Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Metafóricamente, es la persona que, creyéndose poseedora de poderes mágicos, se pone a hacer conjuros y hechizos sobre los que pierde el control con lo que se vuelven en su contra.

Los hay en política. En Andalucía fue aprendiz de bruja, y por dos veces, Susana Díaz. Lo fue cuando rompió el gobierno progresista con Izquierda Unida y abrió la puerta de San Telmo a la derecha a través de Ciudadanos. Y lo volvió a ser cuando rompió con estos y entregó el gobierno a un Moreno Bonilla que ahora ve con preocupación lo ocurrido en Castilla León pues la ultraderecha puede llegar a ser imprescindible en Andalucía, donde ya asomaron la patita a través de acuerdos para apoyar al gobierno.

Los últimos, por ahora, aprendices de brujo han sido Fernández Mañueco y Casado. Han perdido el control sobre sus sortilegios porque, aspirando a una mayoría absoluta, se han convertido en rehenes - quizá en peleles -de VOX que ya ha dicho que se cobrará cara la presa del gobierno. Se creyeron Ayuso bis - que, por cierto, también depende de VOX - y no supieron analizar la importancia de las diferentes circunstancias.

Y aquí, ahora mismo, el aspirante a mago Juanma (el de "¡Por Dios, conseguid un buen resultado!") deshoja la margarita para decidir si convoca elecciones ya o en otoño. Y Andalucía y su gente, ¿qué? Porque ahora parece que importan poco, al lado del cálculo de votos ahora o después.

La entrada de la ultraderecha en los gobiernos es algo muy grave y no tanto por su nostalgia del franquismo como por lo que piensan, dicen y hacen sobre la mujer, la educación, la inmigración, la cultura, el modelo de estado…

¿Es que nadie - a derecha e izquierda - se plantea en serio eso del aislamiento y el "cordón sanitario" para impedir que lleguen a escribir sus ocurrencias en los Boletines Oficiales de cualquier sitio?

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