La Sacristía del Arte

Inmaculada Peña Ruiz

La Inmaculada Concepción de los Venerables

09 de noviembre 2020 - 01:35

óleo sobre lienzo realizado por Bartolomé Esteban Murillo entre 1660 y 1665, expuesto en el Museo del Prado. Al centro, vestida de blanco y azul, sobre media luna, María alza tímidamente su mirada hacia el altísimo con ambas manos cruzadas sobre el pecho. Llama la atención la esbeltez de su figura, que acusa el fuerte sentido ascensional de la composición.

Encargo que Justino de Neve realiza al maestro sevillano para uno de los altares de la capilla del Hospital de los Venerables Sacerdotes, ubicado en el corazón del barrio de Santa Cruz en Sevilla.

A diferencia de otras de sus Inmaculadas, los angelitos no portan los símbolos de las letanías y pureza de la Virgen, como la torre de David, el espejo, la palmera, el ciprés o la fuente sellada, entre otros. Por contra, sí aparecen símbolos descritos en el Apocalipsis, como las tonalidades del sol en las nubes y la media luna a sus pies.

Durante su prolífica carrera, Murillo pinta alrededor de veinte Inmaculadas, más que cualquier otro pintor español de la misma época. Es en este tema religioso, donde logra una fórmula representativa con tanto éxito que la hace suya, siendo imitada por muchos artistas hasta nuestros días.

Sin duda, la calidad de esta obra es indiscutible. Su refinada técnica y el dinamismo que envuelve a María, hacen que muchos expertos la consideren un punto de partida para el estilo rococó en la pintura.

En 1810, Jean-de-Dieu Soult, comandante general de las fuerzas francesas en España, la sustrae del Hospital de los Venerables Sacerdotes para su colección personal de pintura española. En la actualidad, desde 1941, forma parte de la colección del madrileño Museo del Prado, tras ser intercambiada por el retrato de Mariana de Austria de Velázquez con el gobierno francés.

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