Pretérito perfecto

El escultor Nicolás de León en Jerez (y III)

 EL veintiocho de marzo de 1539 Nicolás de León se encontraba en Jerez para firmar un contrato con la Cofradía de la Virgen del Rosario, establecida en el convento de dominicos. La hermandad, que en 1525 ya existía pues fue entonces cuando redactó sus constituciones(1), se encontraba culminando su capilla en la iglesia del monasterio y por ello había encargado un retablo a León. El maestro había otorgado un documento para la realización de la obra, documento que no ha sido localizado, y en estos momentos daba fianzas de que haría el trabajo. Ya había cobrado una parte del precio final del retablo, pero explicaba que en Jerez no conocía a nadie que le pudiese servir de fiador, por lo que llegaba a un acuerdo con la Cofradía para buscar en un mes fiador en Sevilla y otorgar allí un documento acreditativo. Aun así, dejaba como fiadores en Jerez de que cumpliría con esta obligación a los albañiles Fernando Álvarez y Pedro Fernández de la Zarza(2). Estos maestros, que a buen seguro se encontraban trabajando en las obras de reconstrucción de la iglesia del convento dominicano efectuada por esos años, eran los más importantes constructores que había en la ciudad en el momento(3). Álvarez, de origen portugués, entre muchas otras obras(4) realizó en 1542 la fachada del Palacio Riquelme(5). Fernández de la Zarza, que ostentó durante largos años el cargo de alarife municipal, levantó en 1537 la capilla de la Virgen de Consolación en el monasterio de Santo Domingo y diez años más tarde la bóveda de la Capilla del Socorro en San Miguel. Ambos destacaron no sólo en la arquitectura, sino también como escultores. Las construcciones que hemos citado contienen una rica decoración escultórica labrada por los mismos albañiles. Eso nos lleva a pensar que cabe la posibilidad de que ambos hubiesen tenido cierta relación laboral con Nicolás de León que, recordemos, era también entallador en piedra. No obstante, esta relación no habría sido muy estrecha, pues, como hemos visto, ambos no dan las fianzas al francés para la realización del retablo, teniendo éste que buscar un fiador en Sevilla. 

Pero cuando todavía no se había cumplido el plazo, el entallador sevillano Bartolomé de Ortega, que como vimos estaba muy al tanto de las posibilidades del mercado jerezano, se presentó ante la Justicia de la ciudad y solicitó hacer una baja al precio que había dado Nicolás de León, lo que le fue concedido. El catorce de abril Ortega llegaba a un acuerdo con la cofradía. El escultor se ajustaba a las condiciones acordadas con Nicolás de León, pero había presentado un nuevo diseño, por lo que recibía de la cofradía cuatro ducados y medio que se tomarían como dinero a cuenta si Ortega era el elegido para la obra. En caso contrario, se quedaría con dicha cantidad “por Razon del trabajo que yo puze en fazer la dicha muestra y en el camyno de yr y venyr a esta çibdad”(6). No fue esta la única vez que León y Ortega compitieron en una obra, pues algunos meses más tarde fue León el que hizo baja en un retablo que a la postre fue adjudicado a Ortega para el Monasterio de San Francisco de Sevilla(7). 

Finalmente, el adjudicatario de la obra fue Nicolás de León, quien el 6 de mayo de 1539 firmaba un contrato con la Cofradía del Rosario por el que se obligaba a la realización del retablo. La pieza se haría en Sevilla, pero se comprometía a venir a asentarlo en su ubicación definitiva. El maestro había elaborado un nuevo diseño en pergamino que quedó en poder de la hermandad, pero que hoy no se conserva. No obstante, en el documento se incluyen algunos datos sobre la forma de la obra, explicándose que el entallador debía “hazer un Retablo de talla del Romano syn pintura alguna”(8). Vemos que se trataba de un trabajo netamente escultórico en el que habían desparecido todos los elementos góticos, que habían dado paso a una estética clásica, o lo que es lo mismo, del Romano. Pensamos que este primitivo retablo, que fue sustituido por el que hoy se conserva fabricado a partir de 1740 por Agustín de Medina y Flores y Diego Roldán(9), supuso un avance en el arte local del momento, una especie de afianzamiento de la estética renacentista que acababa por imponerse, al menos en la arquitectura en madera, a la estética medieval. No tenemos datos suficientes para establecer cómo sería el primitivo retablo de los Remedios, pero sí sabemos que en 1532 Francisco de Heredia se concertó con Gonzalo Pérez de Gallegos para realizar un retablo para la capilla funeraria que poseía en la Colegiata de San Salvador. Este retablo incluía órdenes clásicos, pero también presentaba numerosos elementos góticos, como nervaduras, baquetones y cardinas. De hecho, el Cristo de la Viga, realizado por el mismo escultor ese mismo año y para el mismo comitente, es una figura con rasgos arcaizantes que han despistado a más de un historiador del arte a la hora de su datación.

NOTAS

1. SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: Historia del Real Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera. Almagro. Tipografía del Rosario. 1929. pp. 144 y ss.

2. A.P.N.J.F. 1539. Oficio IV. Juan Rodríguez. Fol. 197 y ss.

3. SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: Introducción al estudio de la arquitectura en Jerez. Jerez. Guión. 1934. pp. 49 y ss.

4. Sobre la obra de Fernando Álvarez véase SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: “La arquitectura jerezana del siglo XVI”, Archivo Hispalense. Sevilla. 1964. nº 123. pp. 29 y ss.

5. GUZMÁN OLIVEROS, Natividad y ORELLANA GONZÁLEZ, Cristóbal: “El palacio renacentista de Riquelme (Jerez de la Frontera, 1542)”, Revista de Historia de Jerez. Jerez. 2001. nº 7. pp. 49-75.

6. A.P.N.J.F. 1539. Oficio IV. Juan Rodríguez. Fol. 295 y ss.

7. AA.VV.: Documentos para la Historia del Arte en Andalucía. Sevilla. Universidad de Sevilla. 1933. Vol. VI. pp. 61 y ss.

8. A.P.N.J.F. 1539. Oficio IV. Juan Rodríguez. Fol. 337 vto.

9. JÁCOME GONZÁLEZ, José y ANTÓN PORTILLO, Jesús: “El retablo del Rosario de los Montañeses de Jerez de la Frontera”, Revista Jerez en Semana Santa. Jerez. 2006. nº 10. 

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