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La alcaldesa de Jerez, María José García Pelayo, ha dejado claro que el Ayuntamiento que preside va a exponer, en una próxima sesión plenaria el decidido afán -desearíamos conocer si por absoluta unanimidad del pleno-, la concesión de la Medalla de Oro de esta muy Noble y muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera, a la Real Academia San Dionisio de Ciencias Artes y Letras como claro reconocimiento a los muchos méritos acumulados por ésta desde su constitución. Es de justicia recoger y ampliar en lo posible el deseo expuesto por la primera autoridad municipal, a la espera de su resolución final.
En su edición del pasado martes 28, Diario de Jerez se hacía amplio eco de dicha propuesta, insertando una serie de datos referidos a la institución artístico-cultural. La reseña de nombres -73- que figuran como fundadores, fueron los responsables de elevar a las autoridades competentes la solicitud para la constitución de la Academia. La reseña me propicia el hecho de recuperar nombres tan destacados de la sociedad jerezana como los de Manuel Esteve Guerrero, Manuel María González Gordon, Germán Álvarez Beigbeder, Fermín Aranda Latorre y así hasta completar el número 73 citado. Un nombre no obstante me atrae sobre manera: el de José González Marín, actor, recitante y en ocasiones cantaor, nacido y muerto en Cártama (Málaga), conocido como “El faraón de los cantares”.
José González Marín –la coincidencia de apellido es una historia que jamás he podido aclarar aun cuando desde mi juventud traté de averiguar- mi padre se apellidó Marín Marín por lo que al parecer, uno de los dos se corresponde con el mío. Pero no es precisamente éste el tema que me interesa al margen de rubricar la personalidad de González Marín, un hombre que recorrió la práctica totalidad de países de Hispanoamérica interpretando versos de los más clásicos y populares autores, entre otros José María Pemán y su Feria de Abril en Jerez, Rafael Duyos con su poema dedicado a Álvaro Domecq y Díez, Fandanguillos de mi jaca, de Juan Pedro Domecq, etc. El 31 de mayo de 1956 fallecía en su Cártama natal y, de entre las muchas adhesiones que llegaron a la localidad malagueña figura la de Torrestrella firmada por Álvaro Domeq y Díez destacando su amistad con el actor y recitante.
Volviendo al tema inicial de este comentario, el hecho de que la Real Academia de Ciencias, Artes y Letras de San Dionisio reciba con justicia la Medalla de Oro de Jerez, deseo resaltar la labor difusora de ésta desde el momento en que entré a colaborar en las actividades culturales de la misma con el grupo de teatro de Radio Popular de Jerez y la puesta en marcha del ciclo de Teatro Nuevo en el que tomábamos parte el referido grupo conjuntamente con otros venidos desde Cádiz, Sevilla, Lebrija, Puerto Real… en todo momento estuvimos estimulados por el entonces presidente de la institución, que lo fue entre 1968 y 1984, recordado y siempre agradecido, Valentín Gavala Calderón. De aquellos años, en los que la hoy sala de exposiciones Carpintería Vieja nos servía como local de ensayo y representaciones, los componentes del grupo jerezano guardamos un recuerdo –hoy para reírnos- nada agradable. Una tarde, próxima la hora de alzar el teórico telón de la sala a fin de dar comienzo a la función nos encontramos con la desagradable sorpresa de que, en la puerta había sido colocado un cartel prohibiéndonos, por orden gubernativa, toda la acción teatral del espectáculo, recuerdo que titulábamos Collage Flamenco, con versos entre otros de poetas como Federico García Lorca. (La función volvió a ser prohibida, en dicha ocasión en el Club Nazaret).
Destacar por último mi reconocimiento a los presidentes que han estado –están- al frente de los destinos de una institución tan trascendental para una ciudad como Jerez que es la Real Academia Jerezana de San Dionisio, de Ciencias, Artes y Letras, Francisco Fernández García-Figueras (Presidente de Honor)), Joaquín Ortiz Tardío y Juan Salido Freyre.
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