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"La realidad es otra cosa"

XXx festival iberoamericano de teatro 3 Programación del día y crítica

La Zaranda, una de las grandes compañías salidas del FIT, regresan como veteranos a su cita con "El grito en el cielo", un geriátrico que es una metáfora de una "sociedad vieja"

"La realidad es otra cosa"
"La realidad es otra cosa"
Pedro Ingelmo Jerez

22 de octubre 2015 - 05:00

Me cito con Eusebio Calonge,letrista (dramaturgo), y Paco Sánchez, ejecutor (director), en la alameda del Banco de Jerez, donde existe un ruido endiablado de niños, motosierras y un italiano tocando un estridente aparato que dice ser musical. En este escenario de suma concentración, con la primera cerveza del día, hablamos de metafísica, por llamarlo de alguna manera. La Zaranda regresa esta noche al FIT, donde empezó todo, allá en 1986, cuando a estos chavales los contrataron desde Cádiz para ir a un Buenos Aires que no se parece en nada al de ahora -"llegó Repsol a América y no llevó nada bueno. Hablo de teatro", bromea Eusebio, que luce barba cana. En el último FIT no lo era-. Nada de entonces se parece en nada a lo de ahora. Aunque La Zaranda sí que se parece a sí misma. En 1986 actuaban en teatros de mala muerte, por llamarlos de alguna manera, por llamarlos teatros, que lo eran, y ahora negocian con el Romea, de Barcelona, y llenan durante días El Español y el María Guerrero, con lo que, al fin y al cabo, nada se parece a nada. Se va el músico callejero y nos centramos, o eso creemos.

Eusebio cuenta una historia, una historia de su abuela: "Estaba hospitalizada y decía sacad a las vacas del pasto. Al principio, yo decía, abuela, estamos en el hospital, no hay vacas. Pero daba igual: sacad las vacas del pasto. ¿Qué hice? Eh, eh, fuera vacas fuera vacas. Y ella dijo había que quitar las vacas de aquí y se durmió. Porque su realidad no era el hospital, su realidad eran las vacas. La realidad siempre es otra".

Viene esto a cuento porque se puede pensar que una obra que se desarrolla en un geriátrico, trabajada a partir de cuatro carros grandes de la ropa sucia de un hotel como atrezzo ("lo más simple puede ser lo más complicado"), puede no tratar, en realidad, de un geriátrico. "Nadie está haciendo una crítica a cómo funcionan los geriátricos. De hecho, no sé cómo funcionan. Unos bien, otros no... no lo sé. No hablamos de eso", se explica Paco. Eusebio apuntala: "La metáfora del geriátrico es el mundo y lo que se cuestiona es platónico o aristotélico. ¿Es el cuerpo la cárcel del alma?". Paco se anima: "Vivimos en una sociedad vieja con utopías de hace dos siglos". Continúa Eusebio: "¿Cuál es nuestro horizonte? El teatro es un espejo de la sociedad, pero tiene que llegar más allá del pensamiento, el arte tiene que ir más allá. ¿Estamos aquí para dejarnos morir?".

Eusebio, barba blanca -lo digo tanto porque él lo dice mucho, como sorprendido por el tiempo- cuenta otra historia, que quizá tenga que ver con esto. En no sé qué sitio se va a ver a una compañía polaca. Un actor polaco suelta un monólogo. No entiende nada de lo que ha dicho -ni él ni nadie, salvo los polacos, sabe polaco-: "Me llegó, me emocionó. El teatro se escribe para verse".

A estas alturas, es un ejército el que sigue a La Zaranda. Tienen militantes en Latinoamérica, en Italia, en Francia, en Cataluña no digamos, donde suelen estrenar. En Andalucía, admiten con cierta tristeza, menos: "Somos una compañía de origen andaluz, no me atrevería a decir que andaluza", dice Paco. Nos enzarzamos en el quejido de cómo pasa la política del teatro en Andalucía, cómo es posible que haya 360 teatros en Andalucía "y los jóvenes, con propuestas complejas, válidas, de mucha expresión" no tienen apenas sitios para exhibir.

Hace muchos años que La Zaranda no necesita al FIT, pero el FIT sí necesita a La Zaranda y La Zaranda no falta jamás a la cita. Todos sus montajes han pasado por aquí. "Lo mínimo, agradecimiento. Todo es muy sentimental. De aquí partimos, aquí conocimos a los grandes actores latinoamericanos... casi todos ya están muertos o son muy viejos para venir. Ahora los viejos somos nosotros", observa Paco, melancólico.

Es difícil entender un FIT sin La Zaranda y en esta melancolía que nos invade, ahora que no suena la motosierra, se recuerda a Juan de La Zaranda, miembro fundador, fallecido hace un tiempo, "el cimiento". Pero cuidado, advierte Eusebio, "no es una necrológica, es celebrar su presencia, la poesía que más le pudiera llegar. Ese puñaíto de ceniza que se tira por todos los escenarios uno quiere pensar que es Juan".

Eusebio Calonge y Paco Sánchez, ayer, en el callejón Cuatro Juanes, de Jerez

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