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LA CRÍTICA

Un homenaje de artista

  • Fernando Soto no sólo aprovechó su oportunidad para homenajear a Lola Flores, sino que, como los buenos toreros, salió por la puerta grande del Villamarta.

LA NIÑA DE LA VENTA. Voz: Fernando Soto. Dirección musical y flauta: Raúl Bernal. Contrabajo: Antonio Corrales. Violín: Ana Belén Pina y Fernando Pina. Saxo: Antonio Torres. Trompeta: David Guillén. Trombón: Gabi Gálvez. Piano: Mai Kikuchi. Batería:Manuel Cabrales. Percusión: Carlos Merino. Guitarra: Pelu de la Isla. Coros y palmas: Cheto Muñoz, Lucas Carmona y Juan Diego Valencia. Día: 11 de octubre. Lugar: Teatro Villamarta. 

A veces, el destino depara situaciones imprevisibles pero que luego, como en el caso de Fernando Soto, hay que saber aprovechar. Y digo esto porque seguramente, de no ser por Lola y ese homenaje que se le quiere dar, este joven artista jerezano no hubiese tenido ese sitio que tanto anhelaba, y creo que merecía, en el Teatro Villamarta. Así de grande es Lola.

Lo cierto es que Fernando Soto no sólo aprovechó su oportunidad, sino que, como los buenos toreros, salió por la puerta grande de ese "templo del arte de Jerez", como él mismo lo define. No fue para menos porque su puesta en escena y su propuesta artístico-musical así lo merecieron. Tanto que el teatro se rindió a sus pies con una vehemencia que al menos yo pocas veces he visto en los últimos años en el Villamarta.

Artista como pocos, Fernando cuidó cada uno de los detalles sobre la escena, desde el más insignificante, como la copa de vino con la que brindó tras interpretar 'La niña de la venta' (con el que rompió el hielo) bajo los acordes de Lucas Carmona, hasta el gesto de dedicar el concierto al periodista Antonio Merino, padre de su percusionista Carlos Merino, que había fallecido el pasado domingo. No se le escapó nada, y eso es fundamental.

Acompañado por una orquesta de catorce músicos, el jerezano eligió un repertorio preciso que denota el conocimiento, predilección y admiración que siente por La Faraona. 'Cuna cañí', en la versión jerezana que hacía Lola, le sirvió para destapar el frasco de la copla en su estilo más clásico.

Dominando en todo momento la situación y dándole a cada pieza una dosis de interpretación, Fernando prosiguió con 'Mi sangre' y 'La Zarzamora', a la que le imprimió su aire más personal. Sin poseer una voz descomunal, es capaz de llevar y hacer suyo cada tema con una sutileza que acaba por enamorar. El público agradeció su esfuerzo y aplaudía y aplaudía cada desplante, y cada movimiento suyo por el escenario.

'Porque en el mundo no hay nada señores como la copla española...' reza la letra de 'Temperamento', otro de los temas que Fernando interpretó y con el que consiguió meterse al público en el bolsillo. 'Viva tu mare', ¡Qué arte, hijo!' se oyó en el patio de butacas mientras el jerezano, desbordado ante las muestras de cariño, tuvo que frenarse en seco emocionado al tiempo que las palmas por bulerías sonaban de fondo.

Los sones de 'Pena, penita, pena' afloraron entonces por la escena para volver a ver a Fernando Soto en todo su esplendor, pues sacó y exprimió la copla hasta más no poder. Había pasado media hora volando. Los maravillosos arreglos de la orquesta ejecutaron de seguido otra de las grandes obras maestras de la música española, 'Morita, mora' de Caracol. La zambra levantó el vello y removió los adentros del respetable. Hasta Paco Cepero que estaba en la platea, y que de esto sabe y no poco, gritó: 'Olé'.

La línea emotiva de la noche no se detuvo, quizás porque el orden de cada uno de los temas en la escaleta fue perfecto. 'A tu vera' volvió a hacer vibrar al público. No era para menos, su voz meció y meció cada una de las estrofas como si de una marcha a su Jesús del Prendimiento se tratara, hasta reventarlo todo.

Con los versos que Pemán escribió a Lola, recitados en la voz de la propia Faraona, 'No hay en el mundo una flor/que el viento mueva mejor/que se mueve Lola Flores', Fernando entonó el 'Torbellino de colores', para acto seguido, meterse por bulerías a capella y rematar con una versión del 'Limosna de amores' sentado en el proscenio y acompañado por la preciosa guitarra del Pelu de la Isla. "Hasta sentado tienes arte' y '¡Vivan los monstruos!" sonaron nuevamente en un patio de butacas repleto.

"Ahora voy a hacer un poquito por bulerías de Jerez", dijo, para acordarse de 'Nacer en Jerez', aquella maravilla que Antonio Gallardo dedicó a Lola Flores. Mostró de nuevo su faceta más clásica, cántandose, bailándose y rebosando arte por doquier.

Con más de una hora de repertorio, Fernando Soto seguía manteniendo en vilo al público, con lo difícil que es eso. Recurrió entonces a 'Parapapá', un tema de Lolita al que dio un ritmo por tangos, y no se olvidó de La Chati a la que recordó cantando por bulerías. Con todo a su favor, despidió la noche homenajeando a Los Flores con 'Pan y chocolate' esa rumba catalana del Pescaílla, y 'Los metales de tu voz', no sin antes darse su particular 'vuelta al ruedo' por el patio de butacas entregado en pie a su arte.

Fue el colofón a una cita histórica en la que Lola una vez más demostró que, 21 años después de marcharse, sigue siendo una fuente de inspiración para público y artistas, en este caso Fernando Soto, que puso su particular bandera en un Villamarta rendido a sus pies.

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