Después de muchos años impartiendo conferencias sobre la historia de las apariciones de la Virgen de Guadalupe de México, cuyo día se celebra mañana 12 de diciembre, se ha publicado un libro de mi autoría que versa sobre este tema y que lleva el mismo título que este artículo.

Todo se remonta al año 1531, cuando a un indígena de nombre Juan Diego, se le aparece una doncella que dice ser la Madre de Dios y le pide que comunique al obispo Zumárraga su deseo de que se le construya un templo. En aquella época, apenas a diez años de consumada la Conquista de México, los pocos misioneros que habían llegado se encontraron con el rechazo de los indígenas al cristianismo.

Después de varios avatares, Juan Diego consigue que el obispo de crédito a sus palabras cuando deja caer unas rosas que la Virgen le había indicado que cortara en el cerro del Tepeyac. En ese momento, y en presencia del prelado, la imagen de la Señora queda impresa en su tilma, una prenda de abrigo que utilizó para llevar las flores. Lo que nadie pudo imaginar es que esa imagen era un códice que los indígenas interpretaron y en el que descubrieron todos los elementos necesarios para abandonar su antigua religión y abrazar la que llegaba de España.

Estudios a la imagen muestran que no hay pinceladas, ni bocetos previos, ni pigmentos conocidos, ni forma de explicar cómo después de 489 años sigue intacta en su Basílica de Ciudad de México, ya que el tipo de tela en la que quedó impresa no duraba más de veinte años. En 1979 se descubrieron trece figuras humanas en sus ojos y ya en los albores del siglo XXI los estudios sobre las estrellas de su manto mostraron que con ellas se forman las trece constelaciones que brillaban en el cielo de México el 12 de diciembre de 1531, día de su estampación.

El libro analiza el contexto histórico que rodeó el Acontecimiento y como Guadalupe se convirtió en una devoción que no sólo cambió el rumbo de México, sino que dio paso a una de las conversiones más grandes en la historia de la humanidad.

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