"Como actriz, el terror te ayuda a afrontar situaciones que todavía no has vivido"

macarena gómez. actriz

Tras años de "una carrera de fondo", la cordobesa experimenta la consagración gracias a 'Musarañas', un personaje desequilibrado que le ha reportado su primera candidatura al Goya

Macarena Gómez (Córdoba, 1978), el lunes en la fiesta de los nominados.
Macarena Gómez (Córdoba, 1978), el lunes en la fiesta de los nominados.
Braulio Ortiz

22 de enero 2015 - 05:00

Quienes conocen a la actriz únicamente por su papel en la serie La que se avecina muestran su asombro por la trágica fragilidad que exhibe en Musarañas, de Juanfer Andrés y Esteban Roel, una intriga asfixiante en la que la actriz cordobesa se mete en la piel de una enferma de agorafobia que, en la España de los años 50, siente sacudida su monotonía con la irrupción de un vecino herido (Hugo Silva) al que ofrecerá auxilio. Pero antes de esta transformación, la intérprete había sido, entre otras mujeres, la joven que se abandonaba entre los maniquíes de un escaparate en Contracuerpo, el brillante corto de Eduardo Chapero-Jackson, la prostituta yonqui a la que el sevillano Paco Cabezas bautizó como La Canija en Carne de neón, la cantante de punk en que la convirtió Chus Gutiérrez en El Calentito o la asesina sin escrúpulos de la desvergonzada Sexykiller. La candidatura al Goya a la mejor actriz protagonista de este año no es sino la consagración de una actriz largamente curtida en el oficio.

-Después de tantos años de trabajo, parece que Musarañas le ha supuesto la consagración.

-Me gusta la pregunta, eso de después de tantos años de trabajo. Hay gente que te dice: de repente te pasas al cine después de tanta tele. Y no es así. Lo mío ha sido una carrera de fondo, llevo 15 años trabajando sin parar y ha llegado el momento. Yo diría casi que es el papel de mi vida, por la complejidad y la posibilidad de demostrar todo lo que he ido aprendiendo, la experiencia que he ido acumulando. Estoy contenta porque me hayan nominado, pero también por la reacción del público, que está muy sorprendido porque me veía más en comedia. Antes ha habido otras películas de las que estaba orgullosa, que suponían un desafío para mí, y pasaban desapercibidas por las razones que fueran. Y eso generaba frustración.

-El de Montse es un personaje muy lucido, pero abordarlo tiene que haber sido extenuante.

-Para mí lo difícil fue mantener durante todo el rodaje, y durante todo el metraje de la película, esa implicación emocional. Eso me produjo un agotamiento físico y psicológico. Ahí estuvo el reto principal, en no derrumbarme por el camino. Yo tengo recursos, puedo sacar material que trasladar al personaje de Montse, puedo pasar de esa amabilidad y ternura a momentos de agresividad. Que conste que yo no soy agresiva, pero sí visceral, y me sentía cómoda entre esos extremos. Lo complicado era mantener ese estado emocional todo el tiempo.

-Montse es el ejemplo de lo enfermo y dañino que puede ser a veces el amor.

-Totalmente. Cuando digo que Montse es puro amor, la gente me dice: Pero si está loca... Pero es por sus sentimientos por lo que ella hace locuras. Aparte ella tiene tantas patologías que no sabe diferenciar entre el bien y el mal, el amor o el odio, la verdad y la mentira. Vive en su propio mundo, enclaustrada en su casa, y no distingue bien entre estos conceptos.

-De todas las grandes locas de la historia del cine, ¿se inspiró en alguna para su personaje?

-He tenido en cuenta referencias, no para intentar parecerme a ellas, más que nada para entender el comportamiento de los personajes. Para comprender lo que ocurre entre Montse y Carlos, el papel de Hugo Silva, me fijé en Kathy Bates y James Caan en Misery, en esa relación enfermiza. Y para entender los vínculos entre Montse y su hermana vi ¿Qué fue de Baby Jane? Pero para nada he intentado emular a esas actrices. Hay tantas locas maravillosas en la historia del cine... Yo soy fan, por ejemplo, de Escarlata O'Hara, que en el fondo era una desequilibrada.

-Dice que la gente la asocia más a la comedia, pero usted siempre ha estado muy vinculada al terror.

-Vi E.T. el extraterrestre cuando era muy pequeña, y el monstruo me impactó. Pasé toda mi infancia y mi adolescencia sin ver películas de terror. No podía, me asustaba, me impresionaban mucho. Hasta que un día, ya jovencita, fui a ver Los sin nombre, de Jaume Balagueró [con el que trabajaría más tarde en Para entrar a vivir]. Me pareció tan buena que me dije: Pero ¿cómo por una tontería como E.T me he podido estar perdiendo el cine de terror? Empecé a consumirlo, a ir a Sitges, y una cosa me llevó a la otra. Yo me lo paso fenomenal con el género. Es algo interesante porque, por suerte, no he tenido que enfrentarme a ninguna situación terrorífica en mi vida y a través de estos personajes las afronto.

-Uno de los hallazgos de Musarañas es que mezcla el gore con algo muy español, con una atmósfera "casi lorquiana", como usted la ha definido.

-En las versiones anteriores de Musarañas la trama no se situaba en los años 50. Fue una sugerencia de Álex de la Iglesia, pensó que si se trasladaba a esa época se entendía mejor a Montse, una mujer encerrada, aferrada al catolicismo. Hoy se sabe más de la agorafobia, o existen los teléfonos móviles y el personaje de Hugo Silva podría haber pedido ayuda con uno. Los 50 eran un tiempo de represión, y eso ayudaba a la historia.

-De la Iglesia ya le dio un secundario muy divertido en Las brujas de Zugarramurdi, y, ahora, como productor, le ofrece un papel protagonista maravilloso.

-Es una pregunta que todavía no le he hecho a Álex, por qué pensó en mí para hacer de Montse. Imagino lo que contestaría, él siempre dice que yo transmito mucho con la mirada. Y le estoy eternamente agradecida por el hecho de que contara conmigo. Musarañas es un regalo. He podido lucirme y sacar mi vena dramática. Yo sabía que ahí tenía mucho que expulsar, y él me ha dado la oportunidad.

-Es curioso que de las actrices candidatas al Goya dos interpreten a mujeres con agorafobia.

-Es muy curioso, sí. Cuando fui a ver la película de Elena Anaya [Todos están muertos] no me lo podía creer. Casualidades de la vida...

-Es una pena que Nadia de Santiago, su hermana en la ficción, no esté nominada, porque se ve que ha habido gran sintonía entre ambas.

-De todas las actrices con las que he rodado de mi generación es la persona que más me ha aportado. Tenemos un método muy similar. Ella se entrega, no le importa mostrar al público su corazón, ser transparente con sus emociones. Fluía entre nosotros una química con la que no hacía falta hablar. Es una pena que no sea candidata porque parte de mis logros se deben a ella.

-A usted le ocurre como a Javier Gutiérrez con La isla mínima: el gran público les conocía como cómicos y les ha descubierto ahora en otras facetas.

-Yo defiendo la teoría de que los actores cómicos, la mayoría, tienen capacidad para hacer drama, y no todos los actores dramáticos saben hacer comedia. Ahí está Alfredo Landa: ya dejaba entrever cuando hacía reír que era un estupendo actor en otros registros. Cuando yo hago comedia, en La que se avecina, me tomo los momentos dramáticos muy en serio. No me lo planteo como he de hacer comedia. Landa, Javier Gutiérrez o yo hemos tenido la suerte de tener directores inteligentes que nos han ofrecido algo distinto.

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