A. Salido

Patentes y Marcas

13 de julio 2023 - 00:45

En el colegio nos explicaban como un señor escocés muy inteligente y visionario llamado Watt inventó la máquina de vapor, cuya fuerza impulsora hizo posible la revolución industrial, allá por el último tercio del siglo XVIII. Menos frecuente era contar que en 1698, casi cien años antes, otro británico llamado Thomas Savery, también inventó una máquina que utilizaba el vapor para extraer agua directamente de los pozos, gracias al vacío creado por la condensación de vapor de agua.

Pero lo que nunca nos contaron, al menos al que suscribe, era que cien años antes un español de navarra, llamado Jerónimo de Ayanz, había patentado la utilización industrial de la energía del vapor mediante toda una serie de ingenios. Este español destacó no solo por los inventos industriales, sino cultivando el resto de las artes. Era pintor, tocaba la vihuela e inventó el traje de buzo, el aire acondicionado y hasta un prototipo de submarino. Todo un ‘Leonardo’ en la corte de los Austrias e inventor de cuarenta y ocho artilugios de toda naturaleza.

Oímos hoy, con naturalidad, que tal o cual invento se encuentra en el registro de Patentes y Marcas como prueba de organización y modernidad, sin embargo, esta práctica ya existía en España -aunque nadie nos lo cuente-, desde los Reyes Católicos. Se denominaban entonces ‘privilegios de invención’ y gozaban de la protección real. Buena parte de ello lo sabemos gracias a los estudios llevados a cabo por don Nicolás García Tapias en el archivo de Simancas. Desempolvando, desde el primer invento conocido del médico de Isabel La Católica, un sistema novedoso de molienda, hasta la máquina de vapor de Jerónimo de Ayanz.

Mientras tanto, aguardamos sentados a que los académicos de la Real de la Historia se encadenen a la reja del Parque del Retiro en signo de repulsa por el contenido de los libros de escolares de ‘conocimientos del medio’.

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