Más allá de lo que la mirada descubre
Diario de las Artes
INKSANIT
Bar El Bujío (Jerez)
La expresión, en todas sus facetas, está sometida a una realidad que no debe ajustarse a ninguna fuerza reglada. Pintar es expresarse sin sometimiento, dar salida a un impulso interior indómito que destruya las imposiciones, que rompa los límites, que desborde las orillas y amplíe horizontes; es manifestar un pensamiento artísticamente, es acudir a juegos de conexiones sin fronteras, relacionar fórmulas que se complementan, se atraen o se repelen. El acto creativo no tiene un ideario canónico, ajustado a una forma inamovible, tan válido es una oferta sujeta a lo mantenido por justo y medido como lo que rompe los elementos y se extiende con un descontrol controlado. Expresar es argumentar una verdad íntima, dar vida a un sentimiento no reprimido, plasmar el hálito que domina la mente e impele a positivar su fuerza indomable, expresarse es volcar el alma hacia fuera, provocar la pasión escondida y darle suelta formalmente.
Todo esto lo encontramos en las paredes del Bujío, ese bar de la Cruz Vieja abierto a todos los modos. Los espacios del establecimiento están llenos de poderosos dibujos que piden miradas detenidas. Su contemplación requiere tiempo. Hay infinitamente más que una simple apariencia bien ejecutada. La línea argumental es amplia, se desbordan los asuntos representados y la ilustración de múltiples circunstancias se amplían y expanden invadiendo una escena con múltiples meandros. Es como un caleidoscopio de imágenes que se yuxtaponen y se abren a un ilimitado horizonte. Su autor no es habitual en el paisaje artístico de la ciudad; algo que no desdice absolutamente; hay algunos que sí son usuales del medio y tienen poco que ofrecer. Firma INKSANIT y deja constancia, primero que es un muy buen dibujante, después que conoce la historia del arte, la historia de la vida, de la calle y, lo que es más esencial, que sabe transitar por los recovecos de la existencia y sacarle el máximo partido. Pinta sin temor, sin sometimiento a normas que coarten; él pone sus límites y sabe llegar a lo que quiere para, después, transmitirlo con entusiasmo creativo y mucha dimensión artística.
Tras la firma se esconde Juan Panedas; un autor que bucea en él mismo y en lo que ha ofrecido el arte, las circunstancia que nos rodean y todo aquello susceptible de formular una idea mediata o inmediata. Sus obras parecen nacer y multiplicarse; hay una especie de anhelo por superponer, por amalgamar, por reconstruir lo construido. Cada obra es una ventana abierta que deja vislumbrar múltiples escenas, que descubre un misterio que la mirada ha de resolver, un laberinto de actuaciones bien posicionadas para que la propia visión se adentre en nuevas realidades. En su obra nada es lo que parece; hay versiones de versiones a la búsqueda de una definitiva. Cada dibujo encierra un enigma que se vislumbra desde una mirada comprometida. Escenas que lejos de confundir abren nuevas perspectivas; escenarios poblados de elementos que superponen su propia realidad. Grandes obras de la historia, el Pensador de Rodin, la Gioconda, el Guernica… juegan a un especialísimo corro con personajes del cine, de la música o de la existencia cotidiana. Podríamos decir que es una historia presentida, construida con muchos guiños al pop, a los mass media, a las nuevas tecnologías pero que, posiblemente, no sea nada más que un maravilloso juego de intenciones construido desde el apasionamiento, la necesidad de expresión, la búsqueda incesante, la mirada hacia dentro; incluso, -¿por qué no?- un dejarse llevar por transmitir lo que es posible o imposible.
La exposición sirve para descubrir un autor con muchos recursos artísticos; un sobrio y preclaro dibujante, un conocedor del arte y sus infinitas derivas, un divulgador de emociones, un narrador de lo que acontece en los recovecos íntimos de la existencia, un navegador por los entresijos del alma… un artista que pinta lo que quiere y como quiere para hacer ver que, tras lo que la mirada descubre, hay infinitas vías que han de saber visualizarse. Sólo por eso, la exposición vale la pena.
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