La festiva pintura de Pepe Baena a lo grande
Diario de las Artes
EL nombre de Pepe Baena es un ejemplo poco frecuente en el panorama artístico. Surge en plena madurez, joven pero madurez. Llegó a esto bien crecidito, cuando ya ejercía como cámara en los medios de una televisión a la que accedía después de un periodo formativo en la especialidad de Medios Audiovisuales. Era un joven gaditano que se nos descubría, desde un principio, con un gran desparpajo artístico, con unas maneras distintas, personales, llenas de particularidades representativas y con un concepto figurativo que se alejaba de los modos habituales para ilustrar una realidad diferente a la que él proporcionaba una entidad única que, ya, bien podemos designar a lo Pepe Baena.
Porque Pepe Baena es un artista con un lenguaje muy propio, adscrito a una estricta figuración pero con unas connotaciones especiales que no se parecen a nada por su radical tratamiento y esa limpia mirada que va más allá de lo meramente ilustrativo. Su obra es personal e intransferible; muy a lo Pepe Baena. Sabemos que sus elementos compositivos no los descubre él, están ahí, son patrimonio de todas las miradas, sin embargo, él les da un sello especial y un aire distinto, muy suyo, con gran originalidad y un sentido único, lleno de ironía y jocosa sensibilidad. Pepe Baena es un personaje tremendamente particular; es amigo de niños y de personas mayores; con todos tiene una palabra amable y forma parte, sin duda, del paisaje de su ciudad; es gaditano ejerciente, con ese sentido estoico de la vida y con un saber estar diferente y único. Su pintura es él mismo, fácil, festiva, sin pretensiones, distinta, abierta, desentrañando sólo lo que contempla su mirada escudriñadora, que es tanto como decir que es lo que él es capaz de ver, de pintar y de enseñar. Por eso, su obra es un tratado de gaditanismo, de íntima sensibilidad para captar lo más mínimo y entrañable, para plasmar con fina exactitud lo más inmediato, lo que puede pasar desapercibido por cercano, la esencia de las cosas, de la gente y de los ambientes sencillos.
Pepe es Cádiz, es su mirada transgresora, es el espíritu jocoso, la vuelta de hoja, el tratamiento especial de las cosas, el sacar agua de un pozo seco, dar una feliz vuelta de tuerca a todo, a un episodio serio, convertir en sobria poesía la prosa más estricta. De esta manera, por los lienzos de Pepe Baena pasa Cádiz, su espíritu, los perfiles a contracorriente de su gente, el envés festivo de la vida. Pepe convierte lo mínimo en máximo; hace eterno un pescado de la Bahía, convirtiéndolo en una escenificación barroca de un bodegón de hoy; Pepe hace eterno un vaso chorreante de Cola-Cao y unas tortas Inés Rosales; eleva a la espiritualidad suprema una silla de la playa y una neverita de plástico o hace imperecedero un botellín de Cruzcampo. Pepe es sabio hacedor de los almanaques de la vida de Cádiz, etiquetador de una realidad ensimismada en su propio sentido. Pepe espiritualiza la cercanía de sus hijos -Pepe, Sarita y Mateo-. Pepe es Pepe Baena y lo demás territorio sacado de un espacio de pobres circunstancias.
Ahora llega a Madrid, conquistando Madrid; llega a una galería emblemática del paisaje expositivo de la capital de España, María Porto. Allí amplía y hace eterna una filosofía artística simple pero superior, pone en evidencia una feliz circunstancia definida desde el supremo marchamo de la marca Pepe Baena. Allí se va a disfrutar de sus horizontes impredecibles; se va a ver cómo margina lo común para hacerlo superior, vivencial…eterno. Se va a contemplar cómo su obra se expande fuera de los límites de la realidad porque ésta, a fuerza de ser cotidiana, se evade y busca nuevos territorios sin efectismos ni imposturas.
La exposición saca a la luz los sencillos paisajes de su casa, los pausados testimonios de la gente que la habita; describe los registros mitad reales, mitad imposibles siempre festivos de lo que le rodea; abre las espitas de esa humanidad entrañable poblada de contrastes que deambulan por la cocina de su casa, los juegos de los niños, sus juguetes, sus exagerados amigotes…
Pepe Baena es un pintor que está en la cresta; eso ya no lo pone nadie en duda. Su pintura interesa, atrae, es valorada; sus piezas son buscadas y Pepe Baena solicitado por su festiva pintura diferente, pero también por sus explicaciones, por su espontaneidad y por su aplastante sencillez. Pepe Baena es sabio, entrañable…artista. Ahora que está de moda ir a Madrid a contemplar el espectacular alumbrado de las calles o a ver el veterano y añoso Rey León y de paso visitar el Bernabeu -¡hay gente pa to, que le dijo Juan Belmonte a Ortega y Gasset cuando se enteró que Don José era filósofo-; en estos días vacacionales como no se va a tener tiempo de ir a El Prado, no lo duden, vayan a deleitarse con la pintura de Pepe Baena. La muestra está en la Galería María Porto; calle Villanueva. LEVANTE EN CALMA espera. No se la pierdan.
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