Playas de jerez

La realidad supera a la ficción. Se nos pone la piel de gallina y hasta se nos saltan las lágrimas cuando vemos como los gerentes públicos de nuestra convivencia hacen todo lo posible por la felicidad de los ciudadanos. No en vano, hacen lo posible porque la comodidad y la autoestima de quienes les votamos estén en máximos históricos.

Por otra parte, contribuyen a que la playa esté presente en Jerez en verano, cosa que no han prometido en los últimos mítines por humildad pero que, por sorpresa, se han empecinado en dotar de estos servicios y de lograr que los días y las noches de esta ciudad se parezcan todo lo posible a las de playa y chiringuitos. Sin ir más lejos, en la Fiesta de la Bulería han posibilitado que la gente lleve sus propias hamacas a la plaza de la Asunción para que se encuentren como en casa, no tengan que sentarse en sillas extrañas y tengan las espaldas bien apoyadas para disfrutar del espectáculo.

Los paseos por el centro, tanto para oriundos como turistas, están pensados para que la gente tome el sol, sin sombras que le molesten ni toldos u otras distracciones que solo servirían para evitar que la gente produzca vitamina D en más proporción, no se pusiera todo lo morena que debiera en una ciudad como Jerez, con playa, y supondría un menoscabo en la belleza morena de estos lares.

En cuanto a los últimos tiempos, una ciudad así tiene su pulso y no deja de latir en la dirección de ir reduciendo los espacios públicos frondosos, las fuentes y las posibles soluciones en parques o en lugares con ofertas culturales, para evitar que la gente se quede en una ciudad fantasma e inhóspita y así promover el turismo y los viajes a localidades cercanas con el único fin de conseguir revalorizar los trenes de cercanías, las carreteras a nuestras costas y ampliar las miras de los ciudadanos. Los que así actúan, me confirman que, en su fuero interno, solo piensan en el bien de los demás y en el avance de una ciudad de progreso.