Desde la espadaña

Felipe Ortuno M.

Elogio de los enemigos

12 de marzo 2023 - 01:31

Es difícil no tener enemigos; o siquiera contrarios y diferentes. Por donde quiera que vayas te desencuentras con una persona que te tiene mala voluntad por el motivo que sea, aunque lleve razón, porque sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón. Creo no tenerlos, porque, si los tuviera, deberían ser enemicísimos. Pensándolo bien, tengo dos: yo mismo y el diablo, que zigzaguea siempre por la espadaña; pero eso es otra balada.

Desde que tengo uso de razón percibo el mundo con personas y países contrarios a otros en una guerra, y propósitos firmes de enemistad de unos contra otros, o porque los adquieren o se los granjean o porque se los procuran; no hay manera de parar la rueda perversa de la hostilidad. En el colmo de la insensatez, y sólo como ejemplo, los hay que hasta se agravian cuando muestras aprecio a tus amigos. Que son aquellos que se alían contigo por enemistad común, por lo que no permitirían la reconciliación en tu casa ni en la suya.

Lejos de mi tal pensamiento, si no fuera porque son los enemigos los que en ocasiones más ayudan a decidir lo que con melindres no somos capaces de determinar. Ya se sabe que con un feroz enfrentamiento se delimitan los campos y se acaban las monsergas. No son pocas las veces en que la colaboración involuntaria del enemigo acérrimo ayuda al triunfo de una idea propia si es combativa y quiere ser irrebatible. Decía Gracián: "al varón sabio más le aprovechan sus enemigos que al necio sus amigos" ¡Gracias enemigos!

Por tal motivo prefiero abrirles las puertas de la cortesía paradójica antes que el orgullo explosivo e irreversible. No hay mejor modo de quitárselos de encima que con el halago excesivo: te reconocen y se pierden. Dos por uno. Es preferible esto a decir, como Narváez antes de morir: "no puedo perdonar a mis enemigos, porque los he matado a todos".

Tenía claro que la lucha llega al final cuando el enemigo yace abatido. Quizá deba guardarse lealtad al enemigo, siquiera sea porque nosotros también lo somos del contrario y así ganemos la posibilidad de seguir viviendo, nunca se sabe. Conviene vivir en paz, si no fuera porque esta paz que vivimos parece guerra. Es falso llamar paz cuando se vive en permanente servidumbre y desafección. Se destroza todo lo que constituye la esencia del valor a la vida, dejándonos en el desierto bioético, y hay que llamar paz a lo que es muerte y derribo.

Debe ser que ha cambiado el concepto de enemigo y las guerras ya no sólo se producen por destrucción, verbigracia Ucrania, sino también de otra manera. Echo en falta al enemigo que se declara a las claras y punto. Sabes entonces a qué atenerte: ponemos el tablero delante y jugamos la partida de ajedrez. Jaque mate y se acabó. Diría que hay gloria y honor en ambos contrincantes 'militavi non sine gloria'(Horacio), si no fuera porque las pérdidas son siempre lamentables. Mejor sería que la victoria fuese de avenencia, ideal utópico, sin vencedores ni vencidos.

No soy amigo de tener enemigos; pero haberlos haylos, como las meigas. Conviene entonces reconocerlos, delimitar su campo y estudiar sus mañas, por si se diera el caso que vinieran a por nosotros y no tuviéramos bien pertrechado el arsenal de resistencia, tan necesario. Los pensamientos ingenuos, propio de la adolescencia, y que permanecen todavía en algunos mandatarios idealistas, creen en el angelical mundo del desarme absoluto - (¡qué bien todos unidos manos con mano en el luchar!)- mientras las potencias al uso aplastan indiscriminadamente cuantos objetivos se les antojan.

Los inocentes mueren mientras los candorosos movimientos ideológicos consienten la destrucción masiva de quienes les utilizan torticeramente. Resulta muy atractivo pertenecer a la corriente pacifista. Es gratificante dejar hablar el corazón. La paz es una palabra brillante cuando nos acecha la guerra. Agrada proclamar que si quieres la paz no debes preparar la guerra. Los slogans pacifistas dan más votos que el análisis de la realidad. Las cartas de las elecciones se juegan ahora con mentiras prefabricadas. Quienes mejor jueguen al póker se llevarán el gato al agua… Es cierto; mientras, seguirán cayendo los inocentes a mano de los enemigos.

¿Serán precisamente estos enemigos quienes nos hagan despertar del sueño de los justos? Que se lo pregunten a Nayib Bukele en El Salvador ¿Es legítima la defensa de los pacíficos que mueren? ¿Si te sitúas en la paz, cómo convences al que ha iniciado la guerra?

Tomás de Aquino aducía, como regla general, que es justa la conducta de quien para defender su vida ejecuta un acto de defensa proporcional a la agresión sufrida. Lo digo por tanto recato que la OTAN tiene con la ayuda a Ucrania, que parece sean ellos los enemigos y no quienes invaden y masacran. También por Nicaragua, en la que son perseguidos, torturados y encarcelados los malísimos cristianos. Ahí lo dejo. Hagan ustedes mucho bien y no reciban menos.

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