El misterio de los orígenes de la imprenta en Jerez Venenoso

Ramón Clavijo. Ramonclavijop@Telefonica.net / José López Romero. Portlo@Telefonica.net

11 de febrero 2011 - 05:00

Lectores sin remedio

LA aparición y difusión de la imprenta alrededor de 1469, significó una serie de cambios tanto en torno a la difusión de la cultura como de los hábitos en torno a la lectura que, salvando las distancias, bien podrían recordarnos lo que hoy está sucediendo con las nuevas tecnologías. Apuntemos solo un dato para entender la magnitud del fenómeno: de los veinte millones de libros impresos en el siglo XV, el de la aparición del nuevo invento, se pasaría a 200 millones el siguiente. La imprenta se introduce en Andalucía alrededor de 1477, siendo Sevilla la primera población de nuestra comunidad en tener libros impresos en talleres asentados en la ciudad. Jerez será la quinta población (1564) y la primera de la provincia de Cádiz, incluso adelantándose a ciudades como Córdoba o Málaga que verían la aparición de la imprenta mucho después. La explicación a la más o menos temprana introducción de la imprenta en las ciudades de la época, sin duda puede estar ligada a la pujanza de dichas ciudades cuando comienza a implantarse el nuevo invento. Sin duda, Jerez a finales del siglo XV podría ser calificada como la más importante ciudad del suroeste peninsular, por lo menos hasta comienzos del siglo siguiente, donde la pérdida de su importancia estratégica y el consiguiente mayor empuje económico de algunas poblaciones costeras acabaron por arrinconarla. Por tanto, no puede extrañarnos que Jerez viera introducir la imprenta, el símbolo del avance tecnológico del momento, antes que otras muchas ciudades. Aunque como decíamos más arriba la fecha oficialmente aceptada para la introducción de la imprenta en Jerez es la de 1564, hace años Antonio Rodríguez Moñino lanzó la hipótesis de que la misma pudo haberse introducido en una fecha más temprana: 1485, lo que la convertiría en la segunda ciudad andaluza tras Sevilla. Moñino se basaba en una referencia publicada en la Bibliografía Iberia del siglo XV, editada en 1903, donde se hablaba de un impreso, 'Constituciones Sinodales del Obispo de Segorbe', editado en Jerez en 1485. Sin embargo y hasta hoy, nunca se ha llegado a encontrar el mencionado impreso, lo que podría parecer imprudente aceptar el dato sin más, basándonos solo en referencias de terceros. Como nos dice Rodríguez Moñino en su breve acercamiento a la historia de la Imprenta en esta ciudad, en el próspero Jerez de finales del XV bien pudieron ubicarse impresores itinerantes en un primer momento, y que luego se pudieron establecer en la misma huyendo de la excesiva competencia que había en Sevilla. Quizás esas 'Constituciones Sinodales' u otro impreso con el imprimátur en la ciudad de Jerez aparezcan algún día, dejando de ser una hipótesis esta historia que acabamos de recordar sobre los orígenes de la imprenta en Jerez, y que expusiera hace ahora setenta años el gran bibliófilo Antonio Rodríguez Moñino en el libro 'La Imprenta Xerezana. (1562-1699)'.

Ramón Clavijo Provencio

Biblioteca Nacional

De vez en cuando no está nada mal que por esta sección aparezcan libros electrónicos e interactivos que algunas instituciones ponen a disposición de los ciudadanos. En esta ocasión, reseñamos nada más y nada menos el 'El Quijote' que nos ofrece la Biblioteca Nacional. Si el curioso lector tiene a bien consultar la dirección que le indicamos, podrá ver y leer en ella la edición príncipe de la obra en sus dos partes (1605 y 1615), que en papel también publicara en facsímil la insigne institución, pero además, alrededor del libro, se pueden consultar las ediciones y sus portadas que la novela cervantina ha tenido a lo largo del tiempo, un magnífico mapa de las aventuras del ingenioso hidalgo, un detallado recorrido por la vida cotidiana del siglo XVII, que recoge desde la indumentaria hasta la gastronomía, teatro, etc., una comparación del Quijote con las costumbres de los libros de caballería y otros complementos. Un acierto de la B.N. en el tratamiento del gran clásico. J.L.R.

Ayuntamiento de Montilla (Córdoba)

Y tampoco está de más que en esta sección de libros reseñemos también bibliotecas repartidas por la geografía nacional, en este caso regional, desconocidas por el común de los lectores y que, sin embargo, custodian en sus fondos algunas o muchas joyas bibliográficas. Ubicada en la segunda planta de la Casa de las Aguas, casa-palacio del siglo XIX, la biblioteca es fruto de la labor de D. Manuel Ruiz Luque. Más de 2000 obras fechadas entre los siglos XVI y XVII, impresos raros procedentes de los talleres que en el XVII se instalaron en Montilla, seguramente itinerantes por la provincia; manuscritos sobre todo de historia de Andalucía en los siglos XVII y XVIII, entre los que destaca el de fundación de la Cartuja de Sevilla, y un largo etcétera de textos jurídicos y todo tipo de documentación relativa a la provincia de Córdoba. Un patrimonio, el bibliográfico, que encuentra en esta fundación un reconocimiento que no siempre tiene. J.L.R.

