El parqué
Jaime Sicilia
Jornada de menos a más
Este 2 de abril conmemoramos una nueva edición del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, establecido por la ONU para visibilizar a las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y contribuir a promover el ejercicio efectivo de sus derechos. Su objetivo es la construcción de una sociedad más inclusiva para las personas autistas.
Las estimaciones apuntan a que en Europa hay unos 7 millones de personas en el espectro autista. Más de 470.000 viven en España. Todas ellas, sea cual sea su diagnóstico preciso, viven una condición común: las dificultades causadas por un trastorno que condiciona su manera de pensar, actuar, comunicarse y relacionarse durante todo su ciclo vital.
Dos son los instrumentos que suponen la base para favorecer la participación social de las personas con TEA y sus familias en pos de ese objetivo de una sociedad más inclusiva, apoyada en la coordinación de instituciones y el diseño integral de las políticas públicas: la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y la Estrategia Europea de Discapacidad 2021-2030.
Este año, la campaña de sensibilización impulsada con motivo del 2 de abril por Autismo España tiene como lema "Llamémoslo por su nombre". Con él se pretende promover el respeto y la tolerancia a partir de criterios como la especificidad del TEA, acabando con prejuicios y comprendiendo la realidad de estas personas, el sentido de pertenencia orgullosa a un colectivo que reclama de forma legítima apoyo para su desarrollo pleno como ciudadanos, y la variabilidad dentro de un espectro común que incluye notables diferencias.
La comprensión de la realidad y diversidad del autismo es radicalmente opuesta a los estereotipos que están en el origen de la discriminación, la vulneración de derechos y, en ocasiones extremas, distintas formas de violencia. En la medida que el autismo sea entendido en su auténtica naturaleza, se podrá aspirar a eliminar barreras y garantizar el acceso a derechos de ciudadanía como al diagnóstico, la educación, los apoyos e intervenciones, la participación activa en la comunidad, el acceso al empleo y a la vida independiente…
De ahí que resulte esencial el trabajo del tejido asociativo, si bien no es suficiente. En esa tarea es imprescindible el acompañamiento de los distintos niveles institucionales, de forma que se haga realidad el acceso a la igualdad de oportunidades y la erradicación de las discriminaciones mediante el fomento de iniciativas de sensibilización social y de formación continua en los diversos ámbitos de la sociedad.
El desconocimiento es el origen de la discriminación y de la exclusión, crueles castigos que han afectado a las personas con TEA y sus familias. Y aún queda un largo camino en la reivindicación de los derechos de estas personas que, si bien pueden necesitar apoyo para tomar sus propias decisiones, pueden tomarlas y merecen tomarlas. El reto es lograr un doble objetivo: unas políticas que incidan en su participación y la disposición accesible de los bienes y servicios a ellas dirigidos.
El avance del movimiento asociativo se ha construido con el coraje necesario para vencer sucesivas dificultades a lo largo de la vida, lo que supone un motivo añadido de orgullo. Porque por fin parece que hemos conseguido romper uno de los grandes mitos que rodeaban al autismo, como era una tan supuesta como irreal libre voluntad de aislamiento. Lejos de ello, las personas con TEA comparten una condición que conlleva una particular forma de enfrentarse a la vida y que genera un orgullo de pertenencia.
La accesibilidad de las personas con TEA, garantía de lograr unas condiciones de igualdad que favorezcan su participación en la sociedad, debe obligar a diseñar entornos y servicios adecuados para ellas, identificando y eliminando obstáculos, de conformidad con el artículo 9 de la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad. Igualmente, deberemos asumir la necesidad de ajustes y adaptaciones en virtud de las circunstancias individuales y mediante pautas específicas.
La Tarjeta Europea de Discapacidad ha de traducirse en un avance para la accesibilidad plena y armonizada de las personas con TEA. Disponer de un documento oficial que permita reconocer la condición de discapacidad, incluyendo a todas las personas con autismo, en todo el ámbito de la Unión y que pueda aplicarse a todos los ámbitos de los servicios y los apoyos prestados a los nacionales con discapacidad, será clave en esa estrategia y contribuirá a garantizar su libertad de circulación.
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