La brillantez de una luz distinta

La brillantez de una luz distinta

31 de octubre 2015 - 05:00

DESDE siempre, Manuel Tosar Granados se nos presentaba como aquel pintor nacido en Rota que estaba en posesión de un lenguaje especialmente expresionista y que realizaba un paisaje meridional con unos sistemas interpretativos de mínima composición formal pero que, sin embargo, ofrecían infinitas posibilidades representativas. Además, se trataba del aquel artista que, de vez en cuando, Paco Daza, nuestro desaparecido y recordado galerista, presentaba en su galería de la calle Tornería para disfrute de muchos aficionados de la zona que amaban considerablemente la pintura del artista roteño. Durante mucho tiempo a Tosar Granados se le tenía presente en la distancia; en él se confiaba para escribir la historia reciente de la pintura gaditana como miembro de una figuración expresionista que él dominaba con precisión y carácter. Pero Manuel Tosar Granados, por unas cosas o por otras, se nos fue perdiendo en los horizontes de los circuitos, quizás por el propio discurrir de lo artístico preocupado en encontrar nuevas posiciones y nuevas circunstancias en la oferta de un Arte que asumía los planteamientos de unos momentos con otros intereses creativos y, por tanto, plásticos y estéticos..

La Diputación Provincial de Cádiz, le organizó el pasado verano una muestra importante de su pintura en los Claustros del Palacio Provincial; muestra que constituyó, según nos dicen y nosotros pudimos comprobar, el día que estuvimos contemplándola, todo un éxito de asistencia. Ahora, la Sala de Profundis de los Claustros de Santo Domingo se llenan de los impactos visuales que proporciona la pintura de este artista dominador de una pincelada expresionista y absolutamente determinante.

Manuel Tosar Granados es, ante todo, un buen pintor; un pintor que consiguió muy pronto hacerse con un lenguaje propio, personal e intransferible. Adoptó unas maneras únicas en las que se potenciaba la imagen desde los postulados que marcaban los elementos conformadores; estos, luz y color, principalmente, daban la máxima contundencia expresiva a una escena que reducía la brillantez del dibujo en aras de una exuberancia expresiva conseguida desde un acertadísimo tratamiento de la luz. El pintor roteño, tanto en sus paisajes como en los grupos de personas, casi reduce al máximo la línea compositiva para dar mayor sentido a la luz que estructura una expresión poderosa donde la realidad se intuye más que ve ilustrada sus perfiles concretos.

En la amplia exposición que se presenta en el antiguo recinto del convento dominico nos encontramos la característica pintura de un artista que siempre ha mantenido sus esquemas constitutivos, que ha hecho realidad ese expresionismo valiente que enmascara la figuración para conceder a las posiciones representadas acertadas manifestaciones plásticas ejecutadas desde el poder estructural de una luz meridional que envuelve todo el escenario y que concede al color una mayor y determinante potestad. Obras que nos conducen por pueblos blancos inundados de esa luz distinta que casi hace daño a la vista y que el artista nacido en Rota domina y le da un especialísimo sentido de gozosa brillantez. Y, también, representaciones de una humanidad que no son si no simples manchas coloristas envueltas en un halo de dulce misterio.

Estamos ante la obra personalísima de un autor que deja estelas de luz en una composición donde todo se suscribe a la contundencia de la forma; un pintor que lleva tiempo demostrando a qué se debe el interés que despierta una pintura compleja a la que hay que dotar de suma trascendencia plástica. Manuel Tosar Granados se nos ofrece en todo aquel esplendor que conocimos hace muchos años, cuando Paco Daza lo traía a Jerez y que cautivaba por ese dominio absoluto de la luz y del color como integrantes de una escena representativa, absolutamente expresionista.

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