Cultura

Villaescusa, un pintor con luces

  • El artista jerezano inaugura hoy, a las 20 horas, en la sala Pescadería Vieja una muestra de su obra llamada 'Patios' · Regresa tras cuatro años sin exponer en solitario con una pintura "con duende"

Sí, existe el pintor eterno. Su cerebro es un lienzo siempre inacabado. Y en su proceso creativo reconoce que "sufre" por no poder transmitir o expresar, en ocasiones, lo que sus pensamientos, en forma de pinceladas, quieren decir. Sí, es un creador. Crea cuando sueña, en el quiosco de la plaza de abastos cuando desayuna a las seis de la mañana, cuando lleva a su hijo a la guardería, mientras conversa con los demás, cuando compra tabaco... No hay paz para su imaginación, ni nada que le entretenga por el camino.

Sí, uno de esos tipos es el pintor jerezano Fermín Villaescusa. Un artista que no se prodiga demasiado en los circuitos expositivo de la ciudad, pero que cuando lo hace, deja huella. Lo hizo hace cuatro años en las bodegas González Byass con sus atardeceres y amaneceres, captados en sus idas y venidas en moto por las carreteras de la provincia, y ahora quiere decir algo de nuevo en la sala Pescadería Vieja, hoy, a las 20 horas, con su serie 'Patios'.

Un total de 16 cuadros de patios de diferentes puntos de Andalucía, como Écija, Osuna, "pero son, sobre todo, de la provincia de Cádiz, Sanlúcar, Jerez, Bornos, Medina..., donde hay una cultura especial hacia estos espacios. El patio de vecinos, abiertos, decadentes, elegantes, con humedades. Los hay de todo tipo. Pero en los de Cádiz, a diferencia del sevillano, que enseguida tiene las escaleras hacia arriba, aquí se hace vida en el patio. Predomina un golpe de luz especial", cuenta el autor. Con sus solerías, sus macetas, sin ellas, con esculturas..., pero sobre todo, con alma. "Yo no pinto un patio por pintarlo, tiene que transmitirme algo, que tenga duende, como el flamenco", añade.

El origen de esta serie surge hace dos años en sus largos paseos con su hijo, cuando éste era un bebé, "empecé a meter la cabeza en esos patios, y sentía cómo me invitaban a entrar. Vi algunos preciosos y es que la realidad es para mí un pretexto para pintar". "Casi todos los patios que he pintado -subraya- están cerca de mi casa, en las Angustias, por el barrio de San Mateo, San Miguel, Santiago. Creo que son los más bonitos y eso que he recorrido toda la provincia". Sin embargo, no ha encontrado Fermín el patio perfecto, los originales los transforma en el lienzo a su gusto. Les añade y quita cosas. Como si fueran suyos. "Soy muy pesado con la luz, pero es muy importante para mí que tengan esa luz envolvente, magia, que te inviten a verlos, que ellos mismos se luzcan. Lo reconozco, la luz es como una droga y estoy enganchado a ella".

Ha ganado numerosos premios nacionales, una veintena, como el Primer Premio del Certamen Nacional de Pintura Teresa Rivero (2009), fue finalista del Premio Internacional de Pintura BMW en su XXIII edición (2008), Premio adquisición Concurso Nacional de Pintura 'Villa de Rota' (2010), Primer Premio 'Villa de Grazalema' (2011) y tercer Premio Internacional Alcalá de Guadaira (2011), entre otros. Pero el más importante para él, y que tiene inmortalizado en su estudio de las Angustias, sobre la foto junto a la Reina Doña Sofía, es el que ganó con tan sólo 6 años en el Club Nazaret promovido por la Caja de Ahorros de Jerez, hace más de cuatro décadas. Un primer premio a una selva de animales hecha con lápices de cera. El trofeo, un scalextric y una cartilla con 500 pesetas.

Además de los patios, también se podrá ver en Pescadería Vieja hasta el 30 de marzo un retrato de su familia, su mujer, su hijo y él mismo. Porque Villaescusa es además un amante del retrato. Prueba de ello son las inmortalizadas 'viejas' de la plaza de abastos. "En realidad me gusta ir probando cosas nuevas, ahora una pintura más tocada, ahora más suelta. Yo soy muy del XIX, de Sorolla, aunque hago una coctelera también con los pintores actuales que me gustan como Antonio López, Joaquín Sáenz... La cuestión es que estoy siempre en el camino. No se puede decir que Fermín pinta así. La temática va variando. Animales, naturaleza, playa, patios... Quiero transmitir al que entiende y al que no".

Dedicado a la pintura por completo desde hace cuatro años, antes compaginaba la afición con el mundo de las bodegas en Pilar Aranda, que perteneció a su familia y fue vendida a Álvaro Domecq. "Aunque me tocara la Primitiva, seguiría levantándome a las seis de la mañana para pintar. Nací para esto, y esta es mi vida", asegura. Es además profesor de pintura desde hace 15 años y tienen una veintena de alumnos. "El nivel ha subido muchísimo en los últimos años y lo veo en los concursos. La competencia está cada vez más fuerte y en Jerez hay mucho talento".

Son pocos los días que Fermín no ha pintado, los cuenta con los dedos de una mano. Plasma sus ideas antes del amanecer, cuando están más frescas. Criado en la luz del Sur, en su atmósfera, como él la llama, dice que sería incapaz de pintar en otro lugar, que su pintura cambiaría de color, aunque asegura que la luz de esta tierra, "es muy difícil de captar y de inmortalizar".

Para el crítico de arte Bernardo Palomo, la obra de Fermín Villaescusa "está en posesión de un lenguaje pictórico poderoso, donde nada queda supeditado a los arbitrarios postulados de la improvisación".

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