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Los Navarro y el altar de insignias de la Sagrada Lanzada

Bien cierto es que las hermandades se nutren, entre otras muchas cosas, y se mantienen vivas gracias a sus hermanos y a las familias que conforman la nómina. Herederos de tradiciones y costumbres que han sido entregadas a hijos y nietos como si de un tesoro se tratara y que en muchos casos se conservan a base de mucha devoción y cariño desmedido. Acciones que llevan a cabo con el mayor respeto, celosos del buen hacer de los años. Y así es como estas cosas perduran en el tiempo sin que la esencia se pierda ni de paso a innecesarias modas.

Cada año, la mañana del Sabado de Pasión, en mi querida Hermandad de la Sagrada Lanzada se mantiene el delicado y primoroso rito de montar el altar de insignias que tan orgulloso estamos de él. Como si de algo ancestral se tratase la familia Navarro se encarga de hacer lo propio como bien lo hiciera el patriarca y fundador de la Hermandad, D. Rafael Navarro Núñez. A la cita acuden sus hijos y nietos con un único y firme propósito, servir y no ser servidos como bien les enseñó, y nos enseñó, su padre. Ellos saben manejarse de excelente manera entre la plata de Villareal y los bordados de Doña Esperanza mientras los que allí estamos observamos con cariño y respeto y a la vez envidia como dan forma a eso que llevan haciendo décadas. Y es que los Navarro han sido desde costaleros a manigueteros pasando por secretarios, tesoreros, fiscales y portadores de una cruz abrazada que bien alta llevan a gala. Todos arriman el hombro y con muchísima cordialidad y educación se corrigen y convencen para que todo salga bien. Y al acabar, siempre con el cariñoso recuerdo a D. Rafael, se cierra la capilla donde queda instalado el portentoso juego de insignias a la espera de un nuevo Sábado de Pasión entre abrazos, besos y el deber cumplido un año más por y para bien de la hermandad que los ha visto nacer, crecer y marcharse junto a Cristo Traspasado.

Sirvan estas líneas como homenaje a aquellas familias, en especial de mi querida Hermandad de la Sagrada Lanzada, que mantienen vivas las tradiciones y la devoción a nuestros Sagrados Titulares.

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