Cultura

El deseo intacto

54 Festival Internacional del Cante de las Minas. Cante: Carmen Linares. Guitarra: Salvador Gutiérrez, Edu Pacheco. Palmas y coros: Ana María González, Rocío. Percusión: Quique Terrón. Piano: Pablo Suárez. Baile: Javier Barón. Lugar: Antiguo Mercado de La Unión (Murcia). Fecha: domingo, 10 de agosto. Aforo: Lleno.

El espectáculo es una recapitulación. La cantaora Carmen Pacheco, que ha tomado el nombre de su ciudad natal como apellido artístico, se detiene en algunos de los hitos de su carrera. Así, la cosa empieza de la manera más clásica: tarantas de su tierra, por partida doble, y cartagenera del Rojo el Alpargatero. Por tientos. La cantaora se desliza con fluidez por un territorio que conoce al dedillo, arrojando sobre este paisaje familiar una mirada nueva. Las condiciones vocales ya no son las mismas, así que la fuerza se trasforma en sutileza, intimismo. Y devoción. Devoción por un repertorio. La cantaora ha alcanzado un estatus en el que ya no tiene que llevar ella a la melodía sino que puede arrojarse en ella, como el que se arroja en los brazos de un amante bien conocido. Son los privilegios de quien ha profesado, y profesa, un largo amor. Soleares con la guitarra Edu Pacheco: madurez de quien lo sabe todo, es decir, que todo queda por saber, frente a la pujanza del que está empezando. Un maravilloso contraste. El grupo presenta un bello equilibrio: la matriarca se deja llevar por los brazos experimentados de Ana Mari González y Salvador Gutiérrez, dos intérpretes que se encuentran en la plenitud de sus facultades. Pero los jóvenes Terrón, Edu y Rocío también aportan el deseo intacto.

La siguiente estación es la de los poetas: Juan Ramón Jiménez, Lorca, Ortiz Nuevo. Y, sobre todos, Miguel Hernández, con un Pablo Suárez que rezuma lirismo huyendo de lo previsible: la poesía es sorpresa, arrojar nueva luz sobre las cosas, las palabras, las melodías. La más bella de la noche, Mis ojos sin tus ojos, la firma Luis Pastor.

Otra estación es la amistad, la sociabilidad, el cante para el baile. Linares le canta por cantiñas a un Javier Barón que llena de luz el atestado mercado de La Unión, que aquí gustan en llamar Catedral del Cante.

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