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"El espíritu de la danza no es la velocidad, ni la técnica, es una figura"

La artista madrileña imparte estos días un curso con la castañuela como elemento central en el gaditano Centro de Arte Flamenco La Merced, que también acoge un homenaje a su padre

Lola Greco y los alumnos en la primera clase del curso de verano.
Alaia Rotaeche Ciarreta / Cádiz

22 de julio 2011 - 05:00

La conocida bailarina de danza española Lola Greco, hija de los también bailarines José Greco y Lola de Ronda, imparte un curso de verano en el Centro de Arte Flamenco La Merced, bajo el nombre de La danza española y el flamenco a través de la castañuela. Un curso que comenzó el miércoles y termina hoy, y que, en palabras de la propia Greco, está centrado en la castañuela porque "en la danza española y en el flamenco se utiliza mucho, no sólo como efecto de percusión, sino como un lenguaje propio, como lo es el zapateado".

Las clases están destinadas a profesores y bailarines de cualquier nivel, ya que se divide en dos: el nivel I, La Castañuela en el Tanguillo, a las 10 horas, y el nivel II, La Castañuela en la Seguiriya, a las 12 horas. Entre ambos, tendrá lugar un coloquio de media hora.

La bailarina, nacida en Madrid en 1964, se inició en la danza española en la escuela del Ballet Nacional de España, siendo primera bailarina de la compañía a la edad de diecinueve años. Desde entonces, ha viajado por todo el mundo, actuando en los más importantes teatros, como en la Ópera de Milán, y participando en grandes compañías, como la de su propio padre, y en galas internacionales, como Gigantes de la danza, junto a las figuras clásicas Maya Plisetskaya y Silvie Guillem.

A pesar de un currículum y una carrera tan impresionantes, Greco afirma que cada año "siento más miedo, más responsabilidad", ya que los bailarines al empezar "somos muy jóvenes, ni nos conocemos, pero cuando el artista y el ser se van haciendo adultos, empiezas a comprenderte y conocerte". Por eso es por lo que año tras año "es más difícil, aunque también captas muchas más cosas".

Dolores Greco Arroyo, su nombre completo, desprende un aura especial, de gran figura, de artista. Es difícil no sentirse pequeño en su presencia. Lleva tres años dedicada en serio a la enseñanza, que para ella es un mundo nuevo porque "hay que sacrificar mucho de uno mismo para transmitir de verdad lo que es para mí la danza española". Cree que aún le faltan muchos años más de maestra, pero aun así confiesa que la dedicación que pone en sus clases "es básica, tranquila, con una simiente muy elaborada, durante muchos años, para un buen transmitir de la magia de la danza completa, de la danza teatral española".

Este curso de verano que se lleva a cabo estos días es un paso más en su trayectoria como profesora, tras impartir clases magistrales durante los días 4 y 5 de junio en el Conservatorio Profesional de Danza Maribel Gallardo, también en la ciudad. "Fue una experiencia muy bonita", declara a propósito, pero también manifiesta que el conservatorio "tiene que estar en movimiento siempre". "Lo veo muy abandonado, las salas están muy vacías, yo lo llenaría mucho más de vida", opina Greco. El centro lleva muchos años parado y sin movimiento, pese a que se continúa con la labor docente como siempre.

Lola está muy vinculada a la asociación gaditana Másquedanza, organizadora tanto del curso y la exposición sobre su padre, como de las clases magistrales en el Conservatorio, ya que es socia de honor de la misma. "Gracias a ellos me ha entusiasmado hacer todo esto", dice sonriendo. Cuenta que, hace dos años, acabó muy agotada de tantas actuaciones, y que no se retiró, pero "me tuve que encerrar para recuperar absolutamente todo, el ánimo, las ganas de volver a bailar, que con el agotamiento se iban perdiendo". Y se sincera diciendo: "Esto es una vocación, puedes comer de ello si eres disciplinado; lo consigues si eres constante, pero tienes que ser bueno en lo que haces".

Para la artista, es muy importante el factor psicológico: "No hace falta que vayas a clase, con hacer una buena clase en tu casa o una buena tabla de ejercicios, y sobre todo mentalizarte para la escena, es suficiente. Yo llevo así treinta años de profesión".

Se la ve muy ilusionada, tanto con la exposición en homenaje a su padre, como con sus clases, en las que su objetivo es "ver la dimensión que logra el mismo artista". Es una mujer vital, pese a los años que lleva de profesión: "Ahora estoy en la edad en la que el cuerpo comienza a ir para atrás y la naturaleza no te deja".

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