Diario de las artes

El C3A, un centro artístico para la investigación y la creación del arte más inmediato

'Artista viendo un libro de arte', de Guillermo Pérez Villalta

'Artista viendo un libro de arte', de Guillermo Pérez Villalta

Una de las obras de Ana Prada Una de las obras de Ana Prada

Una de las obras de Ana Prada

La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía tuvo siempre la idea de que el Arte Contemporáneo no fuese sólo algo que pudiera ser contemplado por los sevillanos en ese buque imaginario que es el CAAC, allí en los espacios míticos de la antigua Cartuja de Sevilla. Se veía, cosa razonable, la necesidad de que la oferta se expandiera por otros puntos de la amplia y generosa geografía andaluza. Para ello se pone en marcha el C3A - Centro de Creación Contemporánea de Andalucía - y se busca la orilla cordobesa del Guadalquivir en la ribera que está frente a la mole impresionante que encierra ese tesoro mayúsculo de arquitectura, arte, religiosidad e historia que es la Mezquita de Córdoba. Buena idea, mejor proyecto y, poco a poco, el tiempo nos dirá si acertado desarrollo y buen desenlace artístico.

Hay que comenzar diciendo, para aquellos que no conozcan el espacio cordobés, que es sobrio por fuera, escueto de líneas blancas en referencia a la luminosidad impactante de las casas y patios cordobeses y espectacular, exuberante y extraordinario, por dentro. El sentimiento tan querido por lo musulmán de crear un velo de misterio a la grandiosidad de los interiores mediante una contenida dimensión del exterio , se cumple absolutamente en este edificio que se llevó a cabo en el 2005 por los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano. Su finalidad es un centro activo donde los artistas produzcan y presenten sus proyectos en sus distintas fases de ejecución; es por tanto un espacio mitad residencia de artistas mitad órgano expositivo con una gran vinculación sobre la realidad del entorno. El espectador inicia la visita tras atravesar limpias superficies exteriores que conducen a zonas imponentes donde los espacios se desarrollan en vertical y horizontal atrapándote en unas estancias con paredes frías de cemento que rodean inmensas superficies.

La primera gran exposición que se te presenta es, nada más y nada menos que la del genial Guillermo Pérez Villalta que ofrece un medido recital de su sabio lenguaje pictórico, ese que organiza una impresionante sucesión de modos y medios para que lo clásico y lo moderno fundan sus fronteras en una realidad artística única, personal e intransferible. Son obras perteneciente al legado que el pintor de Tarifa ha donado al pueblo de Andalucía y que forma parte de la colección del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Pinturas de todas sus etapas creativas, cuadros que encierran testimonios íntimos de un artista en posesión de uno de los lenguajes más lúcidos de la pintura moderna. Obras que nos transportan a la personalísima filosofía del artista, esa que conjuga la racionalidad y la simbología, lo cercano con asuntos extraídos de los enigmáticos esquemas que guardan los inestables recovecos de la memoria. Pinturas protagonizadas por el propio artista, por sus íntimos encuadres existenciales, por los registros específicos de su credo estético, por el recuerdo personal de una zona meridional tan cercana y tan determinante, por los esquemas vitales que constituyeron unas señas de identidad perfectamente establecidas. Junto a tan especialísimas pinturas se presenta una colección de cuatro vasos que aluden a las realidades conformadoras de la naturaleza. Y como culminación de tan significativo recorrido una colección de joyas, aderezos y pequeños objetos que constituyen un pequeño ajuar con el sello inconfundible de uno de nuestros artistas con más dimensión creativa.

Una segunda exposición, quizás, la culpable de esta visita a los espacios expositivos que dirige Álvaro Rodríguez Fominaya, pues una artista de Jerez presentaba dos piezas  importantes de su esclarecedor trabajo. La muestra responde al título de 'Tocar la tierra' y en ella una serie de autores andaluces presentan sus creaciones salidas de proyectos realizados en estancias en el propio Centro y surgidas con una clara vinculación al entorno;, de ahí la referencia terrenal del nombre de la muestra. La exposición nos pone en sintonía con la realidad creativa del mejor arte avanzado que se hace en Andalucía; creadores, jóvenes de luces y espíritu, que se sitúan en los expectantes caminos de una creación sin complejos y en abierta expansión. El granadino Álvaro Albaladejo presenta una instalación en la que se conjugan la escultura y la artesanía tradicional con un trasfondo conceptual lleno de referencias mediatas hacia el arte califal. El sevillano Manuel M. Romero mantiene un sesgo al clasicismo expresivo con una pintura abstracta que nos traslada a un universo de esencialidad y justo minimalismo visual. Por su parte Concha Ybarra investiga sobre la relación de la cerámica, la pintura y el dibujo con referencias a la luz en forma de lámparas. La pacense, afincada en Sevilla, Lola Zoido diluye las fronteras físicas entre la pintura y la escultura. El malagueño Rafael Pérez Evans se decanta por una instalación basada en el hecho real por el cual unos ladrones robaron varias toneladas de naranjas y se las llevaron en dos viejos coches. Por último, la jerezana Cristina Mejías presenta dos obras de máxima importancia. En la primera, una videoinstalación nos conduce a la isla de Gavdos, allí donde naufragó Ulises camino de Ítaca; en la segunda nos introduce en el viejo trabajo artesanal de los constructores de guitarras.

La tercera exposición que se presenta en el C3A cordobés nos conduce por la obra de Ana Prada ( Zamora, 1965), una escultora que tiene como base conformante de sus piezas los objetos cotidianos. Así nos encontramos con obras realizadas con cuchillos, tazas, rulos, rollos de papel higiénico que desarrollan estructuras que se van organizando a través complejas geometrías hasta desarrollar un curioso e interesante juego visual. También nos encontramos repartidas por las estancias expositivas obras que se relacionan específicamente con el espacio arquitectónico donde se presentan y que aparecen perfectamente implicadas en la propia estructura física del espacio 

Yoko Ono Yoko Ono

Yoko Ono

El nombre de Yoko Ono (Tokio, 1933 ), la compañera del mítico beatle John Lennon, está íntimamente ligado al arte conceptual al que ella impone un estamento particular cuyo resultado pasa, quizás, de puntillas ante la expectante situación que supone ser quien ha sido junto a la aplastante figura del genial músico. No obstante hay que considerarla una figura importante del arte más avanzado, el conceptual, la perfomance y las actuaciones intervencionistas. Para esta ocasión, en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, presenta tres piezas realizadas específicamente para Córdoba. "Para ver el cielo. Versión cordobesa", "Pieza para zurcir en cuatro estaciones" y "Árbol de los deseos para la paz". De las tres considero especialmente significativa la primera en la que una escalera de caracol permite subir a un hipotético mirador con objeto de divisar la ciudad.

Estamos, pues, en un centro artístico que, además de sus infinitas posibilidades, se constituye en un espacio donde materializar experiencias y proyectos para todas las infinitas circunstancias que anima el arte contemporáneo.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios