‘La Peana de La Virgen’: un póker de ases cofradieros

14 de octubre 2023 - 00:00

Mi querido y recordado Fernando Molero, entre bromas y veras, llegó a acuñar en la hermandad de ‘La Borriquita’, allá por la década de los 90, el término ‘La Peana de La Virgen’ para referirse al póker de ases cofradieros que han marcado y sostenido el rumbo de la cofradía -cada cual a su modo y manera en distintas parcelas-, al menos desde que llegara la Virgen de la Estrella a la Escuela de San José.

Dos de ellos, don José Aguilar Jordán y don Rodolfo Fuentes Muñoz cuando esto ocurre, a finales de marzo del año 1962, con veintipocos años, eran ya miembros de la Junta de Gobierno, ocupando el cargo de Vicesecretario el primero y Vocal el segundo, respectivamente. Además el tercero de ellos, don Antonio Morales Moreno, que había resultado elegido a principios de ese año 1962 precisamente como Vicesecretario hubo de renunciar al cargo por sus ocupaciones profesionales, pero quedó como uno de los 36 Diputados que por entonces disponía la Junta de Gobierno para que colaboraran y le ayudaran en la gestión del día a día de la corporación. Entre estos Diputados también se encontraban don Carlos de la Calle Bernal, don Aurelio Castanedo Chilla y don José María Orge Ramírez, aún felizmente entre nosotros.

Fueron todos ellos testigos de la llegada de ‘La Virgen’ el 28 de marzo de 1962 cuando el Rvdo. Hno. Eleuterio José y los cofrades don Lorenzo Rodríguez Rosado, don Francisco Alcázar Asturiano, don Luis Parra Romero y don Rafael Egea Muñoz la trajeron en la furgoneta que el entonces Teniente de Hermano Mayor don Miguel Frías Gómez procuró a través de don José Delgado Argudo quien no quiso cobrar nada por el servicio.

O de cómo las 60.000 pesetas que el escultor don Sebastián Santos Rojas pidió por la imagen se consiguieron por un crédito que se obtuvo mediante una aceptación firmada por don Juan Palomino Jiménez con el Banco Hispano Americano. Y fueron testigos también del gesto que doña Antonia Gómez Guerrero, esposa del hermano don Francisco Morales Moreno, tuvo al donar su traje de novia para que le confeccionaran a la Santísima Virgen su primera saya con la que, primorosamente, la vistiera don José Gómez Morales, Pepe Gómez, quedando expuesta -hasta el momento de su bendición el 27 de mayo de 1962- en el recibidor de la Escuela.

Desde entonces, se fueron sucediendo los años y los anhelos de ver bajo palio por primera vez a ‘La Virgen’ en el año 1969. El año anterior, y contemplando la recogida de La Piedad en la calle Taxdirt reclutaron al cuarto as, un cofrade de leyenda, don Miguel Monje Marín, quien con los anteriores tres se juramentaron para que ‘La Virgen’ pudiera salir a la calle en su paso de palio.

Es a esta generación cofradiera a la que debemos, en gran parte, la consolidación y el crecimiento de la devoción a la advocación de La Estrella; a ellos debemos la consecución -en tiempos del recordado Hno. Antonio Botella- de las actuales instalaciones en la Escuela, de la apertura de la puerta de salida desde el Oratorio, entre otros muchos logros; y como no, a la materialización del paso de palio en cuanto a la orfebrería, los bordados de la extraordinaria saya de Elena Caro, las bambalinas y techo de palio y los faldones.

La Hermandad de ‘La Borriquita’ no se entendería hoy sin echar la vista atrás y reconocer los méritos de estos cuatro titanes cofradieros que, aún ya octogenarios, vienen o han venido vistiendo su túnica nazarena hasta este mismo año 2023, siendo para los más jóvenes un ejemplo de fidelidad y compromiso con la Hermandad por sus propias e intensas vidas cofradieras.

Hoy que veremos ceñir una corona de oro sobre las sienes de nuestra bellísima dolorosa, todos los hermanos de ‘La Borriquita’ deberíamos tener un recuerdo obligado y agradecido en general para todos nuestros hermanos veteranos que aún nos acompañan y, de manera muy especial, para estos cuatro, para este póker de ases cofradieros, que con su sacrificio, con su esfuerzo, con su tesón y fidelidad han engrandecido, y de qué modo, a la Hermandad de ‘La Borriquita’. Para ellos y para sus queridas esposas doña Ana Serena, doña Loli Aguilar, doña Beli del Puerto y doña Rosario García que han compartido, callada y discretamente, todos estos largos y fructíferos años.

A los tres que aún están entre nosotros, y con don Antonio Morales Moreno en nuestro perenne recuerdo y agradecimiento, debemos ofrecer nuestro testimonio de gratitud por ser ejemplo para las generaciones posteriores. Verlos hoy en la catedral, seguramente que con los mismos nervios que cuando llegara La Virgen en el año 1962, será sin duda el broche de oro a toda una ejemplar y dilatada trayectoria cofradiera.

Como hermano de la corporación, les expreso públicamente mi agradecimiento, al mismo tiempo que me congratulo del ‘regalo’ que La Virgen les ha hecho, al poder vivir este singular e histórico momento. Que Dios os bendiga por tanto bien como habéis derramado entre nosotros

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