Vámonos a hacer pascuas
Non plus ultra
Como décimo trabajo, Hércules fue mandado a buscar el ganado de Gerión al archipiélago de las Gadeiras (actual Cádiz), en el extremo occidental del mundo conocido. Allí erigió sus columnas, como gigantescas balizas, tras las que no habría nada bueno por lo que jugarse la vida.
Por eso los gaditanos tienen un sentido extremista del ser. No en vano, están o estamos acostumbrados a vivir en el límite y eso puede ser bueno o malo. Lo extremo es vecino de lo desconocido y sus miedos. Pero, a la vez, es equiparable a lo máximo o a lo bonísimo. Se dice con frecuencia que lo mejor sobre algo es el non plus ultra.
En política está pasando algo parecido. Como no tenemos la suerte de contar con un Hércules que plante sus dos reales columnas y diga: hasta aquí sí y a partir de aquí no, habremos de conformarnos con las prédicas de los politicastros profesionales y de los contertulios sabelotodo. Desgraciadamente, ni los unos, ni los otros son hijos de Zeus..., y se les nota.
‘Monsieur le Président’, que tampoco es hijo de Zeus, aunque él no lo descarte, sí tiene una aversión compulsiva y ocasional para con ciertos extremos. Detesta y demoniza a la extrema derecha constitucionalista, aún a sabiendas de que hay más derecha ‘plus ultra’ y vaticina, con su presencia, la vuelta a los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional. Por el contrario, si la extrema derecha es nacionalista, digo más, independentista resulta digna de respeto y se puede ir con ella, en frente popular, a la toma del poder. Si además de extrema es de izquierda y republicana, cuánto mejor, pues podrá convertirlo en ‘Président de la troisième république espagnole’. Pero si además de extrema e izquierdosa es asesina, acaso le ayude a depurar las malas artes adquiridas en tiempos del Gal. ¡Modérense, s’il vous plait...
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