Ricardo Piglia. Anagrama, 2010

Referente de la mejor literatura latinoamericana, es Ricardo Piglia un autor nada prolífico, que nos va dejando con los años una obra de ecos borgianos pero también una particular manera de narrar donde la rotundidad de la realidad se ve contaminada tenuemente, de elementos que se acercan a lo fantástico. 'Blanco Nocturno' tiene detalles externos a la novela en sí que ejercen un cierto poder de atracción hacia el posible lector, como el hecho de que pasara más de una década en la cabeza del autor hasta que decide presentarla al gran público; o que uno de sus personajes, Luca Belladona, está inspirado en un lejano familiar que le fascinó de pequeño, constructor de extraños juguetes mecánicos. Aunque la novela parte del asesinato del puertorriqueño Tony Durán, un aventurero que llega a un pueblo de la Pampa argentina, y hay un investigador, Croce, tratando de resolver el caso, es algo más que una novela negra, pues los personajes nos llevan a otras y no menos interesantes historias paralelas. R.C.P.

Marguerite Duras. Tusquets, 2010

Siempre es bueno, de tiempo en tiempo, apartar la vista de la oleada de novedades editoriales y dirigirla hacia libros de los que una vez nos llegaron ecos de su interés, pero en aquel momento no pudimos leer. Uno de ellos es este que escribiera esta excepcional escritora francesa y que algún tiempo después, animada por la acogida de los lectores, presentaría su versión teatral. Ahora Tusquets nos da una nueva oportunidad. Duras se inspira en un suceso real que aconteció en un pequeño pueblo francés en 1949, cuando aparecen restos humanos en un vagón de ferrocarril. Los días posteriores irán apareciendo en otros lugares de la geografía francesa otras partes del mismo cadáver, que resulta ser una mujer víctima de un asesinato acontecido, según los investigadores, en las cercanías de Cahors. Una mujer llamada Claire se declarara la autora del mismo, y hasta allí se acercará el protagonista de esta breve pero intensa novela, para entrevistar a la asesina y a otros personajes que han tenido alguna relación con el suceso con intención de escribir un libro sobre el mismo. R.C.P.

Últimamente suelo, antes de escribir estos artículos, coger un frasquito de cicuta que tengo guardado en uno de los cajones de mi mesa y, con la solemnidad de una ceremonia religiosa, me embadurno las yemas de los dedos con el veneno, como otros se pintarían las uñas. Una vez realizada la operación, me dispongo a aporrear el teclado de mi sufrido ordenador. Así me salen los dichosos articulitos. A veces creo notar, cuando el tono empieza a agriarse, como una resistencia en las teclas y las letras tardan más en salir en la pantalla, como si este aparato me estuviese avisando de que quizá me haya pasado en la dosis; pero también a medida que me voy calentando, noto que mis dedos son más rápidos y percuten en las teclas con más vigor, como si quisieran más que proyectar las palabras, grabarlas en negro sobre blanco. Sin duda que el veneno es un complemento perfecto para ciertas labores, una especie de motivador que desentumece cuerpo y mente, un a modo de bebida que en lugar de dar alas, genera en tu interior una sobredosis de mala leche. No hace ni dos minutos que me he sentado en la silla, delante del ordenador e iba a proceder a la ceremonia, iba a sacar el botecito y extenderme una buena capa en los dedos ya dispuestos a la tarea. Hoy tenía ganas de escribir sobre algunos historiadores de Jerez, pero no merecen ni una gota de mi cicuta, o sobre política (ya noto cómo mis dedos van adquiriendo más velocidad), o sobre viejas instituciones culturales ancladas en un siglo que ya nadie recuerda, o de las mentiras y de los mentirosos, o sobre la literatura de usar y tirar. Pero quizá tenga el día tonto y he cambiado de idea. No me interesa gastar mis pequeñas dosis de veneno en temas que ni me interesan ni merecen la pena que nos interesemos por ellos, no son tan importantes. Prefiero ponerme a leer 'Respiración artificial' de Ricardo Piglia, o echarle un vistazo a algunos capítulos de 'La biblioteca de noche', de Alberto Manguel, cuya lectura tanto me gustó, o leer algunos poemas de Quevedo. Pero nunca me he mojado el dedo en la boca para pasar las páginas de un libro (buena lección la que aprendimos de 'El nombre de la rosa'). Que hoy no me apetezca escribir, no quiere decir que me chupe el dedo.

José López Romero

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