enrique Ponce salió por la Puerta Grande, que acarició Leandro tras cuajar la faena más bella de toda la tarde. El de Valladolid cortó una oreja y dio una vuelta al ruedo mientras que El Cid obtuvo una del quinto y no terminó de aprovechar a uno de los mejores toros de la corrida, lidiado en segundo lugar. Como nota positiva, un importante encierro de El Puerto de San Lorenzo, con toros de nota alta.
Rompió plaza un animal de la divisa salmantina que si bien se empleó en el caballo, flojeó en todos los tercios. Ponce toreó con mucha parsimonia, dando muchas pausas entre tanda y tanda y sin poder meterse con el toro para que no se le rajara. Tras una estocada casi entera, paseó la oreja.
El cuarto fue un animal mansote que embestía con la cara arriba, defecto que el de Chiva logró quitarle gracias a bajarle mucho la mano. Con la izquierda no hubo ese acople, por lo que volvió a cambiar de mano para enjaretar nuevas series muy ligadas y templadas, con un corte clásico y logrando que el toro fuese a más. Finalizó con unas trincheras y una estocada entera. Cortó oreja.
Otra obtuvo Leandro del tercero, un Puerto con pujanza y nobilísimo al que picó bien Agustín Sanz. Rápidamente se puso Leandro a torear por el pitón derecho, dejando dos tandas vaciando la embestida, rematando con un trincherazo y un doble de pecho sensacionales. Culminó con unas bernardinas antes de dejar una estocada desprendida.
El sexto, un animal con volumen y agradable de cara, manseó en el caballo y sembró el pánico durante el tercio de banderillas. Tras brindar el toro a Ponce, citó de lejos con la derecha en una primera serie que cerró con unas trincherillas espectaculares. Con la izquierda, se sucedieron naturales de mucha belleza, de mucha personalidad, largos y profundos. La faena siguió cogiendo altura, en varios derechazos de mano baja, enroscándose al toro, culminados con unos ayudados por bajo sublimes. Tenía las dos orejas en la mano, pero se entretuvo en pinchar hasta en cuatro ocasiones.
El Cid recibió con mucho temple y variedad al segundo del caballo, brillando sobre todo en un quite por delantales a un toro noble. Se fue a los medios el sevillano para comenzar directamente con la zurda, en tres series sin excesivo ceñimiento y otras tres más con la derecha. A pesar de que el toro respondía por abajo, la labor no cogió vuelo. Faltó temple y ligazón. Con los aceros estuvo desastroso.
Sí que obtuvo un apéndice del quinto, flojo y con cuajo, que hizo amagos de rajarse en los primeros tercios. Un manso y encastado al que El Cid dio dos meritorias series por el derecho, haciendo sonar la música. Pases largos y mandones, bien rematados, mientras que con la zurda hubo altibajos. Mató de una estocada entera en el centro del ruedo.
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