Fue el pasado jueves, con motivo del traslado de la Virgen de la Piedad a la basílica de la Merced. Los cofrades del Calvario andaban preocupados con el número de personas que pudiera haber a las puertas de la capilla. Y mire usted por dónde, querido Enrique Espinosa, hermano mayor de la corporación del Santo Entierro, que allí había un gentío.

El Jerez cofrade no ha perdido definitivamente la cabeza. Todavía quedan esos secretos guardados en el arcano de los tesoros de la ciudad. Y la Virgen de la Piedad, tu queridísima Virgen, Enrique, forma parte del arca de los tesoros y tiene tirón taquillero. Tirón en la taquilla y no de cualquier pelaje. Que allí en el Calvario fueron dándose cita lo más florido de las hermandades y pocos quedaron sin acudir a ver el rostro de la guapa Señora bajo el limpio rayo del sol que parecía estar también a sus benditas plantas.

Y así fue cómo comenzó el cangrejeo. Que ya saben los cofrades que es la acción de ir caminando hacia atrás mirando un paso avanzar por la calle. No fue un cangrejeo cualquiera. Allí no había una banda de Champions ni se trataba en un alarde costalero. Eran cofrades de paladar. Dispuestos a disfrutar de una sola estampa sin su duelo y sin San Juan.

Paco Garrido, Pedro Pérez, el pregonero Ángel Luis Rodríguez Aguilocho, Manolo Rosado, Rafael Jorge Racero, Ildefonso Roldán, Jesús Tamayo, Eduardo Velo, José Blas Moreno y un largo etcétera que los vi yo cangrejear ante la imagen de la Piedad. Que no me lo contaron sino que los vi porque yo también formaba parte de ese frente común por la estética.

Y es que podremos decir que, como ocurre en la Tornería a la vuelta de cualquier cofradía, no se podía caminar. El pasado jueves ocurrió durante todo el recorrido. Sin música y andando por derecho que diría un 'Gorrión?'. Así que hoy bautizamos aquel ejercicio de admiración de la hermosura con el apelativo de un 'cangrejeo de alto paladar'.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios