Una mirada suspendida

Diario de las artes

Exposición fotográfica especial realizada desde drones. Un paisaje con otra visión

José Duarte Pardo

Casino Jerezano (Jerez)

Una de las fotografías de la exposición de José Duarte Pardo.
Una de las fotografías de la exposición de José Duarte Pardo.

Uno de los pobres debates que se suscitan en el mundo de lo artístico –ya se podrían debatir otras cosas infinitas más importantes y con más enjundia para el desarrollo de la profesión artística– es si la fotografía se considera verdaderamente arte, si es una expresión de las tenidas como canónicas. El planteamiento es, ya, de por sí, ofensivo. Pues claro que es una faceta artística más; faceta artística con mayúsculas, valiosa, necesaria y potenciadora de los máximos valores creativos. Por qué entonces la duda. Creo que los que llevamos mucho tiempo en esto tenemos la respuesta clara. Porque hubo un tiempo, años ochenta y noventa, sobre todo, que los santones de lo artístico, los manipuladores del arte, con unas intensiones esquivas y unos intereses más que espurios, decidieron elevar a la máxima categoría a la mala fotografía.

En poco tiempo las salas de exposiciones, las galerías de arte, las ferias importantes, se llenaron de remedos fotográficos realizados por hacedores malos, por artistas de medios pelo, por advenedizos a un mundo que les caía muy de lejos. Todo esto contribuyó a que la oferta fotográfica fuese cuestionada con razón y una mala experiencia no sólo corrompió un espacio artístico, el de la buena fotografía, sino que, también muchos, llevados por la nueva moda impuesta, se subieron al carro de lo fácil y dejaron otras actividades en las que, incluso, habían brillado con luz propia.

Paisaje urbano en otra instantánea de la muestra.
Paisaje urbano en otra instantánea de la muestra.

Fueron años de incertidumbre y muchas dudas en un arte que veía, con perplejidad, unos manejos que sólo convencían a los que los habían llevado a la práctica y se había beneficiado de una realidad que ni era la suya ni estaban preparados para afrontarla. Fue un tiempo de muchos advenedizos, aficionados sin remedio que, con una camarita o un maléfico móvil se creyeron más que Cartier Bresson, Richad Avedon, Gerda Taro, Robert Capa o Cristina García Rodero juntos. Afortunadamente aquello pasó, la sensatez volvió a reinar, se desechó la mala fotografía y se desterró a sus manipuladores. La buena fotografía volvió a sus naturales espacios y la gran fotografía siguió su ascendente marcha.

Sirva esta introducción para situar una muy buena exposición de fotografía. Fotografía de altura, de las convincentes por convencida. Fotografía que no es producto de la improvisación, ni de ese querer y no poder que tanto abunda en esa pléyade de fotógrafos aficionados que se creen haberlo inventado todo. Fotografía nueva que encierra los valores artísticos máximos, aquellos que saben de técnica, que se adentran en los espacios de la plástica, que somete a la visión del paisaje a un nuevo estamento, que rescata del prosaísmo que tanto abarca, la esencia sutil de un paisaje captado de una manera diferente.

Fotografía de Jerez.
Fotografía de Jerez.

El joven jerezano José Duarte Pardo, pilota drones; sí esos artilugios voladores que son muy buenos para el avance social pero que, desgraciadamente, también, en manos equivocadas, contribuyen a potenciar esa fiebre armamentística que está diezmando el mundo por la inconsciencia de unos pocos. Mediante su experiencia con los drones, Duarte Pardo fotografía la realidad paisajística desde una óptica distinta y clarificadora. La realidad natural, los paisajes urbanos, los cúmulos de nubes, las costas de perspectivas imposibles son captadas y positivadas de una forma especial, bella, sutil, emocionante y llena de sentido plástico y emocional. Es buena fotografía, no un capricho llevado a cabo desde un original punto de vista y con un medio mecánico. José Duarte es fotógrafo que sabe ajustar los encuadres, que sabe extraer la belleza de lo que se ve, que se sitúa en el ángulo donde la mirada capta la verdad de que lo real ilustra.

La fotografía que se expone en el Casino Jerezano dentro de los actos conmemorativos de sus 175 años, no es una fotografía de aficionado. Es fotografía de artista, del que sabe mirar y aprehender lo que los demás no ven o no alcanzan a ver. Es fotógrafo fotógrafo, de los que sabe lo que hace, de los que encuentra la belleza innata del paisaje, de la naturaleza, del entono, cercano, lejano y elevado. Y en eso su fotografía rompe la línea habitual de visión. No porque esté realizada desde el aire sino porque desde el aire capta la belleza que se esconde y ha de ser rescatada para que se ofrezca en todo su máximo esplendor. Paisajes de España, Portugal Francia y Suiza marcan una belleza distinta, una realidad diferente que, incluso, borra sus habituales límites expresivos para ofertar una nueva dimensión estética; una mirada esclarecedora. La de un artista que sabe lo hace y lo hace sabiéndolo mirar.

Otra de las imágenes que pueden verse en la exposición del Casino Jerezano.
Otra de las imágenes que pueden verse en la exposición del Casino Jerezano.
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