"Vienes de allí con la visión cambiada, con otros valores"
La artista Lola Jiménez cuenta su experiencia en los IV Encuentros de Arte en Territorios Liberados del Sáhara Occidental que organiza la asociación Artifariti
Enseñar un oficio es una labor muy gratificante, o eso debió pensar Lola Jiménez cuando decidió embarcarse en la aventura de Artifariti. Quince días conviviendo con refugiados del Sáhara dan para contar muchas historias y para traerse consigo una experiencia que difícilmente se puede superar, "vienes de allí con la visión cambiada, con otros valores". Esta jerezana se fue a los campamento de Tifariti, más concretamente en Daghla (territorio liberado del Sáhara) para colaborar en los IV Encuentros Internacionales de Arte en Territorios Liberados del Sáhara Occidental, que organiza la asociación Artifariti desde el año 2007. Se trata de una cita con las prácticas artísticas como herramienta para reivindicar los derechos humanos, el derecho de las personas y los pueblos a su tierra, su cultura, sus raíces y su libertad. Es un encuentro anual de arte público, un punto de referencia para artistas interesados en la capacidad que tiene el arte para cuestionar y transformar la realidad.
Ella, como tantos otros cooperantes, pretenden llevar la experiencia de su profesión -en este caso, Lola trabaja con la cerámica- a las mujeres de los campamentos.
Lola Jiménez se encargó de un taller de cerámica, "he ido principalmente para enseñarles cosas diferentes, que aprendan otras cosas". Las mujeres que asistieron al taller trabajan normalmente en él, pero como cuenta Lola, "no tiene mucha motivación por la situación en la que se encuentran, ellas sienten que están allí de paso y piensan que mañana van a volver a como estaban antes".
El taller de cerámica se desarrollaba "en una casa de adobe donde tiene ubicado el taller de cerámica que hizo una ONG italiana hace unos años. Las condiciones son de lo más básico, tienen un horno fabricado artesanalmente".
Lola no sabía a lo que se enfrentaba, desconocía el tipo de trabajos que se realizaban allí ni los conocimientos que poseían las mujeres, por eso preparó un programa que contenía "de todo un poco, metí algo de molde, dibujo, el logotipo de Artifariti para que ellas hicieran colgantes, bajorrelieves para colgarlos, dibujos para que tomaran un poco de soltura y lo pasaran a plantillas, hicimos cuentas de barro".
Con los objetos que salieron del taller de cerámica se creó una pequeña exposición que tuvo lugar al final de la convivencia. "Ellas tienen muy poca motivación, pero en cuanto empezaron a vender y se dieron cuenta de que su trabajo daba sus frutos lo vieron todo con más ilusión". Pero la salida a sus trabajos no se queda ahí, "les comenté que tuvieran clara la programación de los eventos que se hacen durante el año ya que atraen a mucha gente de fuera y deben aprovechar esos momentos para poner un stand con la producción". Además de sacarle partido a estos eventos, "también me gustaría que enviaran material aquí y colocarlo en las asociaciones. Les he enviado algún correo pero aún no me han contestado porque la comunicación es muy mala. Tienen sólo un sitio donde se pueden conectar a Internet, pero la mitad de las veces no funciona".
Además de la experiencia profesional, Lola ha traído otros valores, asegura que "la experiencia es muy bonita, porque las personas son increíbles, sin tener nada, siempre se están riendo, lo poco que tienen te lo dan, siempre te están invitando a sus jaimas a tomar el té." Lola Jiménez explica lo dura que es la vida en el desierto: "caminar por la arena te deja agotada, además tienen un dieta poco variada, normalmente se alimentan de arroz, cuscús y carne de camello, cuando sacrifican alguno".
Después de los quince días que Lola Jiménez ha pasado conviviendo con los refugiados, promete volver porque asegura que "tienes que vivirlo para saber lo que ellos están pasando, y cuando te das cuenta de que no tienen ninguna maldad, que son trabajadores y muy acogedores, es cuando más rabia te da todo lo que les está pasando".
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