La Semana Santa que te planteo es quizá diferente a la que imaginas. Vive alejada de los palcos y de las sillas. De las varas doradas, de los llamadores. Lejana a las crónicas en los medios de comunicación y también distante de los previos a la Semana de Pasión buceando en las páginas webs.

La Semana Santa que te planteo comenzó, realmente, el pasado Miércoles de Ceniza, por lo que, casi sin darte cuenta, ya has consumido prácticamente la mitad de ella. No es una semana en la que importe cómo andan los pasos, cómo se visten las dolorosas o el número de candelerías que suman cualquier altar de cultos.

Te planteo una Semana Santa distinta y te animo a descubrirla. Una en la que seamos capaces de poner a Dios y a la Santísima Virgen, en el centro de todo. Olvidando todo lo demás. Descubre, y defiende sobre todo defiende, a Dios en cada chicotá, en cada levantá, en cada quinario, en cada función principal, en cada besamanos. Defiende unas fiestas y una tradición que son tuyas, simplemente por tener la suerte de llamarte cristiano, y que generosamente regalas a la ciudad para que sumen a la sociedad, y no para que resten.

Busca a Dios estos días… porque sólo así podrás encontrarte a ti mismo.

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