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JOSÉ MARÍA CARRASCAL. PERIODISTA Y ESCRITOR

"El interés de Gibraltar es seguir viviendo a costa de los españoles"

  • El madrileño aterriza en Jerez para presentar su nueva obra 'La batalla de Gibraltar', donde explica la contienda política detrás del Peñón

José María Carrascal (Madrid, 1930) vuelve a un medio de comunicación, pero en esta ocasión es él quien responde a las preguntas. El reconocido periodista acude al Casino Jerezano para presentar su nueva obra, 'La batalla de Gibraltar', que desmenuza y explica a este medio desde su concepción hasta su publicación. Corresponsal en el extranjero, columnista, colaborador, presentador de informativos y ganador de premios como el Nadal, el Ciudad de Barcelona o el Mariano de Cavia se encuentra, según él mismo "en la mejor etapa de su vida, donde soy dueño de mi propio tiempo".

-¿Cómo surge 'La batalla de Gibraltar'?

-De mis crónicas enviadas desde la ONU cuando surge la polémica en los años 60, cuando se debate su descolonización. Era corresponsal y escribía diariamente del Comité de los 24. En el 67 comienza la controversia con una resolución que básicamente da el título de Gibraltar a España porque dice que Gibraltar debe ser descolonizada por el principio de la Integridad Territorial de los Países. Aproveché que en este 2013 se cumplen 300 años de la concesión del Peñón.

-Si la ONU daba el título a España, ¿qué falló?

-No mantuvo la línea que seguía la ONU. Una vez que Castilla es relevado como ministro de Asuntos Exteriores, los siguientes tuvieron otras prioridades. Menos mal que la ONU ha defendido los derechos de España mejor que los españoles.

-Lo califica como un problema anacrónico.

-El anacronismo es que haya todavía una colonia en el mundo. No en África ni en Asia ni en Oceanía, sino en Europa.

-¿El problema es una herencia de la Transición ?

-Es que el pueblo ha considerado que es un legado franquista. Lo cual no es verdad porque en pleno franquismo, Castilla aplicó hasta la última instancia la resolución de la ONU, la cual decía que deberán ser respetados sus los intereses económicos de Gibraltar. Una de las grandes bazas en esa batalla burocrática era sobre qué había que respetar, sus deseos o sus intereses.

-¿Y cuáles son sus intereses?

-Seguir como están. Continuar viviendo a costa de los españoles con los ingleses detrás. Lo que ocurre es que se les están poniendo las cosas cada vez más difíciles porque los paraísos fiscales tienen cada vez menos cabida en este mundo internacional.

-¿Cuál es su conclusión tras terminar el libro?

-No soy tan pesimista, pero Gibraltar lucha contra su propia pequeñez, la geografía, la historia y la globalización, con esa tendencia a eliminar los paraísos fiscales.

-¿Qué ministro ha hecho más por solucionar esta contienda?

-El único que se lo tomó en serio fue Fernando García Castilla. Tanto es así que lo llamaban 'ministro de Asunto Exterior' (risas). Consiguió lo único que nos avala ahora mismo, la resolución de la ONU. Después, las dos ministras siguientes, que al menos no han ido cediendo, Ana Palacio y Trinidad Jiménez, quien rompió el foro tripartito.

-En la sipnosis del libro, dice textualmente: "El Peñón no se reincorporará a España mientras los españoles no tengamos voluntad de conseguirlo y hagamos el esfuerzo común necesario para lograrlo".

-Es fundamental. Esto solo se consigue con un esfuerzo común, que significa aparcar el desarrollo de un contrabando más o menos tolerado y mientras se le dé al Peñón una serie de facilidades ilegales dentro de la legislación internacional, como es el blanqueo de dinero o el tráfico de armas. Es algo muy aceptado ya. Por ejemplo, en la trilogía 'Millenium', la protagonista viene a Gibraltar a blanquear dinero en una parte de la novela. No es ningún secreto.

-¿Qué viene después de Gibraltar, está escribiendo nuevos libros?

-Tengo tres en el telar. Uno de ellos es una novela humorística que, sin darme cuenta está acabando muy mal (risa). Pero todavía me queda un poco. Hay otra vieja novela de terrorismo de lira que ya tengo terminada pero me lleva mucho tiempo porque está en inglés. El problema de escribir en otro idioma es la inseguridad, cuesta mucho. Lo hago más que nada como ejercicio mental.

-¿Qué libro le hubiese gustado escribir?

-Por ejemplo, el primer libro de Ortega y Gasset en 1905, 'Personas, obras, cosas'.

-Comentó, cuando se retiró del mundo de la televisión, que tenía la "necesidad" de escribir novelas, ¿de dónde surge?

-Me viene de siempre. Mi patria son los libros. Me gusta mucho leer, a pesar de que es en televisión donde se me reconoce, no es lo mío.

-¿Le molesta que se le reconozca más por la televisión que por su faceta literaria?

-Lo que me molesta es, por ejemplo, lo que me pasó una vez que fui a firmar libros después de haber dejado la televisión. Una señora vino y me dijo: "¿Pero usted lee libros?", cuando llevaba 33 años escribiendo libros y en los periódicos. Por otra parte, la televisión te da mucho. Como dice Manolo Martín Ferrand, "siempre tienes mesa en un restaurante" (risas). Aún así, no es lo mío.

-Entonces, no echará de menos las luces y los focos de un plató de televisión.

-¡Qué va! Todo lo contrario. A mí las luces y los maquillajes me desagradaban mucho. Aunque su poder comunicativo es aplastante, la televisión es un medio que te hace perder muchísimo tiempo preparando. En cambio, escribir se puede hacer en cualquier momento y sin esa presión. La radio tiene su gracia, porque es espontánea y tal, pero lo mío es escribir.

-Le ha escrito mucho a la jubilación.

-¡Tres libros llevo ya! Todo fue porque Planeta me pidió mis memorias y yo les dije que no, porque si dices la verdad dejas mal siempre a mucha gente y a ti mismo sin darte cuenta. Y si no la dices, pues para contar mentiras, mejor no decir nada.

-¿Mejor leerlas que escribirlas?

-Algunas valen la pena, pero la mayoría son autojustificaciones, aunque son interesantes.

-Habla de la jubilación como de la mejor etapa de su vida.

-Lo es. Es la primera etapa de la vida en la que uno se siente libre. Porque eres dueño de tu tiempo, y el que es dueño de su tiempo es dueño de su vida. Y como es verdad que no nos preparan para vivirla, escribí el segundo libro sobre la jubilación, que da las técnicas para prepararte.

-¿Mandaría jubilarse a alguien?

-No existe el concepto de jubilación. Es el momento en el que el ser humano está más diferenciado. De niños somos más o menos iguales, pero cuando más se nota la diferencia es en esta edad. Puedo aconsejar cómo prepararse en salud, en dinero -aunque se necesita menos del que se cree- y la actitud psicológica. Pero no puedo mandar nadie a jubilarse (risas).

-Y de sus años como marino, ¿con qué se queda?

-Con nada. Fue un error tremendo. Yo creía que tenía madera de marino y no tenía nada. El tiempo que hice las prácticas con el segundo oficial fue durísimo. Yo llegué allí cargado de libros creyendo que iba a leer mientras navegaba y me di de bruces con la realidad.

-¿Qué consejo daría a cualquiera que se quiera dedicar ahora mismo al periodismo?

-Lo importante es seguir la vocación de uno mismo. Hay dos elecciones vitales en la vida: elegir al hombre o mujer con el que uno va a vivir y la profesión que uno va a elegir. ¿Cómo se sabe cuál es? Es lo que harías sin que te pagaran, esa es tu vocación. Porque imagina que uno hace lo que le gusta y le pagan. Eso es lo mejor del mundo, y encima termina uno haciéndolo bien y siendo lo mejor de la profesión.

-¿Aún con la crisis que nos persigue?

-El periodismo se ha puesto de moda en los año 90 y ahora la crisis ha sido tremenda, aunque creo que todavía hay sitio para los periodistas. Hay que hacer aquello que no hacen los otros, convertirte en necesario para el medio que trabajas. No esperes a que te lo digan, hazlo. Adelanta ideas y vuélcate, ve siempre 'extra mile', como dicen los americanos. Al final, los jefes no son tontos y se dan cuenta.

-Suena a cuando estuvo en los informativos de Antena 3.

-Fue parte. La verdad es que me llamaron los directivos de la cadena estando en Nueva York diciéndome que tenían ese puesto para mí. Lo rechacé de inmediato, no me veía, y mi mujer me apoyaba. Al hablar con un amigo mío, que tenía como un experto en la vida y con una cultura altísima, me dijo que estaría loco si no lo aceptaba. Y otro que me lo dijo fue Julio Iglesias. Y caí.

-¿Y se arrepiente?

-No. Estuve hasta que tenía que estar. Me fui con casi 70 años y me dieron mes y medio de paga por año trabajado, así que empecé a vivir muy bien la jubilación (risas).

-¿Qué noticia le hubiera gustado dar?

-Es gracioso, al principio de mi carrera vi el levantamiento del Muro de Berlín y siempre decía que quería ver su caída. Ahora que lo he visto, me gustaría dar la noticia de que Gibraltar es español.

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