Un aprendiz jerezano de José de Arce

La ciudad de la historia por Fco. Antonio García Romero y Eugenio J. Vega Geán

En los primeros años de su estancia en Jerez entró a su cargo como discípulo Juan de Rebordelo

13 de abril 2010 - 05:00

VAMOS a conocer un dato inédito acerca de la vida y obra del afamado escultor flamenco José de Arce, durante su estancia en Jerez de la Frontera.

Su nacimiento tuvo lugar entre los años 1603-07 en tierras de Flandes y, tras un período de formación artística, recala en tierras hispanas.

En 1636 se encontraba residiendo en Sevilla, pero a los pocos meses, al ser contratado para la obra escultórica del retablo mayor de la Cartuja jerezana en 1637, se trasladó a nuestra ciudad. La ejecución de este encargo, supuso una gran evolución en la escultura religiosa de la órbita hispalense de la época, rompiendo los manieristas cánones hasta la fecha imperantes, debido a la indeleble influencia del genio alcalaíno de Montañés.

En Sevilla vivió primero en la collación de Santa Catalina y, tiempo después, en la de la Magdalena.

A partir de 1641 con el concierto alcanzado con la fábrica de la parroquia de San Miguel, de nuestra ciudad, para la finalización de su espléndido retablo mayor, iniciado por Martínez Montañés, su vinculación con Jerez es aún mayor, tanto por su trayectoria profesional como personal.

Arce se instala alrededor de 1644, fecha en la que está documentado su primer contrato de arrendamiento, hasta 1650. Residió en varias viviendas de la collación de San Miguel, estando situada su segundo domicilio en la calle Caballeros en 1645.

En 1641 cuando se obligó a realizar el contrato anterior con la parroquia de San Miguel estaba casado con María de Pastrana. El escultor, tras enviudar, se casó con Margarita Tello de Meneses en 1650. Su segundo suegro, Fernando del Corral, procedía de la ciudad de Lúbecq, de la Baja Alemania.

La carta de pago y finiquito del retablo mayor de San Miguel se otorgó el 14 de diciembre de 1648.

Antes incluso de concluir el citado retablo, Arce continua realizando otros encargos para diferentes comitentes, entre los que podemos citar la hechura del Santo Crucifijo d de la Salud, de la homónima Cofradía jerezana, imagen que se le atribuye, por cuanto se tiene constancia documental fechada el 20 de febrero de 1647 en la que el pintor Manuel Díaz de Tejada se concertó encarnar esta efigie, en cuya escritura figura como testigo José de Arce, razón por la que se le puede atribuir con fundamento la citada talla, así como por los rasgos similares con el Crucificado, que esculpiera para el retablo mayor de la Cartuja jerezana.

Con estas esculturas Arce irrumpe ante la mediocridad imperante en la escultura sacra de la época, salvo contadas excepciones, con un gran espíritu creativo y una fuerza arrolladora rutilante.

Su influencia se mantuvo hasta bien entrado el siglo de las luces, siendo tan sólo en parte eclipsado por la estela de Pedro Roldán, sin que su genialidad y singularidad haya pasado desapercibida por los tratadistas del arte de la escultura. Su genio es comparable al de Cano y Montañés en la metrópolis hispalense del seiscientos.

Entre sus discípulos más afamados se encuentra Andrés Cansino, maestro a su vez de Ruiz Gijón.

En los primeros años de su estancia en nuestra ciudad, concretamente en 1645, entró a su cargo como aprendiz Juan de Rebordelo, documento que localizamos y que por su interés, reproducimos a continuación, pues pudo suponer la formación de un discípulo jerezano de este artista de la escultura, que finalmente no llegó a buen fin por causas, que aún desconocemos.

'Domingo Rebordero ministril vesino que soy desta muy noble y muy leal ciudad de Xeres de la frontera en la collasion de san Lucas a el barranco otorgo e conozco que pongo por aprendiz con Josefe de arce maestro escultor vesino desta ciudad en la collacion de san Miguel calle de Pedro Alonso que esta presente a jean de rreborderlo mi hijo de hedad de nueve años por tiempo y espacio de ocho años que an de comensar a correr y contar desde oy dia de la fecha desta escriptura en adelante hasta ser cumplidos para que en el dho tiempo le enseñe el dho oficio de escultor segun El lo save e mejor lo pidiere de aprender por manera que en fin del dho tiempo lo a de dar enseñado e que sea oficial e durante el dho tiempo le a de dar de comer calzar cama en que este duerma e cura de todas sus enfermedades que tubiere a su costa e los quatro años primeros yo el dho otorgante le e dar de vestir e calsar e todo lo necesario para su persona E los otros quatro años postreros el dho Joseffe de arce lo a de bestir e calsar de todo quanto fuere menester para su persona E tratallo bien e desta manera me obligo que el dho mi hijo cumplira el dho tiempo e de no quitallo durante El y que no se yra ni ausentara ...'.

Apenas unos meses después, en agosto de 1645, José de Arce y el padre del citado aprendiz llegaron a un concierto por el que otorgaron que si bien Domingo de Rebordelo puso a su hijo como aprendiz con el referido maestro escultor, 'ahora por las causas que les mueben quieren dar por ninguna la dha escriptura de obligacion e tiempo de su obligacion ...'.

Durante su trayectoria artística Arce colaboró con el escultor Alonso Martínez, y con su hijo Felipe Martínez, que incluso sería apadrinado por el propio Arce. Asimismo, ayudó a Felipe de Ribas en la conclusión del retablo mayor de la iglesia lebrijana de la Oliva.

Un año antes de su muerte, en 1665, y a la edad de 58 años tenía como aprendiz a Sebastián Ginés, posiblemente hijo del montañesino Gaspar de Ginés, según el Padrón Municipal de Sevilla.

Otro de sus más fieles seguidores en el arte de la escultura fue Francisco de Gálvez, que firmó su concierto de aprendizaje con Arce en 1655.

Su óbito tuvo lugar en el año 1666, a cuya muerte se procedió a la almoneda pública de sus bienes, enseres y utensilios de su oficio, que en su mayor parte llegarían a manos de otros artistas, legándose de esta forma su genial estilo.

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